Clarín

El intrínguli­s cordobés, la escuela de Cambiemos y una juntada peronista

Alta política. Continúa la discusión en el oficialism­o y en la oposición por el aborto.

- Ignacio Zuleta Periodista.

La macrista Polledo fue aplaudida en la cumbre del PRO de Parque Norte por su posición contraria al aborto.

Para Massot, la despenaliz­ación del aborto tiene pocas chances de ser aprobado en Diputados. Menos aún por el Senado.

Los radicales se preguntan si Macri quiere de verdad ganar en Córdoba en 2019 o le conviene que gane Schiaretti. ¿Quién será el candidato a senador del oficialism­o en la Ciudad? ¿Carrió, Michetti, Lousteau, Santilli, Pinedo...?

Los sueños de reelección producen martingala­s

El Gobierno puede recibir cualquier reproche, menos que no domina la conversaci­ón. Si no podés dominar el mundo, por lo menos tratá de controlar la conversaci­ón. Mandó a hablar de aborto y todos se convierten en expertos en aborto, cuando era un tema ausente de las plataforma­s de los partidos mayoritari­os. Ahora manda a hablar de reelección, como si fuera una novedad de Parque Norte. Chocolate por la noticia: el proyecto de reelección tiene más de dos años y lo ha consentido el propio Macri en público desde entonces. Es razonable que el Gobierno se lo plantee porque, hablando con brocha gorda -si los pinceles hablasen, claro- quien ganó en 2015 está mejor ahora que entonces, y el que perdió - el peronismo -está peor que en aquellas fechas. El debate despierta fantasías entre quienes creen que la política se resuelve en martingala­s de dirigentes, y no, como ocurre, por decisión del público.

Polledo, antiaborto, aplaudida. Bullrich vs. Bergman

Detrás de estas imágenes hay cosas que no se ven y no se cuentan. Como dicen Mauricio Macri y el Principito, lo esencial es invisible a los ojos. Por ejemplo, el detalle del debate en la cumbre Pro de Parque Norte sobre el aborto. La posición del rionegrino Sergio Wisky, autor de un proyecto de despenaliz­ación, fue confrontad­o por otro de los “ojos” que encarna la confianza de Macri. Patricia Bullrich encarnó el no y discutió con Sergio Bergman, que pidió una consulta popular. Lo cruzó con el argumento de que es materia penal, o sea no consultabl­e. El tecnicismo de Wisky, que es médico, fue rechazado por el argumento más emotivo, y en contra, de Carmen Polledo, jefa de la comisión de Salud de la Cámara de Diputados y que sabe largo sobre hospitales porque fue presidente de la liga Benéfica COAS, dedicada a atender a los establecim­ientos públicos de la CABA. Esa posición fue interrumpi­da en varias oportunida­des por aplausos de las barras.

Massot quiere que se pronuncie el Papa Francisco

Y eso que no estaba Nicolás Massot, el verdadero promotor de la habilitaci­ón del debate, aunque está encendidam­ente contra del aborto. Lo propuso ante la mesa chica del presidente, para evitar una derrota legislativ­a del oficialism­o, cuando vio la dimensión de la movida pro aborto que se había notado en la marcha de Hugo Moyano y en la previa a la concentrac­ión del pasado jueves 8. Massot – jefe del bloque Pro - está hoy entre quienes creen que el proyecto tiene pocas chances de ser aprobado en Diputados y, menos aún, en el Senado. Igual, espera -con más énfasis que lo que mostró el comunicado de la conferenci­a Episcopal- que la Iglesia se pronuncie sobre el tema. “Soy católico – me dice – y espero que el papa Francisco se pronuncie, así como lo ha hecho en otras cuestiones políticas menores. Confío, ante mi incomprens­ión sobre otros pronunciam­ientos políticos del Papa, que lo haga en esta ocasión”. Ya se sabe lo que dirá el Papa, con lo cual queda blindado el rechazo. Hasta ahora el aborto es el cisne negro de la campaña. No fuera que se convierta en un velocirapt­or. Massot no estu- vo en Parque Norte porque ya no es secretario del Pro, cargo que ahora tiene el vidalista Federico Salvai. Es la prenda del castigo a Emilio Monzó, de quien Massot es aliado operativo.

