Una terminal hecha de apuro y con lo mínimo
El aeropuerto de El Palomar tiene una precariedad preocupante y le cuesta mucho dinero a la por ahora única compañía aeronáutica que opera en la ex base militar, es decir, Flybondi. Norwegian, posiblemente el único proyecto serio de “low cost” de la Argentina, no iniciará operaciones en un aeropuerto cuya operatividad está prácticamente comprometida por una garúa.
El Gobierno de Macri tomó la gran decisión de ponerle fin al proteccionismo dañino en el sector aerocomercial y parecerse, no solo a países de primer mundo, sino a Brasil y Chile. Nos enfrentamos a dificultades no achacables al gradualismo si queremos explicar la precariedad de El Palomar. Es más bien la improvisación, demora en la mejora estructural del aeropuerto y mucho voluntarismo.
Según la Administración Nacional de Aviación Civil, El Palomar no tiene ILS (Instrument Landing System), el instrumento con décadas de uso en la aviación que permite llevar a tierra, con seguridad, una aeronave cuando hay malas condiciones me- teorológicas. Esa ausencia tuvo su primera muestra en el vuelo inaugural de Flybondi, que no pudo ahorrarle un sinsabor al ministro de Transporte, Guillermo Dietrich, que acudió a la inauguración de un vuelo frustrado. La lluvia se hizo presente y el avión debió desviarse a Ezeiza.
La situación ha empeorado y, a partir de la decisión judicial que garantiza tres operaciones diarias, Flybondi tuvo que mudar 30% al 60% de su actividad a Aeroparque. Entre otros problemas, esta situación le cambia la ecuación económica a la firma, que naturalmente en el Jorge Newbery no tiene la tasa aeroportuaria más baja que sí obtiene en El Palomar.
A El Palomar no solo le falta ILS. También le falta extensión a la pista para poder operar con mejores márgenes de seguridad un Boeing 737 y un ranurado en la pista que posibilite un drenaje que evite que se inunde cuando llueve. Para ser generosos, digamos que a la terminal tampoco le sobra nada.
Las low-cost en el mundo son una realidad. Argentina, en cambio, sigue discutiendo regulaciones tarifarias y lidiando con aeródromos que siguen muy lejos de lo que la hora exige. Aerolíneas Argentinas, 2.000 días de pérdidas