Rusia ignora la intimación de Londres por el espía envenenado y exige pruebas
Hoy vence el plazo que dio la premier May a Moscú para que ofrezca explicaciones. El reino ya prepara sanciones.
Al acercarse el plazo de 36 horas dado por la primera ministra británica Theresa May a Rusia por una respuesta ante el envenenamiento del doble agente Sergei Skripal y su hija, la crisis está testeando la solidaridad de Europa pos Brexit y la verdadera profundidad de la alianza transatlántica entre Londres y Estados Unidos. La respuesta ideal que buscaba Gran Bretaña era conseguir sanciones reforzadas, una acción común de la UE, una enérgica condena de Donald Trump y la OTAN en ayuda, con fuerzas desplazadas en los países limítrofes a Rusia.
Moscú, en tanto, ha rechazado el desafío británico. Sergei Lavrov, su canciller, calificó como “sin sentido” las acusaciones a Rusia. Moscú solo responderá cuando Londres le pase información detallada sobre el ataque con el inusual gas nervioso pro- ducido militarmente por los rusos llamado Novichok.
La ilusión británica y entusiasmo del canciller Boris Johnson no coinciden con las decisiones de sus socios europeos, que se han solidarizado retóricamente pero rechazan una nueva ola de sanciones a Rusia. En “off the record” y tras el diálogo entre May y el presidente francés Emmanuel Macron, la posición francesa es mantener las actuales sanciones y establecer un diálogo duro con Moscú.
En un auténtico test a las lealtades en pleno Brexit, Alemania tampoco está reaccionando como May pensaba. El gobierno alemán sugirió a Londres poner “la casa en orden” antes que una sanción colectiva a Rusia. En Italia, buen socio comercial de Rusia, no quieren ampliar las sanciones. Polonia y los Estados Bálticos, donde ya hay desplazados militares británicos, serán más fáciles de convencer.
En el interior de la OTAN, el apoyo hacia Gran Bretaña es fuerte. Se habla de la aplicación de la cláusula que sostiene que un ataque a un Estado miembro es un ataque al bloque. Pero complica a este sólido frente la presencia de Turquía, un aliado de Vladimir Putin en la guerra civil en Siria. Cualquier respuesta será muy difícil de coordinar, aunque May espera el cónclave de la OTAN en julio para discutirlo con Trump.
El canciller Johnson estaba exultante tras conversar telefónicamente con el hasta ayer secretario de Estado norteamericano, Rex Tillerson. Pero a la hora del almuerzo en Londres se enteró de que Trump lo había echado. El lunes, Tillerson había condenado a Rusia. Pero Trump prefirió diluir su apoyo: “Cuando tengamos los hechos exactos, si estamos de acuerdo con ellos, condenaremos a Rusia o quienquiera que sea”, dijo.
El ultimátum a Rusia vence a la hora cero de este miércoles. Hoy Theresa May llevará la crisis al Parlamento, para anunciar las medidas. Hay una decisión de los diputados de unirse en el repudio y la acción. “Si no hay una respuesta creíble, vamos a concluir que esta acción representa un ilegal uso de la fuerza por el Estado ruso contra Reino Unido”, advirtió la premier en su declaración el lunes ante la Cámara de los Comunes.
Esto significa que Gran Bretaña podría invocar el artículo 51 de la ONU, que le permite la legítima defensa, proveyendo potencialmente una base legal para una ofensiva contra Rusia. También dijo que adoptaría medidas más duras que las que eligió como ministra del Interior, tras el asesinato en suelo británico del espía ruso Alexander Litvinenko en 2006.
Las medidas de represalia y sanciones no solo dependerán de la unidad europea. Si no la apoyan, Gran Bretaña avanzará sola. Incluirá expulsiones de diplomáticos y espías, sanciones económicas, financieras y las muy discutidas sanciones de Magnitisky. Ellas llevan ese nombre en homenaje al auditor que murió en Moscú en 2009 preso, después de exponer una masivo fraude que involucró a la policía y a oficiales fiscales en Rusia. Si se aplican, eso permitirá la confiscación de propiedades y congelamiento de cuentas de banco de los abusadores de derechos humanos y oligarcas rusos amigos de Vladimir Putin, con cuentas en la City británica, propiedades en el sur de Gran Bretaña e hijos en los mejores colegios y universidades británicas. Habría restricción de visas y de viajes de rusos.
Gran Bretaña prepara a sus militares para un contraataque cibérnetico. Puede incluir un ataque a las computadoras del Kremlin, a los sitios que distribuyen “fake news” y a las fábricas de trolls del Estado ruso.
Otro proyecto de May es conseguir un boicot para que los políticos y funcionarios británicos no asistan al mundial de fútbol en Rusia. Gran Bretaña espera la solidaridad de Europa, Australia y Japón en el boicot. ■