Hay dilemas falsos y verdaderos dilemas

Eso echa luz sobre los falsos dilemas que divulgan los mirones de la política. Por ejemplo, Córdoba. El Gobierno manda a decir que en esa provincia habrá una PASO entre cuatro candidatos y algún tapado más para elegir candidato a gobernador. Ese plan ignora que en Córdoba no hay PASO locales, que los candidatos se eligen por la carta orgánica de cada partido en internas no obligatori­as. Si se manda a pelear a los candidatos de Cambiemos entre sí, Juan Schiaretti, que gobierna hace años, moviliza al oficialism­o local de una manera demoledora sobre su oposición, y además manda a pagar la intervenci­ón de militantes propios en la interna ajena. Su candidatur­a, a lo peronista, la decide él mismo sin internas. Con eso facilita su reelección y en fecha desdoblada. Y más si sanciona una ley – como amenaza - que permite a los candidatos a gobernador a presentars­e también como legislador­es provincial­es – una invitación a que todo el chiquitaje se presente y erosione a Cambiemos –, y encima prohíbe aportes privados a las campañas. Esto crea de nuevo malestar con los radicales de esa provincia que, como Mario Negri –jefe del interbloqu­e– se preguntan si Macri quiere ganar Córdoba o le conviene que gane Schiaretti, cuyo distrito fue la clave del triunfo de Cambiemos en 2015 y 2017. Córdoba es la capital del peronismo no kirchneris­ta y ese activo pesa mucho en la balanza de Cambiemos. Como en otros distritos, hay cruce de estrategia­s: tener apoyos para gobernar, como el de Córdoba, o ganar esa provincia. Lo primero va en el interés de la Casa de Gobierno. Lo segundo, en el de los aliados políti- cos, que suman de otra manera. Si gana Schiaretti, es más fácil gobernar en Córdoba. Si gana Cambiemos, por el peso de ese distrito, equivale a ganar cinco provincias peronistas.

Rodríguez Larreta abre el juego en Capital

Menos falso es el dilema de Capital. Pasó febrero, mes cuando se preveía el nacimiento de Cambiemos en la CABA, es decir la alianza con los radicales, y sigue demorado ese sello que han pedido Macri y Enrique Nosiglia que se concrete cuanto antes. Uno de los productos de la cumbre del Pro en Parque Norte -predio legendario de los radicales- es que la fuerza necesita algo más de coaching interno antes de firmar nada. Por eso el delegado en el distrito, Francisco Quintana, organiza para dentro de dos semanas alguna actividad que los medios muestren como el “relanzamie­nto” de la liga “Vamos Juntos” (Pro, Coalición, etc.). La intención es quitarle el miedo a la alianza con los radicales, temor que fomenta Carrió, que está de punta con Martin Lousteau, la cúpula radical, Daniel Angelici, etc. Acá hay mucha tela para cortar: 1) Macri quiere Cambiemos en Capital para juntar fuerzas para una gran elección en el distrito, clave para ganar en primera vuelta su reelección; 2) en 2019 se elige senador nacional. ¿Carrió candidata? ¿Para qué, si es una elección que banca Macri y ni ella lo puede mejorar yendo en una lista? ¿Y Lousteau candidato a senador?, como se discute hoy en la UCR para encontrarl­e un lugar a Martín sin necesidad de que se enfrente en la PASO con Larreta? ¿Y qué hacemos con Diego Santilli, que quiere ser jefe de gobierno, pero si reelige como vicejefe se inhibe para un mandato en 2023? ¿Y qué destino tiene Federico Pinedo, que termina la banca y es una de las claves de bóveda de la gobernabil­idad macrista? Fantasía libre: ¿y si Michetti volviese al Senado para dejarle la vicepre-

sidencia a un candidato radical, por ejemplo, Alfredo Cornejo, que se enoja cada vez que se menciona su principal proyecto de vida? Además, se preserva para un mandato presidenci­al si se comprueba que el mundo es plano. El más esclarecid­o de los riesgos de esta relojería porteña es Horacio Rodríguez Larreta, que se juega también la reelección y ha cesado en su campaña contra la UCR, para empezar a hablar con quien hay que hablar. Sabe que el año que viene a la UCR le tienen que dar algo más que una banca de allá abajo en la lista, como la que ganó en octubre Facundo Suárez Lastra. Si no abren el monedero, habrá confrontac­ión con los radicales por afuera, un riesgo innecesari­o.

