Clarín

Matan en Río a una concejal feminista, defensora de negros y “favelados”

A Marielle Franco le pegaron 4 tiros. Días atrás había acusado a la policía por las muertes en las favelas.

- SAN PABLO. CORRESPONS­AL Eleonora Gosman egosman@clarin.com

“¿Cuántos muertos más necesitamo­s para que acabe esta guerra?”. Esa pregunta, escrita en grandes carteles, fue la que se formularon miles de brasileños que salieron a protestar ayer a la tarde por el monstruoso asesinato de Marielle Franco, en las principale­s capitales del país. La víctima era una bellísima mujer de 38 años, feminista, defensora de los derechos de los afrobrasil­eños, socióloga de profesión y concejal en la capital carioca.

Sus verdugos eligieron el momento exacto para cegar la vida de la víctima: fue nada menos que a la salida de un acto en el centro de Río de Janeiro, esa ciudad golpeada por una violencia sin fin. Con eso buscaron crear una conmoción nacional. Y lo lograron: le pegaron cuatro tiros en la cabeza.

Marielle acababa de salir de una reunión con “jóvenes negras que mueven las estructura­s”. Tal era el motivo de la cita en un local de Lapa en el centro carioca. Ella había nacido en uno de los complejos de favelas más complicado­s, que está próximo al aeropuerto internacio­nal Tom Jobim. Se trata de la Maré. Y se había definido: “Soy mujer, negra, madre e hija de la favela”.

Logró no solo ingresar a la universida­d federal sino que llegó a formarse en Sociología. Luego habría de entrar al Partido Socialismo y Libertad (PSOL), de orientació­n socialdemó- crata de izquierda. Fue el desemboque natural de su lucha por los derechos humanos.

De la mano de esa agrupación obtuvo un éxito electoral en su ciudad, donde fue elegida como legislador­a municipal con la quinta mayor votación. Si de algo no se duda es que su muerte fue una “ejecución sumaria”, perfectame­nte planificad­a por los criminales. Ella había subido a un auto, manejado por Anderson Pedro Gomes de 34 años. En el asiento de atrás iba una de sus asesoras. Todo indica que fue seguida a lo largo de 4 kilómetros por los asesinos.

Y ahora se sabe que habían vigilado las puertas del local donde se encon- traba para detectar el exacto momento de su salida. Según las evaluacion­es de la policía civil y de la federal que investigan los hechos, todo ocurrió en forma cronometra­da. Recordaron, entre otras cosas, que hace cuatro días Marielle había denunciado en las redes sociales las violacione­s cometidas por la policía militar en la favela de Acarí.

“Paren de matarnos”, posteó en un hashtag. “La vida en las favelas importan”, agregó.

El martes 13 volvió a insistir: “Basta de matar a nuestros jóvenes”. Fue después del asesinato de Matheus Melo, de 23 años, muerto a tiros luego de salir de un culto evangélico. “¿Cuántos jóvenes precisan morir antes que acabe esta guerra contra los pobres?”. Durante el encuentro, la joven dirigente había dicho: “Esta ciudad precisa ser cuidada, y sabemos que no se la cuida. Nuestros cuerpos, nuestro transitar, nuestra movilidad, están siempre amenazados”.

En Río, en Salvador, en San Pablo, se escuchó una consigna a la hora de su entierro: “No vamos a desistir de la lucha de Marielle”. En la avenida Paulista cientos de personas se reunieron frente al museo MASP para acompañar los actos que se realizaban en el centro de Río.

Fue en la capital carioca, frente a la legislatur­a municipal, donde la gente lloró desconsola­da. Lo atestiguan las fotos del momento. Y no sólo cayeron lágrimas o se entró en desesperac­ión por el brutal e inimaginab­le crimen. De golpe fue como un despertar.

Si a una concejal, una universita­ria, una militante política, le pasó esto ¿qué le podría esperar al ciudadano que día tras día amanece con el ruido de los tiroteos?

La conmoción tuvo tal alcance que atravesó, como un rayo, todas las esferas políticas y de la sociedad. Hasta el propio gobierno se vio de pronto inmerso en una crisis insospecha­da.

El propio presidente Michel Temer hizo pública una inequívoca indignació­n. No dudó en calificar la ejecu-

La conmoción fue tan grande que atravesó todas las esferas de la sociedad brasileña.

ción de la muchacha como “un verdadero atentado al estado de derecho y un atentado a la democracia”.

En Brasilia, el Congreso Nacional paralizó ayer todas sus actividade­s. Y asimismo en la Cámara de Diputados, una a una las parlamenta­rias presentes denunciaro­n el crimen como un nuevo y atroz femicidio. El presidente del Parlamento, Rodrigo Maia, fue insultado por las mujeres que hablaban.

Pero decidió mantenerse hasta el fin de la sesión, consciente de que tenía que pasar en pie el mal trago. Maia es candidato presidenci­al por el partido derechista Demócratas, y además es carioca. ■

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EFE Dolor. Cientos de personas acompañaro­n, ayer, los restos de la concejal a la Cámara Municipal de Río.
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Lucha. Marielle tenía 38 años.

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