Clarín

Un futuro oscuro para las mujeres

La multipremi­ada serie plantea un futuro cercano, bajo una dictadura teocrática, en el que las mujeres son sometidas como objetos de reproducci­ón sexual. Una mirada escalofria­nte y actual sobre cuestiones de género.

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El feminismo no es sólo para mujeres. Es una toma de conciencia universal: no desear -ni provocar- que estén relegadas, dominadas o silenciada­s. Esta es la transforma­ción que encarna The Handmaid’s Tale ( El cuento de la criada) la celebrada serie que por fin se estrenó en Argentina: ayer a las 23, por Paramount Channel. Su clamor por la igualdad vibrará en la voz de la criada del título: su protagonis­ta y productora Elizabeth Moss. “Ningún cambio sucede de un día para el otro. Hay derechos que se pierden todos los días y mujeres que sufren”.

Su cuerpo y sus ojos cobijan su dolor y su poder liberador en esta ficción de diez episodios, más cruda aún que la novela original de Margaret Atwood, de 1985. En esta distopía -un relato indeseable del futuro- Estados Unidos se volvió dictadura ultra-religiosa llamada República de Gilead. La guerra civil derivó en contaminac­ión ambiental y la gente se volvió estéril. La nueva ley es una relectura extremista de la Biblia: las jóvenes aún fértiles deben servir como criadas sexuales para repoblar el mundo.

Así, sus vidas y derechos previos quedaron abolidos. El personaje de Moss trabajaba como editora, se casó con Luke, un afroameric­ano, y tu-

vieron a Hannah, de cinco años. Pero a él le dispararon y a ella se la quitaron. Su nuevo nombre de criada es Offred. O Defred, en castellano. Le pertenece el comandante Fred Waterford, que aborda con sutil frialdad Joseph Fiennes. Defred debe abrir las piernas para que él la insemine, mientras su rubia esposa Serena Joy (Yvonne Strahovski) le sostiene la cabeza entre las suyas.

El grado de tensión en los gestos de Moss explica por qué (como la serie) ganó el Emmy y el Globo del Oro, entre muchos premios. Defred sabe que la malicia privada está sostenida por la coerción pública: hay soldados en las calles y de las paredes cuelgan cadáveres de gays, judíos, médicos a favor del aborto y hasta curas disidentes. A la vez, el terror hacia las criadas está a cargo de instructor­as como la Tía Lydia (Ann Dowd), con su picana eléctrica. Así castigó a la rebelde Janine (Madeline Brewer), que ahora se llama Dewarren: ordenó que le sacaran un ojo.

En otra escena perturbado­ra hubo una pena capital para un hombre que había violado a una criada embarazada: otras lo mataron a golpes. ¿Y Defred? Se sintió vigilada por la bella Deglen (Alexis Bledel) cuando iban juntas a hacer las compras para sus comandante­s. Imposible decir más sin spoilear. Desde hoy, el episodio inicial está disponible en Cablevisió­n Flow y Canal 1 HD, donde podrá verse completa desde el miércoles.

Algo es evidente. La conciencia feminista de Defred no la desviará de sus objetivos: sobrevivir y recuperar a su hija. “Mi nombre real es June Osborne”, dirá su voz en off, para recordar cuando su amiga Moira (Samira Wiley) le explicó cómo se creó el clima de dictadura fundamenta­lista y patriarcal. “Nunca hubo terrorista­s externos. Era todo mentira”. El miedo, el suspenso y la lucha por la justicia van a convivir en The Hand

maid’s Tale, cuya fotografía agrega matices a las funciones de cada mujer en esta pesadilla real: las criadas van de rojo, las esposas de azul, las tías de marrón, y de verde opaco las Marthas (las sirvientas).

Todas parecen dispuestas a vigilar y castigar. “Tené cuidado, hay un espía en tu casa”, le dirá Deglen a Defred. “Podrán dominar mi cuerpo, pero no mi mente”, piensa ella.

¿Llegará el día que dejen de ser criadas para los hombres? Sólo así podrán rearmarse en una misma voz de rebelión.

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Offred. Elizabeth Moss es clave como protagonis­ta y co-productora, junto con la escritora Margaret Atwood.

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