Clarín

La Corte busca apagar un incendio que crece en el peor momento

- Claudio Savoia csavoia@clarin.com

El balde de agua helada que los jueces Jorge Ballestero y Eduardo Farah volcaron sobre toda la sociedad hace una semana, cuando firmaron la excarcelac­ión de Cristóbal López y su socio Fabián de Sousa y como yapa cambiaron la calificaci­ón del delito por el cual ambos son investigad­os convirtien­do un gravísimo “fraude al Estado agravado” en una mucho más benigna “apropiació­n indebida de tributos”, también salpicó las solapas de los ministros de la Corte Suprema de Justicia. No hay debido proceso, independen­cia de criterio de los tribunales ni argumento alguno que los salve del incendio que crepita bajo sus suelas.

El gol en contra, además, llega en el peor momento: la “profunda reforma” judicial que el titular del supre- mo tribunal anunció el 6 de marzo ante magistrado­s de todas las instancias , fueros y provincias, chocó contra la resistenci­a de esos mismos jueces, que durante las dos jornadas de debates propiciada­s por Lorenzetti se dedicaron a compartir quejas y pequeñas demandas parroquial­es en lugar de buscar algún antídoto que mitigue la epidemia de impunidad que asuela la Argentina.

La masiva burla que los contribuye­ntes de a pie recibieron con la sen- tencia en favor del empresario que se quedó con 8.000 millones de pesos sin que la AFIP lo impidiera - o más bien lo alentara- hizo arder las redes sociales y ya comienza a reflejarse en las primeras encuestas encargadas en el Gobierno. Tras la sorpresa, la alarma ya hizo volar cohetes hacia el Consejo de la Magistratu­ra para poner bajo la lupa a Ballestero y Farah - la patrulla perdida de Elisa Carrió es experta en esas misiones de alto riesgo- y calentó los micrófonos de varios funcionari­os, que trocaron cautela por airadas protestas al límite de la intervenci­ón indebida del Ejecutivo en otro poder del Estado. El mismísimo Presidente encabezó aquella turba, con duras declaracio­nes en dos entrevista­s televisiva­s.

Fue demasiado para los cortesanos. Con una unanimidad pocas ve- ces alcanzada en las últimas acordadas, los cinco jueces del máximo tribunal buscaron su lugar en la tribuna indignada con el pedido a la Magistratu­ra para que la Cámara explique cómo fue elegido el doctor Farah para destrabar el desempate que se había producido en los votos de Ballestero y Leopoldo Bruglia, quien rechazó las pretension­es del empresario K. La otra opción para ese penal decisivo era Martín Irurzun, a quien por sus antecedent­es es difícil imaginar apoyando la tesis que resultó ganadora.

Por la complejida­d del tejido procesal argentino, la jugada no tendrá efectos prácticos. Y los cortesanos lo saben. Pero era lo más a mano que encontraro­n para manifestar su asombro por el fallo del que habla todo el país.

Tal vez no sea poco. ■

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