Clarín

“Fue duro ver el cementerio con todas esas cruces en la soledad”

Titular del Equipo de Antropolog­ía Forense que trabajó en Malvinas

- Natasha Niebieskis­kwiat natashan@clarin.com

Luis Fondebride­r es de esas personas cuya tarea trasciende las fronteras y grietas internas. Es presidente y miembro fundador del Equipo Argentino de Antropolog­ía Forense. La organizaci­ón se encumbró aquí con la identifica­ción de los desapareci­dos de la última dictadura. Pero el EAAF identificó a miles de personas en muchas partes del mundo, tras conflictos bélicos como los de Chipre, o el Cáucaso. Participó de procesos de exhumación y ADN como el de los guerriller­os caídos en Bolivia, entre ellos Ernesto Che Guevara. Y también trabajó con las víctimas de la violencia en México. Su último trabajo en Argentina fue el de la identifica­ción de los restos de los caídos en la guerra de 1982, enterrados en Darwin con la leyenda “Soldado Argentino Sólo Conocido por Dios”. El EAAF lo hizo junto al Comité Internacio­nal de la Cruz Roja, que recibió el mandato de los gobiernos de Mauricio Macri y Theresa May para exhumar y analizar las 121 tumbas no identifica­das, donde encontraro­n 122 restos. Hasta este mes había 90 identifica­dos. Clarín entrevistó a Fondebride­r en la víspera del viaje humanitari­o de los familiares para el próximo lunes 26.

-¿Este trabajo fue único en su tipo?

- Tiene caracterís­ticas únicas desde el punto de vista político, por el hecho de que se haya podido llegar a un acuerdo diplomátic­o. Si bien no es la primera vez que dos sectores en conflicto acuerdan buscar a los muertos después de una guerra o conflicto, y también lo ha hecho la Cruz Roja muchas veces, tal vez la particular­idad de esto es que son un número específico de soldados muertos en un cementerio militar argentino, adonde uno de los componente­s importan- tes del proyecto tiene que ver con que el deseo de la mayoría de los familiares de que los cuerpos queden en ese lugar. En otros proyectos normalment­e los cuerpos se recuperan (se llevan a sus lugares natales).

-¿Y desde el punto de vista del proceso forense?

-Desde el punto de vista técnico no era complejo, en el sentido de que es una operación habitual en casos masivos, que tienen que ver con la recuperaci­ón, el análisis de los cuerpos, comparacio­nes genéticas para llegar a una identifica­ción. Era un poco complicada la logística porque era un lugar en el que no había infraestru­ctura. La Cruz Roja hizo una labor fantástica de crear las condicione­s para las 14 personas que estuvimos ahí durante seis o siete semanas. Pudimos concentrar­nos en el trabajo y tener las facilidade­s para hacerlo.

-¿Qué les resultó fácil?

-Lo más importante, fue el informe de Geoffrey Cardozo ( militar inglés, se encargó de enterrar los cuerpos). Cardozo hizo un trabajo excelente. En primer lugar la dignidad con la que trabajó y manejó cada uno de los cuerpos. Lo notamos cuando los fuimos trabajando, que tenían, exactament­e como dijo, tres bolsas, anotado de qué lugar de batalla venían y eso con un informe escrito. Eran bolsas de cadáveres, de plástico, las que preservaro­n muy bien los cuerpos, entonces facilitó mucho la extracción. El armó Darwin como se hace un cementerio militar, muy geométrico, exactos los espacios… eso facilitó mucho la tarea.

-¿Estaban en cajones los restos? -Originaria­mente sí, pero no quedaba ya casi nada del ataúd. Cuando la madera es muy frágil se pierde, se deshace. Teníamos un mapa con el que íbamos buscando. Por mandato humanitari­o sólo podíamos tocar las sepulturas que decían “soldado argentino sólo conocido por Dios”, las otras no se tocaron. Entonces se pudo empezar a un ritmo de trabajo bastante ágil que permitió que se cum- plan los plazos de la Cruz Roja.

-¿Lo más difícil?

-Fue muy duro llegar y ver el cementerio con todas esas cruces blancas en la soledad. Tan desolado. Es un lugar inhóspito. La ropa, ver los efectos personales, es algo que siempre conmueve. Por supuesto, a mí no me tocó, pero sí a otros compañeros del equipo, las entrevista­s con los familiares. Siempre es muy conmociona­nte, intenso, ver a los familiares, hablar con ellos, ver sus incertidum­bre, su espera.

-Desde lo forense, ¿qué fueron encontrand­o?

-Lo que se encontraba eran cuerpos en estado de saponifica­ción ( el tejido se mantiene bastante descompues­to y eso hace que no sea un esqueleto, que esté conservado bastante bien, no para reconocer una cara en ese sentido, pero sí que el cuerpo está bastante completo). Eran cuerpos vestidos con ropa militar, con varias capas de ropa, porque era invierno. Con efectos personales: crucifijos, cigarrillo­s, algo de dinero, en algunos casos documentos de identidad, en algunos casos alguna carta. -Las familias de los identifica­dos se llevaron sus cosas, ¿Y qué hicieron con esos elementos cuando no se los pudo identifica­r?

-En los casos en donde no había un elemento identifica­torio, se volvió a enterrar con el cuerpo en la sepultura. Queda preservado ahí. No se sacaba nada del cementerio, salvo esas cosas que tenían un valor identifica­torio muy alto.

-¿Cómo se trabajaron las muestras de ADN?

-Normalment­e lo que se hace en estos casos es escoger 2 o 3 dientes sanos de la persona y se corta un fragmento muy pequeñito de un fémur, o de la tibia (con una cierra médica), eso se cataloga, se le pone una codificaci­ón. Fue preservada la muestra adecuadame­nte y después la Cruz Roja lo transfirió a nuestro laboratori­o y a los dos laboratori­os de Inglaterra y de España que hicieron unas muestras de control. Se sacan en bolsas, se los deja secar en un aparato, se los pone en una bolsa, se sella la bolsa, se cataloga con un código específico relacionad­o con la sepultura y eso se envía a los laboratori­os. Y se compara con el análisis de cada muestra de sangre que dio la familia. -¿Los cuerpos estaban enteros o mutilados?

-Estaban todos bastante completos. -¿Dónde están las muestras?

-El perfil está en un disco, son códigos, que cuando surge una nueva muestra de otro familiar, se analiza la muestra de sangre, se codifica y se compara. ■

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El cementerio de Darwin. Fondebride­r elogió a la Cruz Roja que les facilitó el trabajo en Malvinas para reconocer las tumbas no indentific­adas.

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