Sin autocrítica de los jueces y en medio de internas, la reforma judicial tambalea
Pese a los pedidos de Lorenzetti, las comisiones no propusieron grandes cambios.
Con su estilo afable y equilibrado, el presidente de la Corte Suprema de Justicia volcó sobre los cientos de asistentes al acto de apertura del año judicial un interminable balde de agua helada: advirtió que hay “que escuchar los reclamos del pueblo”, llamó a “hacer una autocrítica” sobre el funcionamiento del poder judicial y avisó que “hay que tomar decisiones y cambiar”. Inmediatamente después inauguró el trabajo de nueve comisiones que durante dos días discutirían esas grandes reformas. Pero el resultado está lejos de honrar aquellas palabras. Apenas un largo desahogo de cuestiones atribuibles a terceros y algunas sugerencias cosméticas que ni siquiera rozaron la más básica de las demandas: una simple ampliación del horario de atención al público. No faltaron, en cambio, malentendidos, tironeos y operaciones.
“Fue bastante desalentador. Entendemos que era difícil pulir grandes ideas en tan poco tiempo, pero creímos que al menos habría un espíritu autocrítico para pensar cómo mejorar. Eso no existió”, se lamentaba el viernes un funcionario cercano a los ministros de la Corte.
Las comisiones no hablaron casi del subterráneo nivel de confianza de los argentinos en el Poder Judicial, ni de la falta de respuestas para combatir la epidemia de impunidad que asuela en casi todos los fueros, especialmente notoria en las causas por corrupción, los delitos complejos y la gestión de las condenas por crímenes, robos y violaciones. Tampoco profundizaron en la autolimitación de la discrecionalidad de los jueces para manejar los tiempos de los expedientes.
Y respecto al reclamo de atender más horas al público y reducir las ferias judiciales -una cuestión que Macri puso sobre la mesa tras las elecciones de octubre- sólo hubo justificaciones para no tocar nada.
Aunque aún no están listas las conclusiones de todas las comisiones, es difícil que el Titanic logre esquivar el iceberg. La novedad devuelve la mirada hacia Lorenzetti, quien jugó a fondo por una reforma profunda. ¿Qué hará para lograr los cambios que la sociedad reclama pero que debajo suyo son resistidos? En su cabeza habría algunas ideas. Desde su entorno se pidió especial atención a las propuestas del juez Javier Leal de Ibarra, coordinador de una de las mesas y hombre cercano al titular de la Corte, que propuso dos cosas: la creación de una Oficina Anticorrupción del Poder Judicial y el regreso a la composición y reglamento del Poder de la Magistratura tal como había funcionado antes de que la motosierra kirchnerista avanzara sobre el organismo en 2006, con una reforma que ahora se declaró inconstitucional. Las dos cuestiones despiertan suspicacias.
Tal como informó Clarín, la redacción de la propuesta no es lo suficientemente clara para entender si se quiere hacer una nueva OA o captar la que hasta hoy dirige Laura Alonso en la órbita del Ejecutivo. “Resulta esencial asegurar una total independencia del organismo, la que sin dudas se ve empañada si la Oficina se encuentra encabezada por un funcionario directamente designado por el mismo poder administrador”, argumenta la propuesta del prestigioso camarista Leal de Ibarra. Un detalle: hoy la Oficina Anticorrupción gestiona las declaraciones juradas de los funcionarios. ¿Haría lo mismo con las de los jueces?
La pelea por el Consejo de la Magistratura también es clave. En diálogo con Clarín, Leal de Ibarra consideró que “no puede haber dos administradores del poder judicial. Todos los jueces padecemos las demoras que eso implica, sobre todo los del interior”. Otro detalle: según la ley y la composición original, el Consejo lo presidía el titular de la Corte Suprema. Que hoy es Lorenzetti.
“Nosotros nos oponemos a eso, y tuvimos que ser muy enérgicos cuando se leían las conclusiones para que esa disidencia quedara reflejada”, explica a Clarín Guillermo Lipera, el presidente del Colegio de Abogados de la Ciudad cuya demanda en tribunales terminó con la declaración de inconstitucionalidad de la reforma K. “Esa ley era espantosa, pero no podemos volver atrás. Hay que discutir un proyecto nuevo, como el que presentamos junto al Colegio Público de Abogados”, insiste Lipera.
Desde el Gobierno, Macri y el ministro Garavano esperan la próxima jugada de Lorenzetti. Desde la Corte y los tribunales también.
Los jueces no hablaron de la discrecionalidad para manejar los tiempos de las causas.