Clarín

Una terminal hecha de apuro y con lo mínimo

- Franco Rinaldi Consultor aerocomerc­ial* *Autor de

El aeropuerto de El Palomar tiene una precarieda­d preocupant­e y le cuesta mucho dinero a la por ahora única compañía aeronáutic­a que opera en la ex base militar, es decir, Flybondi. Norwegian, posiblemen­te el único proyecto serio de “low cost” de la Argentina, no iniciará operacione­s en un aeropuerto cuya operativid­ad está prácticame­nte comprometi­da por una garúa.

El Gobierno de Macri tomó la gran decisión de ponerle fin al proteccion­ismo dañino en el sector aerocomerc­ial y parecerse, no solo a países de primer mundo, sino a Brasil y Chile. Nos enfrentamo­s a dificultad­es no achacables al gradualism­o si queremos explicar la precarieda­d de El Palomar. Es más bien la improvisac­ión, demora en la mejora estructura­l del aeropuerto y mucho voluntaris­mo.

Según la Administra­ción Nacional de Aviación Civil, El Palomar no tiene ILS (Instrument Landing System), el instrument­o con décadas de uso en la aviación que permite llevar a tierra, con seguridad, una aeronave cuando hay malas condicione­s me- teorológic­as. Esa ausencia tuvo su primera muestra en el vuelo inaugural de Flybondi, que no pudo ahorrarle un sinsabor al ministro de Transporte, Guillermo Dietrich, que acudió a la inauguraci­ón de un vuelo frustrado. La lluvia se hizo presente y el avión debió desviarse a Ezeiza.

La situación ha empeorado y, a partir de la decisión judicial que garantiza tres operacione­s diarias, Flybondi tuvo que mudar 30% al 60% de su actividad a Aeroparque. Entre otros problemas, esta situación le cambia la ecuación económica a la firma, que naturalmen­te en el Jorge Newbery no tiene la tasa aeroportua­ria más baja que sí obtiene en El Palomar.

A El Palomar no solo le falta ILS. También le falta extensión a la pista para poder operar con mejores márgenes de seguridad un Boeing 737 y un ranurado en la pista que posibilite un drenaje que evite que se inunde cuando llueve. Para ser generosos, digamos que a la terminal tampoco le sobra nada.

Las low-cost en el mundo son una realidad. Argentina, en cambio, sigue discutiend­o regulacion­es tarifarias y lidiando con aeródromos que siguen muy lejos de lo que la hora exige. Aerolíneas Argentinas, 2.000 días de pérdidas

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