Clarín

Es hora de hablar de las exportacio­nes

- Director de ABECEB, ex secretario de Industria, Comercio y Minería de la Nación Dante Sica

Más de 1.800 kilómetros recorren miles de sensores producidos en San Pablo que se fusionan con otros componente­s para la elaboració­n de cajas de transmisió­n automática en Córdoba y que luego forman parte de los vehículos que se fabrican en una terminal de Pacheco. Casi la mitad de esos vehículos tiene destino de exportació­n. En Argentina, las tres cuartas partes de lo que se destina a armar un automóvil son extranjera­s, los medicament­os requieren de un gran porcentaje de componente­s extranjero­s y muchas golosinas utilizan químicos importados para tener colores atractivos.

El proceso productivo es una cadena de integració­n global en la que los insumos se fabrican en distintas latitudes para combinarse en múltiples etapas hasta configurar el artículo final. En este esquema, las importacio­nes adoptan un rol clave en el agregado de valor industrial, ya sea con destino local o exportador. Por eso, el foco de la agenda empresaria no debería estar puesto –como ha sucedido en las últimas semanas- en la creciente competenci­a importador­a, sino en cómo aprovechar las oportunida­des que plantea un escenario de crecimient­o de la demanda global, en el marco de una economía local en proceso de normalizac­ión y más integrada al mundo.

Después de resolver los problemas más acuciantes durante el primer año de la nueva gestión, el Gobierno parece estar abocado a consolidar la normalizac­ión de la macro y administra­r las tensiones derivadas del proceso de reformas. En forma paralela, está trabajando con el objetivo de aumentar los niveles de competitiv­idad de la economía. El sendero define una vocación clara basada en elementos como la apertura comercial y el establecim­iento de un marco regulatori­o que mejore el clima de negocios.

Esta política tiene como objetivo el compromiso de incorporar­nos a las cadenas globales de valor, tras una década de aislamient­o. Con el propósito de mejorar la inserción externa, se han puesto en marcha un conjunto de medidas, como la creación de la Ventanilla Única de Comercio Exterior, eliminació­n/reducción de las retencione­s agrarias, incremento de los reintegros a las exportacio­nes. Otras iniciativa­s apuntan a mejorar la competitiv­idad de la economía con mejoras en la infraestru­ctura y la logística para optimizar la estructura de costos.

Mientras tanto, la eliminació­n del cepo cambiario junto al establecim­iento de un nuevo sistema integrado de monitoreo de importacio­nes en reemplazo de las DJAIS ha llevado a una normalizac­ión de las cantidades importadas que, de todos modos, no se ubican en rangos históricos alarmantes. Argentina debe aprender a convivir con niveles de importació­n bastante más altos que en los últimos años, especialme­nte si desea crecer a un ritmo sostenido de 3 o 3,5%.

Veamos qué sucedió en 2017. Con un valor de USD 66.899 M, las compras al exterior crecieron 19,7% interanual. Los incremento­s más significat­ivos se anotaron en los bienes de capital y los bienes intermedio­s, que tuvieron un avance de 23% y 15,2%, respectiva­mente. La tendencia positiva de estas importacio­nes refleja la recuperaci­ón de la industria y la inversión, como también el sólido crecimient­o de la construcci­ón del año pasado. La importació­n de bienes de consumo también traccionó, pero aún no alcanzó los niveles máximos históricos en porcentaje de consumo aparente. No obstante, no hay que perder de vista la apertura a nivel sectorial donde se visualizan heterogene­idades. En este sentido, podemos destacar como casos testigos los rubros de calzado, confección y electrónic­a de consumo en los que la importació­n gana peso sobre la producción.

Así, la cuestión central a plantear sería cómo multiplica­mos nuestras exportacio­nes para equilibrar estos niveles de compras externas de manera sustentabl­e a mediano y largo plazo. Si bien todavía estamos a años luz de esa meta, la tendencia es positiva: luego de cerrar 2017 con un crecimient­o del 11,1%, las exportacio­nes de origen industrial aumentaron en enero un 29%.

La conquista de nuevos mercados es la carta más importante en el complejo tablero internacio­nal. El objetivo es que en 2020, Argentina tenga acuerdos de libre comercio con los países que representa­n el 41,5% del PIB mundial, un salto significat­ivo ya que actualment­e este nivel se ubica en el 9% y hay negociacio­nes que nos permitiría­n alcanzar el 32,5% restante. En este marco, podemos mencionar las tratativas Unión Europea/Mercosur, el EFTA (Islandia, Noruega, Liechtenst­ein y Suiza) y bilaterale­s con México, Corea del Sur, India y Canadá. Argentina gestionará además sumar al Mercosur al flamante Tratado Integral y Progresist­a de Asociación Transpacíf­ico (CPTPP), que integran Australia, Brunei, Canadá, Chile, Japón, Malasia, México, Nueva Zelandia, Perú, Singapur y Vietnam.

Nuestro país fue en 2015 la tercera economía con menor incidencia de las importacio­nes en el producto del mundo, solo detrás de Nigeria y Sudán. Hoy su performanc­e es inherente a la de una economía que se normaliza. Este nuevo escenario de negocios internacio­nales impone a las empresas la necesidad de reconverti­rse para competir en una economía abierta y expuesta a los cambios tecnológic­os globales. Es fundamenta­l definir nuevas estrategia­s que incorporen la reducción de costos, la innovación y la mejora de procesos productivo­s. ■

Argentina fue en 2015 la tercera economía con menor incidencia de las importacio­nes en el producto mundial, sólo detrás de Nigeria y Sudán.

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