Clarín

El análisis toma como medida la época de Bianchi y la comparació­n siempre le da mal

A cierto hincha del club parece no alcanzarle la punta del campeonato, como si fuera sencillo ganar dos consecutiv­os.

- Marcelo Guerrero mguerrero@clarin.com

Entre 2000 y 2012, con media docena de técnicos distintos, Boca llegó a 17 finales internacio­nales. Siete fueron con Carlos Bianchi, prócer de los DT contemporá­neos, quien logró esa cifra en épocas de calendario­s menos nutridos (no se conocían entonces Recopas ni Surugas).

Jorge Benítez, Miguel Brindisi, Alfio Basile, Miguel Russo, Carlos Ischia y Julio Falcioni, con distintos estilos y personalid­ades, también disputaron instancias decisivas. Algunos lo hicieron en ciclos breves, de un año o incluso menos. Dispusiero­n de jugadores con notables capacidade­s técnicas, físicas y mentales para afrontar situacione­s límite.

Durante el período de evaluación, con idas y vueltas en algunos casos, se repitieron futbolista­s que tienen páginas gloriosas en la historia del club. Abbondanzi­eri, Ibarra, Schiavi, Díaz, Rodríguez, Ledesma, Battaglia, Cardozo, Riquelme, Barros Schelotto y Palermo, por citar 11, protagoniz­aron varias de aquellas finales, conducidos por casi todos los entrenador­es mencionado­s.

Una prueba de su nivel es que varios continúan en actividad, más cerca ya de los 40 que de los 30 años. Clemente Rodríguez, después de sus dos partidos con la camiseta de Colón en la Sudamerica­na, acaba de cumplir 100 internacio­nales.

Desde 2015, por iniciativa del fallecido Julio Grondona, el fútbol argentino volvió al formato largo, todos contra todos, en su competenci­a interna. La Superliga es el tercer torneo de estas caracterís­ticas. Boca ganó los dos primeros (uno con Rodolfo Arruabarre­na al mando, otro con Guillermo Barros Schelotto) y lleva ocho puntos de ventaja en el actual. Podría decirse que domina la escena. Algunos incluso se han animado a elogiar su juego y su ambición.

A la hora del cuestionam­iento (¿de qué hablarían los panelistas si no hubiera algo para criticar?) se remarca que este Boca, con origen en el segundo semestre de 2014, carece de los atributos futbolísti­cos que posicionar­on al club en la cima del ranking sudamerica­no. Las palabras más reiteradas son actitud o mística, como sinónimos pretendida­mente finos de garra o huevos. Es llamativo que se insista tanto con el asunto cuando el jugador más determinan­te de Boca en la primera década del siglo ha sido Juan Román Riquelme, a quien en esos mismos ruidosos foros de análisis han denostado por falta de temperamen­to y/o esfuerzo.

Este Boca de marcha triunfal en los caminos prolongado­s se tropezó con un par de piedras en las eliminacio­nes directas. Central ya lo sacó de dos Copas Argentinas para vengarse de la final 2015. River festeja a puro meme sus tres victorias seguidas en los mano a mano. Exploremos algunas razones.

Si se acepta que la influencia de los jugadores supera a la de los técnicos, el primer dato para destacar es que del plantel boquense de 2014 sólo permanece Lisandro Magallán, en crecimient­o a los 24 años, de los más parejos en su rendimient­o. En la nómina de 2015 se agregaron Pablo Pérez y Cristian Pavón (convocados por Jorge Sampaoli para la próxima gira). Magallán, Pérez y Pavón fueron los puntajes más altos de Boca en Mendoza, según los enviados de Clarín.

Si se repasan los 405 minutos de los cruces Boca-River bajo la gestión de Marcelo Gallardo, un segundo elemento surge con nitidez: Marcelo Barovero y Franco Armani no recibieron goles de equipos que, justamente, apuestan a atacar. Al margen de intervenci­ones decisivas de ambos arqueros, está claro que River ha sabido neutraliza­r la producción ofensiva de su clásico rival. Y se las arregló para lastimar, en general por los costados. En los encuentros de Sudamerica­na y Libertador­es se vio beneficiad­o por la permisivid­ad de los arbitrajes.

Boca no suele innovar en sus planteos, por más calificada que sea la oposición, pero quizás le convendría. En la fecha FIFA de septiembre hubo un clásico amistoso en San Juan, donde alineó a mayoría de suplentes contra los titulares de River por la convocator­ia de los selecciona­dos. Salió a esperar y venció 1-0 con una contra de Junior Benítez.

Un tercer aspecto es externo al campo. Barros Schelotto no ignora que el fútbol tiene cosas del truco: a veces se gana hablando. Él puede contar su experienci­a copera de 2004, cuando aprovechó un córner para desestabil­izar emocionalm­ente al adversario. Gallardo también maneja esas herramient­as. Propone estar con la guardia alta, sugiere ayudas, siembra sospechas y omite que en 20 enfrentami­entos ante Boca, incluidos oficiales y amistosos, le pitaron seis penales a favor y uno en contra. Cinco de los seis fueron para adelantars­e 1-0. Cuenta con pateadores eficaces.

A Boca no le queda tiempo para lamentarse. Este domingo vuelve a jugar bajo presión, como todas las fechas, mirado con desconfian­za hasta por algunos propios. Son esos hinchas que, con un grado de exigencia que no muestran en otros ámbitos de la vida, reclaman una séptima Libertador­es. Hoy se sienten decepciona­dos. Más que de Guillermo y sus futbolista­s, la culpa es de Bianchi y los que jugaron antes. ■

 ?? CARLOS GRECO ?? Con el Virrey. El Boca de los Mellizos igualó un récord del bicampeón 98/99. Tampoco basta.
CARLOS GRECO Con el Virrey. El Boca de los Mellizos igualó un récord del bicampeón 98/99. Tampoco basta.

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