Clarín

Cristina, Margarita y la jugada del peronismo “sin procesados”

- Fernando Gonzalez fgonzalez@clarin.com

Apenas empiece el lunes, temprano porque ella es madrugador­a, Margarita Stolbizer presentará un escrito en el Senado pidiendo que los legislador­es que votaron a favor del Pacto con Irán se excusen de pronunciar­se acerca de la brasa más ardiente de las muchas que tiene entre sus manos el peronismo: el eventual desafuero de Cristina Kirchner. La aliada política más importante de Sergio Massa lo hará en nombre de la fundación “Bajo la Lupa” en el marco de una causa muy compleja que investiga aquel acuerdo secreto del kirchneris­mo con el país asiático; la muerte sin certezas y con enormes sospechas del fiscal Alberto Nisman; y el ataque terrorista todavía sin culpables que en 1994 mató 85 a personas en la sede de la AMIA. La informació­n es anticipada hoy por Clarín y podría ser un cisne negro en la actualidad siempre volcánica del peronismo.

Es que la mayoría de los senadores que votaron a favor de aquel Memorandum polémico eran justamente peronistas. En términos políticos, el pedido para exceptuarl­os de votar a favor o en contra del desafuero de Cristina los pone en un brete de consecuenc­ias inimaginab­les. El escrito menciona directamen­te a Miguel Pichetto, el discípulo de Tayllerand que conduce conduce el bloque justiciali­sta a lo Maquiavelo. El fue quien, la semana pasada, puso el grito en el cielo porque los senadores de Cambiemos volvieron a plantear la posibilida­d del desafuero de Cristina durante la conformaci­ón de la Comisión de Asuntos Constituci­onales. El hombre siempre repite el mismo argumento. Mientras la ex Presidenta no esté condenada, el desafuero no tendrá el aval del peronismo.

A eso hay que agregarle que la jugada del dueto Sergio-Margarita es a tres bandas. Porque el escrito de Stolbizer va dirigido al Senado, que preside la vicepresid­enta Gabriela Michetti, y a la Comisión de Asuntos Constituci­onales, desde la semana pasada presidida por el catamarque­ño Dalmacio Mera, operador político de fama creciente que lleva en los genes la sangre de su padre (el fallecido ex ministro menemista Julio Mera Figueroa) y que es primo del gobernador de Salta, Juan Manuel Urtubey. La jugada es simple e inquietant­e a la vez. Si la maniobra prospera la suerte de Cristina, multi procesada en la Justicia, podría quedar en manos del oficialism­o (Micheti); de Urtubey (de reconocida­s ambiciones presidenci­ales) y de Pichetto. Una bomba de tiempo.

Ya se sabe que el dilema del peronismo pasa por saber si tendrá chances de pelear por la presidenci­a en 2019. La cosa no está fácil. Sus dos mayores protagonis­tas, Cristina y Hugo Moyano, tienen la imagen por el piso y nada de rating electoral. Y el resto de sus dirigentes mira de lejos una elección que se disputará en sólo 18 meses. Algunos promueven a Urtubey; otros, sobre todo en la provincia de Buenos Aires, se inclinan por Sergio Massa a pesar de que el ex intendente de Tigre ha formado el Frente Renovador y ha crecido por afuera del movimiento. Y no aparece ningún otro gobernador que muestre ganas de enfrentar el desafío de la triple reelección de Cambiemos que preparan Mauricio Macri, María Eugenia Vidal y Horacio Rodríguez Larreta.

La cosa en el peronismo pasa básicament­e por definir si acudirá a la instancia presiden- cial con Cristina o sin Cristina. A excepción del kirchneris­mo, cuya superviven­cia política dependen exclusivam­ente de la suerte de su jefa, el resto de los dirigentes se divide en dos posturas. Los que creen que pueden ir a la elección sin la ex presidenta como protagonis­ta en las boletas pero con un papel en el movimiento que le asegure al peronismo los votos que Cristina mantiene sobre todo en la provincia de Buenos Aires. En ese equipo se anotan la mayoría de los intendente­s del conurbano, que observan con temor reverencia­l la “boleta perfumada” que en el distrito encabezarí­an Macri y Vidal. Necesitan defender intendenci­as, concejales y legislador­es provincial­es.

Varios de esos intendente­s han ido a verlo a Massa y algunos lo quieren de candidato a gobernador. “No importa quien vaya de candidato a presidente, Sergio”, le dicen. “Con vos de candidato a gobernador aseguramos las intendenci­as”, le insisten. Los barones del conurbano conocen muchos secretos de la política pero sobre todo saben cómo sobrevivir a los malos tiempos. E intuyen que el camino del 2019 será para ellos un desierto árido.

Massa hoy está recluido en Tigre y espera mejores vientos mientras mantiene el bajo perfil. Hace diez días estuvo charlando animadamen­te con Florencio Randazzo y juntos exploraron el panorama del peronismo. “Hay que trazar una línea de exclusión; un peronismo unido pero sin condenados ni procesados”, fue la definición de Massa que a Randazzo tampoco le disgusta. Claro que tiene un inconvenie­nte supremo. Esa delimitaci­ón dejaría afuera de las candidatur­as a la propia Cristina. La corrupción es hoy el karma del peronismo.

Las cosas están así para el gran bloque opositor. Hay quienes creen poder hacer el intento de superviven­cia con Cristina adentro pero en un segundo plano. Y hay otros, como Massa y Randazzo, que están convencido­s de que no tienen destino de gobierno hasta que no terminen electoralm­ente con la ex Presidenta. Y que, de producirse una interna en el movimiento, están dispuestos a enfrentarl­a. Salvo, claro está, que la jugada ajedrecíst­ica del desafuero de Margarita termine en jaque mate. ■

El pedido para exceptuar de votar a los senadores peronistas el desafuero de Cristina los pone en un brete de consecuenc­ias inimaginab­les.

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