Loustau padre e hijo, presentes en las únicas finales superclásicas
El 22 de diciembre de 1976, Juan Carlos Pichi Loustau se subió a su Fiat 600 y manejó desde Temperley hasta Avellaneda. Estacionó sobre la calle Cuyo y caminó -en saco y corbata- entre la muchedumbre hasta ingresar al estadio de Racing. "No tuve ningún inconveniente. Y cuando terminó el partido, me fui sin problemas", le cuenta hoy a Clarín un Loustau feliz por la llegada de su sexto nieto. El ambiente ya palpitaba el Superclásico entre Boca y River, por la definición del Nacional de 1976. Y Loustau había sido designado como juez de línea, junto con Arturo Ithurralde (juez principal), Claudio Casadedio (línea) y Ángel Coerezza (cuarto árbitro).
Pero este miércoles, 42 años después, arribará a Mendoza de una manera completamente diferente su hijo Patricio, quien fue designado como árbitro principal de la Supercopa Argentina.
"Hablé con él y le dije: 'Fijate lo que es la historia que cuando yo dirigí aquel partido vos tenías sólo un año y medio'. En ese entonces, yo me encargué de lo que ocurrió de la línea para afuera. Pero él, este miércoles, será el responsable dentro de la cancha", reveló Loustau padre.
Es que ese encuentro que se disputó en un colmado estadio de Avellaneda (al que no se podía denominar Presidente Juan Domingo Perón por orden de la dictadura militar), se mantiene como el único antecedente de la gran final que se jugará en Mendoza. Y en ambas ocasiones, el apellido Loustau está presente en el equipo arbitral.
Más de 40 años separan una final de la otra. Y Patricio Loustau no llegará caminando entre la gente, pero sí en saco y corbata, como lo hacía su padre en su época. También dará el pitazo inicial este miércoles a las 21.10, en el Malvinas Argentinas de Mendoza.
"Patricio a mayor presión tiene más precisión. Está acostumbrado a dirigir esta clase de partidos. Jugar bajo presión es un privilegio para los árbitros, porque sólo los mejores tienen esta clase de responsabilidad", cierra elogioso el padre de Pato. ■