Mirada sobre la vida humana, y la justicia como frontera
• A comienzos de este año, el asesor presidencial, Durán Barba, manifestó que la mayoría de los argentinos quiere la pena de muerte. Luego, el presidente Macri abrió el debate para legalizar el aborto. Hace unos días, un policía mató en Tucumán -con un tiro en la nuca- a Facundo, un niño de 11 años. Son tres modos de tratar a la vida humana: pena de muerte, aborto y gatillo fácil. Frente a ellos puede haber dos posiciones consistentes y una variedad de posiciones inconsistentes.
La primera posición consistente es la que acepta los tres. Es consistente porque no distingue: la vida humana siempre está sujeta a cálculo. Tiene un valor relativo. La otra posición consistente es la que rechaza los tres. Para esta posición la vida humana es vida sin importar las circunstancias. La vida debe respetarse siempre.
En el medio hay varias posiciones inconsistentes. La que dice “no al aborto” y “sí al gatillo fácil”, la que dice “no al gatillo fácil” y “sí al aborto”, y otras posibles combinaciones. Son inconsistentes porque discriminan. Hacen distinciones acerca de qué vidas merecen ser vividas y cuáles no. Por ser discriminatorias e incoherentes, deberíamos sospechar. La posición que acepta todo (pena de muerte, gatillo fácil y aborto) debe rechazarse porque encarna lo que se ha llamado “cultura de la muerte”.
Hoy necesitamos defensores de la vida consistentes. Ciudadanos que le digan “sí a la vida” de todos, en todas las circunstancias. Nacidos o por nacer, pobres o ricos, buenos o malos.