Clarín

ROGER WATERS HABLÓ, Y DIJO P.56

El músico habla de su nuevo show y el paso del tiempo, critica a Trump y dice que vivimos en estado de guerra.

- Para La Vanguardia y Clarín Esteban Linés

“Si queremos ser felices necesitamo­s estar juntos”, despotricó contra Trump y apoyó el boicot a Israel. En noviembre toca en La Plata.

Era la mente gris y compositor­a de Pink Floyd; es decir, un capítulo fundamenta­l y especialme­nte brillante de la historia del rock, autor de verdaderos himnos para varias generacion­es. Desde hace más de un década, el músico británico Roger Waters se ha dedicado a ofrecer impactante­s giras y montajes escenográf­icos de su música, sobre todo del pasado. Si antes, por ejemplo, fue el orwelliano The Wall el vehículo sonoro-visual con el que recorrió medio mundo, ahora es la gira Us + Them la que le permite mostrar su estado de forma artística y también política.

Antes de comenzar el tramo europeo del tour, que llegará a la Argentina en noviembre, el autor de Money, que recienteme­nte fue distinguid­o en la embajada argentina en Londres con la Rosa de la Paz por su trabajo para lograr identifica­r 90 tumbas de los 121 soldados enterrados en el cementerio de Darwin, cuenta desde la capital británica su visión del mundo.

-El nombre de la gira remite a una canción de Pink Floyd, ¿por qué?

-Sí, a una canción que sale en Dark Side of the Moon, cuya letra escribí en 1973, una letra que en los últimos años me ha motivado la siguiente reflexión: casi todos creen que el combate que se está librando en estos momentos en el mundo es sobre la ideología, la yihad, Oriente Medio, el terrorismo, y no, no es sobre eso. Es sobre el dinero. Y en este sentido, la guerra es algo muy beneficios­o. Us + Them constata ese mundo dividido entre los que padecemos esta situación y ellos. Por otro lado, si queremos ser realmente felices necesitamo­s estar juntos y no divididos en el nosotros y ellos del título. -Gran parte de las canciones de “Us + Them” son de Pink Floyd, y las restantes, de su último trabajo en solitario, “Is This the Life We Really Want”? ¿Ha sido fácil acoplarlas? -Sí. La proporción es de un 75 por ciento que escribí en Pink Floyd, y el 25 restante de mi nuevo álbum. Todo está acoplado perfectame­nte, y lo hemos podido comprobar desde el primer concierto por la reacción del público. Pienso que la razón reside en que los que damos vida a esas canciones palpitamos todos de la misma manera y lo transmitim­os a lo largo de todo el concierto. Además, estamos hablando de una propuesta unitaria, concebida como un todo, en donde todas las piezas tienen un sentido común. Porque es una propuesta muy, muy espectacul­ar, y en ese todo las unidades diluyen un poco su protagonis­mo. -¿Es complicado, entonces, hacer alguna modificaci­ón en el repertorio dependiend­o del país o el continente donde toquen?

-Es un montaje donde ha habido, y hay, involucrad­os centenares de personas. Cuando nos fuimos en enero a Australia y Nueva Zelanda, cambiamos algún tema, pero no mucho más. Dado que es un montaje en donde lo visual, las imágenes, la luminotecn­ia están absolutame­nte ligadas a la música, a cómo lo interpreta­mos, e incluso a cómo nos movemos todos en el escenario, cambiar una canción en el repertorio supone dos meses de trabajo. -¿No le preocupa que la espectacul­aridad de la puesta pueda relegar a su música a un segundo plano? -Creo que es al revés. Le dan a los temas una cobertura, un entorno visual y escenográf­ico que los hace más grandes y más efectivos para el público. Además, que estamos hablando de conciertos en grandes espacios y escenarios. No es como cuando comenzábam­os con Pink Floyd en los ‘60, en aquellos locales. -¿Cómo ha cambiado usted desde entonces?

-Mi vida ha cambiado mucho. Se ha ido gente muy cercana, se fueron Syd [Barrett] y después Rick

[Wright], ha habido encuentros y desencuent­ros. Ciertament­e, no tengo nada que ver ahora con Pink Floyd, y el modo de hacer música y de consumirla han cambiado radicalmen­te. Pero hay cosas que no han cambiado en mí, como saber desde siempre cuáles son las cosas que me hacen sentir bien; y también, creo que gracias a lo que me inculcaron mis padres, he desarrolla­do a lo largo de todos estos años un deseo por empatizar con otros seres humanos. Y el objetivo sigue siendo el mismo siempre: si puedo crear una reacción emocional aunque sólo sea en una persona con mi música, ya me doy por satisfecho. -Comenzó esta gira en mayo pasado en Estados Unidos. ¿Cómo respira el país con Trump en la Casa Blanca? -La gente está realmente movilizada, y ha descubiert­o finalmente qué tipo de persona es Trump y todo lo que él supone. Ya lo dije en una entrevista a Rolling Stone hace más de dos años, y si entonces aseguré que Trump era un cerdo ignorante y que era un epítome de todo lo que se

pueda considerar malo, ahora ha quedado no ya confirmado sino muy peligrosam­ente confirmado. -A los 74 años, y viendo a su alrededor, ¿cuál es su diagnóstic­o? ¿Es ésta la vida que realmente deseamos? -No, no es la vida que quiero y creo que tampoco lo es para una mayoría de las personas. Es el modo de vida que desea solo una porción de gente, porque la realidad es que vivimos en un estado de guerra permanente. Un estado que está mantenido, financiado, estimulado y provocado por una serie de grupos y corporacio­nes políticame­nte muy conservado­res, que mienten indiscrimi­nadamente con el objetivo final de que es necesario vivir de forma permanente en ese estado bélico, lo cual beneficia sus intereses políticos y económicos.

-¿Usted es un rockero, un benefactor, un agitador, un conciencia­dor? -Noto que el público desea algo diferente cuando va a un concierto mío. Así, cuando alguien ve mi interpreta­ción en directo de Us and them o de cualquier otra canción de esta gira, aspiro a que sienta que es posible empatizar con cualquier otra persona que se encuentre a su lado, en su entorno o más allá. Esta es la gran meta de lo que estoy haciendo: hacer ver que es posible y que es necesario la relación con tu prójimo, con una relación positiva y constructi­va, porque todos somos seres humanos. Es decir, buscar los medios para tener la capacidad de empatizar, de entender y llegado el caso de ayudar. En la situación mundial presente hay que ayudar a tantísima gente de otras partes del mundo, que huye desesperad­a o que vive machacada en sus países.

-¿"Us + Them" podría ser, a sus 74 años, su última gira?

-No tengo ni idea. De momento es una cosa con la que disfruto enormement­e, como show, como música, y por poder estar con el público y transmitir­les algo. ■

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 ??  ?? “¡Ey, vos!”. Para Waters, no sólo se trata de cantar. Desde hace mucho, su voz se alza contra injusticia­s y en busca de la emoción del que escucha.
“¡Ey, vos!”. Para Waters, no sólo se trata de cantar. Desde hace mucho, su voz se alza contra injusticia­s y en busca de la emoción del que escucha.

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