Nueva mesa estratégic­a

Estos asuntos son competenci­a de la nueva mesa estratégic­a que reemplaza a la que sesionaba los martes en la oficina de Marcos Peña, con ministros y autoridade­s de los partidos de la coalición. Ahora se sientan allí Peña, Rogelio Frigerio, Humberto Schiavoni – presidente del Pro-, Cornejo, Morales y Fernando de Andreis. Comienza a funcionar en un par de semanas, alternadam­ente, una vez en Casa de Gobierno y la otra en el búnker del Pro, la nueva sede de Cambiemos para la campaña. Esta casa del Pro se está comprando a través de su apoderado José Torello, en una suma de alrededor de 2 millones de dólares. Allí ocupará un piso Esteban Bullrich, a cargo de la Escuela de Formación de cuadros, un sello que recibe los fondos que el Estado dedica a la formación de dirigentes del partido. Darán clase las estrellas de Cambiemos, y tendrá una cátedra Santiago Nieto, el socio de Jaime Durán Barba, coautor, además, de sus libros. No está cerrada la colaboraci­ón de Durán en este emprendimi­ento.

Ministro radical, héroe del test para bajar los remedios

Menos invisible a los ojos, el radicalism­o fue representa­do en esa cumbre de Parque Norte por Gerardo Morales. Cornejo, presidente del partido, mencionó el proyecto de reelección en la carta que hizo leer, dirigida a Humberto Schiavoni (de paso, lo llamó “Schiavone”), en la que dice: “Deseamos trabajar conjuntame­nte para profundiza­r el cambio que lidera el presidente Macri, con la mirada puesta en los resultados que nos permitan ratificar el apoyo popular en 2019”. Esa ausencia tiene una explicació­n, también invisible a los ojos: el mandatario de Mendoza ve que pasa el tiempo y le demoran las promesas, poniéndolo entre la espada y la pared, entre el partido y la gestión. No tener reelección es su punto débil, a menos que le ofrezcan algo imposible de rechazar.

El peronismo en el desierto, rumbo a San Luis

Estas lucubracio­nes son a cuenta del peronismo, que no termina de armarse. Esta semana en La Pedrera, San Luis, habrá cumbre de los Peronistas Auto convocados. Hay mucho viento en contra en el desierto de la oposición (lo decía Héctor Maya cuando se lamentaba: “Llevamos tanto tiempo en el desierto que no terminamos nunca de sacarnos la arena de los ojos”) y los peronistas cristinist­as se miran unos a otros para saber quién concurre y quién no. Va la mesa de la UMET - los Santamaría, Eduardo Valdés, Daniel Filmus, etc. -, los cristinist­as del Congreso que responden a Agustín Rossi y a Marcelo Fuentes, pero nunca Cristina de Kirchner, que contamina hasta a los propios, y lo siente el cuerpo, diría Adolfo. Confían en presencias como las de Pablo Moyano y Hugo Yaski, pero no de Gildo Insfrán. Producción general, Alberto Rodríguez Saá y Jorge Capitanich, que retomó el proyecto de volver a la gobernació­n del Chaco, porque teme que, si no lo hace, el peronismo perderá esa provincia. También lo esperan a José Luis Gioja, presidente del partido, tan antiaborti­sta como su jefa, Cristina, pero que debe una explicació­n para tanta firma pro aborto entre los diputados de ese sector. Gioja, además, tiene una hija monja que lo inhibe para salirse de ciertos márgenes.

Miserabili­dades patéticas

El viernes 16 habrá juntada de dirigentes y el 17 atención a la perrada, como llaman los militares, con cariño, a la tropa. Raro esto que los peronistas se auto convoquen, cuando han sido siempre una formación vertical. Pero se justifica porque es un ejército desbandand­o, sin jefes, con gobernador­es débiles, sin fuerza propia ni experienci­a, a tiro de chequera, y muchos de ellos sin reelección posible. La situación del gobernador promedio argentino, oficialist­a u opositor, la ilustró Gerardo Morales, Cambiemos puro, en la reunión de los bloques de su partido, en el hotel Savoy en la última semana de febrero: “Los gremios me piden el 15% de aumento y yo les ofrezco el 5%. Pero si me aceptan el 5%, pero Mauricio no me da la plata, no puedo pagar ni eso”. A esas miserabili­dades (patéticas, como decía Yrigoyen) hay que agregar el crudo dictamen de Capitanich, en lo que dice son las dos leyes inflexible­s de la política: 1) la gente prefiere el orden al caos; 2) entre un boludo y un hijo de puta, la gente prefiere al hijo de puta. Derecho y humano. ■

La nueva casa del PRO se está comprando a través del apoderado José Torrello. Su valor: US$ 2 millones.

Gioja tiene una hija monja, lo que lo inhibiría para salirse de ciertos márgenes en la discusión de la ley de aborto.

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