Con una tensa audiencia, arrancó el primer juicio por un “travesticidio”
Los fiscales aseguran que el acusado, de 25 años, mató a Diana Sacayán por “odio” a su identidad de género.
“Cuando me vaya espero haber echo un pequeño aporte a la lucha por un mundo sin desigualdad de genero, ni de clase. Cuando yo, esta humilde trava me vaya, no habré muerto… simplemente me iré a besarles los pies a la Pacha Mama.” Eso escribió Amancay Diana Sacayán un año antes de que la asesinaran a puñaladas en su departamento del barrio de Flores. Ayer, comenzó el juicio contra Gabriel Merino, el único procesado, donde los fiscales pidieron -por primera en la historia argentina- que sea contemplado como un travesticidio.
Desde bien temprano, en la puerta de los Tribunales de la calle Talcahuano, un centenar de personas se manifestó con banderas y aplausos para recordar a Diana: “Amigos, amigas y amigues -comenzó Sasha Sacayán, hermano de la víctima-, estamos acá porque fue ella quien nos enseñó a luchar. Vamos a hacernos escuchar, por eso ahora entraremos ahí -señalando el edificio de la Corte Supremapara que se haga Justicia”.
En la primera audiencia, que duró media hora, se leyó la acusación contra Merino, quien tiene 25 años y se presentó de chomba blanca, afeitado y con gesto serio, rígido. No se inmutó cuando los flashes dispararon frente a su rostro. Tampoco cuando el fiscal Ariel Yapour leyó que el crimen se produjo con odio y “con signos de ensañamiento que exceden claramente la mera intención de matar”.
La causa está caratulada como “homicidio triplemente agravado por haber sido ejecutado mediando violencia de género por odio a la identidad de género y con alevosía y robo”. Los familiares y el imputado quedaron cara a cara, aunque Sasha fue quien lo observó fijo durante todo el tiempo. Pero Merino jamás giró la cabeza y sus miradas nunca se cruzaron.
Sacayán se definía como travesti y era una referente en la reivindicación de los derechos de ese colectivo. Coordinaba el Movimiento Antidiscriminatorio de Liberación, fue secretaria alterna de la Asociación Internacional de Lesbianas, Gays, Bisexuales, Trans e Intersex para América Latina y el Caribe, y formaba parte del equipo técnico del área de Diversidad Sexual del INADI.
El 13 de octubre de 2015 fue halla- da muerta en su departamento de Flores con 27 lesiones -13 de ellas eran puñaladas-. Estaba golpeada, atada de pies y manos, y sus asesinos -la pericia demostró que hubo dos autores materiales- la habían dejado en un rincón, bajo un colchón sobre el que había pilas de ropa y papeles.
Merino fue detenido poco después del crimen. La investigación dio por probada su relación con la víctima, a quien contactaba por teléfono y por las redes sociales y a quien visitaba seguido, además, en su domicilio.
El acusado reconoció entonces que había tenido encuentros sexuales con Sacayán a cambio de droga, aunque negó haberla matado y, en cambio, sostuvo que la noche del crimen, al llegar al departamento, encontró a la víctima discutiendo con otro hombre. Nada de eso convenció a la Justicia y por eso quedó imputado y con prisión preventiva desde 2015.
“Mi hermana era y es todo. Un ejemplo de lucha, me enseñó a pelear por mis derechos”, contó Sasha a Clarín antes de entrar a la sala. Afuera quedaron militantes que la recordaron cuando, por ejemplo, logró que los hospitales bonaerenses respetaran la identidad autopercibida de las personas trans o travestis.
Nació en Tucumán y era descendiente de diaguitas. De muy pequeña su familia se mudó a Buenos Aires, a la Matanza. Vivió la pobreza en carne propia. A los 17 se hizo cargo de su identidad trans. En ese momento se prostituía para sobrevivir como tantas otras que, al asumir su condición, quedaban excluidas del mercado laboral. Muchos años más tarde iría a pelear junto a la diputada Karina Nazábal en la legislatura de la Provincia de Buenos Aires la Ley de Cupo Laboral Para Personas trans. A ella le preocupaba que la prostitución fuera la salida de supervivencia para el 95% de la población trans del país.
El DNI, que recibió de la ex presidenta Cristina Fernández, la nombraba con la identidad de género autopercibida: Amancay es una flor amarilla de América del Sur y Diana es el de la amazona guerrera. Así se la veía en las fotos, con flores en la cabeza o gritando y batallando en la legislatura y en la calle. Es allí donde sus compañeras y compañeros buscan que se haga Justicia. ■