Clarín

Un grave atentado con múltiples destinos, también contra las FF.AA.

- Eleonora Gosman egosman@clarin.com

El asesinato de la concejal carioca, Marielle Franco, una joven socióloga y activista del movimiento negro y femenino, provocó una profunda convulsión en la sociedad y el gobierno federal. Es “un verdadero atentado al estado de derecho y a la democracia” declaró el presidente Michel Temer y calificó el hecho de “asesinato de una representa­nte popular” que luchaba “por la paz y la tranquilid­ad de la ciudad de Río de Janeiro”. La reacción presidenci­al se lee a la luz de cómo ocurrió este atentado contra este cuadro político del Partido Socialismo y Libertad.

Todo el universo político se vio conmovido, por el hecho en sí, y por el mensaje mafioso que representa. No puede desligarse este caso de lo que sucede en la capital carioca luego que el Ejército se encarga de la seguridad. Esa intervenci­ón militar apunta a cercar a las bandas del narcotráfi­co pero, especialme­nte, a los grupos parapolici­ales conocidos como “milicias” que tienen en las favelas su fuente principal de ingresos. Es por eso que la presencia de las FF.AA., lejos de ser rechazada por los moradores de las comunidade­s, es vista como una barrera contra los “abusos y la crueldad” ejercida por la policía militar (la del estado provincial). Esto fue lo que le dijo días atrás a esta correspons­al la presidenta de la Federación de Favelas de Río Deusimar Dacostam cuando sostuvo: “Tenemos que tener mucho cuidado de no condenar en vano la intervenci­ón mi- litar. Entre otras cosas, la presencia del Ejército evita la tremenda violencia que ejerce en nuestras comunidade­s la putrefacta policía militar”.

La “ejecución” de la joven Marielle fue un “mensaje mafioso” dirigido al gobierno, las FF.AA. y a los que luchan por los derechos femeninos y raciales. Fue también una señalizaci­ón hacia la izquierda, a donde pertenecía la muchacha. No por acaso Temer convocó para hoy a una reunión de emergencia para discutir el impacto de semejante asesinato. En ella se acordó que el ministro de Seguridad Pública Raúl Jungmann acompañe desde Río las investigac­iones del caso. “Queremos saber quiénes fueron en el menor plazo posible”.

Lo terrible de este femicidio es que no fue casual. Se constituyó en una operación muy bien planificad­a según las evaluacion­es de la policía civil y de la federal. Hace cuatro días Ma- rielle había denunciado en las redes sociales las violacione­s cometidas por la policía militar en la favela de Acarí. “Paren de matarnos” postó en un hashtag. “La vida en las favelas importan”. Y el martes 13 volvió a insistir: “Basta de matar a nuestros jóvenes ¿Cuántos jóvenes precisan morir antes que acabe esta guerra contra los pobres?” Ayer miércoles por la noche, Marielle fue asesinada en un auto junto con el conductor, Anderson Pedro Gomes. El hombre, que había perdido su empleo, hacía changas con el vehículo. Ahora hay una percepción: éste es el hecho que colma un vaso lleno de insatisfac­ciones debidas a la situación política y social del país. Tal vez por ese sexto sentido que preanuncia la muerte, la joven militante y socióloga, convocó a las mujeres a “salir de aquí con el cuerpo y la mente fortalecid­a para las batallas que van a venir”. ■

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