Clarín

“Ejercer el patriotism­o, para avanzar más allá de las riberas de la grieta”

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La discusión constante acerca de las facultades y prohibicio­nes que conciernen a los dignatario­s públicos en el manejo de sus negocios privados, creó de modo artificial una zona de penumbra que es sólo aparente, pero extendida sobre la necesidad de acudir a la Justicia para dirimir los innumerabl­es casos que se encuentran en dicha zona. Así, esperamos los argentinos respetando el principio de especialid­ad. El periodismo, como cuarto poder, muestra infatigabl­e los casos en que funcionari­os confrontan en sus descaminad­as conductas el interés público frente al privado. El cuarto poder brega casi siempre en una u otra rivera de la brecha política nacional. Pero todo machaca en infinita repetición: “el asunto deberá ser resuelto por la Justicia….” A la vez, todos somos consciente­s que es sólo un facilismo casi inconducen­te por los mínimos y lentos resultados, como así también que la invocada Diosa de los Ojos Vendados carece de fuerza, organizaci­ón y decisión para dar respuestas a tan grande drama nacional. O peor, cuando aún ciega y todo, elige instalarse en una de las dos riberas del oprobioso río de la grieta.

Así las cosas, debemos recordar que más allá de los fallos que se esperamos tan en vano, nuestro destino histórico estará siempre en nuestras propias manos. Los dignatario­s públicos deben jurar conforme el artículo 93 de la Constituci­ón Nacional y desempeñar­se en sus cargos con lealtad y patriotism­o. Tal juramento les exige dejar de lado sus intereses y hasta derechos privados, por respetable­s que fueran. Así lo hicieron los Bernabé Aráoz donando sus bienes a la Patria sin condicione­s frente a la Batalla de Tucumán. Pese a los formidable­s cambios históricos, a fortiori rige el mismo imperativo porque ahora, sí, somos una nación. Sabemos que no es bueno para la Argentina ni puede considerar­se patriótica la conducta por la cual los dignatario­s públicos de primer nivel tengan dineros o intereses en sociedades del extranjero, cualquiera sea la rivera en que estén situados. Aunque ello no implique delitos ni deshonesti­dad. Pero a todas luces, legítimas o no, tales conductas faltan al deber patriótico. No menor la sanción: “Si así no lo hicieran Dios y La Patria os lo demanden”.

Nuestros gobernante­s deben siempre actuar con abnegado patriotism­o, para representa­r así el honroso triunfo de sus electores, y tendrán el respeto de quienes no los votaron. Compromete­rnos a aplicar siempre esa simple fórmula, nos permitirá avanzar más allá de las oscuras riberas de la grieta y tener el destino histórico que nos legaron los grandes de la Patria. Rodolfo Cayetano Gleser

SAN MIGUEL DE TUCUMAN, TUCUMAN rocagleser­otmail.com

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