Tatiana y su familia ganaron la batalla más dura
Le dieron el alta, tras 5 años de lucha. En el camino murió su papá, que había creado una fundación solidaria.
Es una nena mendocina a la que le diagnosticaron leucemia a los 5 años. Sus padres emprendieron el tratamiento y crearon una fundación para ayudar a otros chicos con cáncer. Le dieron el alta y hoy lo celebra con una fiesta solidaria.
Tamara Sánchez (10) es una gran luchadora, una espartana, como le gustaba llamarla su papá Omar, cada vez que ganaba la batalla contra la leucemia y las complicaciones que la ponían al borde de la muerte. Sus ganas de vivir inspiraron a sus padres para crear la Fundación “Hagamos algo por los chicos con cáncer”, que asiste en la contención y, a veces en alimentos y materiales de construcción, a las familias que atraviesan esta enfermedad. Tamara hizo un tratamiento con quimioterapia durante dos años y cuando estaba por recibir el alta médica, la vida volvió a golpearla: en sólo 6 meses, falleció de cáncer su papá Omar, que tenía 53 años. La familia sintió que todo se derrumbaba de nuevo. Pero Tamara, sus dos hermanos y sus mamá Ana María, siguieron adelante y mantuvie- ron activa la lucha desde la asociación. Hoy, a 5 años del peor diagnóstico que tuvo que recibir, la nena y su familia celebra haber superado el cáncer con una fiesta solidaria con payasos, juegos y golosinas, donde todos los que la acompañaron en su batalla, están invitados a participar.
“Sos una leona que saliste a pelear sin bajar los brazos. Cuánto nos enseñaste a caernos para después levantarnos con más fuerzas. Y cuando ya no habían esperanzas, volviste a resurgir”, escribió su mamá en Facebook.
El diagnóstico de una leucemia mieloblástica, poco común en chicos y casi fulminante, fue el 7 de marzo de 2013, cuándo Tamara tenía 5 años. “No nos olvidamos más, fue desgarrador, inesperado”, dice Ana María. Y cuenta los meses más duros: “Sus quimioterapias eran muy fuertes. En la última sesión de la primera fase, quedó sin plaquetas y fue internada en terapia intensiva. Estuvo 20 días en coma inducido y recién un mes después abrió los ojos”. Salió pesando 10 kilos menos. Fueron 2 años con quimioterapia, en los que perdió su pelo y tuvo que enfrentar semanas de aislamiento en un hospital, lejos de sus hermanos -que entonces tenían 11 y 3 años- y del resto de la familia .
La proeza de Omar para ayudar a su hija y a otros chicos con cáncer, con- mueve y moviliza en Mendoza: “Se peleaba con los médicos y directores de los hospitales públicos porque a veces faltaban recursos, condiciones higiénica y medicación que necesitan los chicos con cáncer para no contraer una bacteria y morir”, dice Ana María.
Tamara parece que heredó el espíritu superador de su papá. Es ella quien promueve a la Fundación, mantiene contacto y visita a otros chicos con cáncer. “No quiero que nadie me mire porque estoy pelada. Tampoco voy a cubrirme con un pañuelo o gorrita la cabeza. Tengo cáncer y me voy a curar”, decía cada vez que salía a la calle.
En su festejo y el de todos los “guerreros” -esta tarde en un salón de la Nave Cultural de la Ciudad de Mendoza-, quedará claro que no todo está perdido y que la vida debe ser celebrada. ■