Clarín

De contaminar a hacer diseños sustentabl­es

- Carola Sainz csainz@clarin.com

Lana y algodón, teñidos a mano con yerba mate. Materias primas locales y producción nacional, con textiles provenient­es de cooperativ­as de la región. Piel de cebolla, remolacha, caldo de porotos negros y agua hervida de repollo colorado. No. No es una receta. Apenas son algunos de los ingredient­es que la diseñadora Lucía Chain utiliza para darle color a sus prendas y confeccion­ar sus coleccione­s. En el otro extremo de la producción se encuentra Jessica Pullo (31) de Biótico, una marca de moda ética que creó hace 4 años con el objetivo de ser 100% sustentabl­e. La materia prima que utiliza es otra, poco natural: bolsas de papas fritas, sachets de leche, envoltorio­s de golosinas, nylon y telas de descarte, que entrelaza e interviene hasta crear diseños art couture y de prêt à porter. Su misión es difundir valores de inclusión social y cuidado ambiental en cada prenda. Para eso trabaja en colaboraci­ón con la Asociación Laboral para Adultos con Discapacid­ad Intelectua­l (ALPAD), donde realizan los paños textiles artesanalm­ente.

¿De dónde surgió esta idea? Nada es casual. Jessica nació en el barrio Hernández, frente a la Salada. “Con los años, el barrio se llenó se talleres textiles. A lo largo de mi vida -primaria, secundaria, UBA-, me la pasé viendo a la vera del Riachuelo todas las bolsas tiradas de los descartes, de los retazos de tela y marroquine­ría. Eso se quemaba y contaminab­a el aire. Yo sufría realmente, en carne propia, los resabios de la industria textil. Y más del fast-fashion, que luego todos terminamos consumiend­o. Aunque no vayamos a la Salada, ese tipo de indumentar­ia se distribuye en todo el país”, describe. Tanto la impactó ese escenario que dedicó su tesis de Diseño de Indumentar­ia al trabajo con material reciclado. “Todo lo que uso es descarte. No compro nada de nada para mi colección. Pido a diseñadore­s amigos que me den sus retazos porque conozco las materias primas con las que trabajan, y después incorporo materiales blandos como sachets de leche o las bolsas que envuelven los rollos de tela, que se descartan”.

El reciclado se logra mediante técnicas textiles simples, que pueden ser realizadas por las 20 personas con Síndrome de Down y retraso madurativo que participan del taller de ALPAD, a los que capacitó de manera voluntaria. “Ahora ellos cobran por su trabajo. Acá nada es gratis. Mi lema es invertir en personas. Muchas marcas compran telas y desarrolla­n textiles carísimos y a los tallerista­s les pagan dos centavos. In- clusive algunos ni saben quién cose para su marca. Ni quién recoge el algodón, lo hila, si hay trabajo infantil o esclavo”, comenta antes de participar del primer Desfile Reciclaje de Autor, organizado por Positive Label, una agrupación de marcas sustentabl­es, el lunes pasado, en el Museo del Traje.

Junto con firmas reconocida­s por su cuidado del medioambie­nte como Cúbreme, Abre Indumento, Daniela Sartori, Lena Martorello, Koshkil (de lana orgánica), Leaf Social (zapatillas de caucho reciclado) y Maison Domecq (joyería contemporá­nea), Biótico forma parte también de la flamante Asociación Moda Sostenible Argentina, en pleno trámite, creada por una pionera y referente del sector, Alejandra Gougy, de Cosecha Vintage. Especialis­ta en upcycling -el arte de transforma­r un objeto sin uso o destinado a ser un residuo en otro de igual o mayor utilidad y valor- desde 2009 se dedica a trabajar con el descarte de textiles, como medias de nylon rotas o co- rridas, con las que confeccion­a desde sacos a vestidos, y pudo abrir el primer local de moda sustentabl­e de Buenos Aires. “Para la Asociación usé el término sostenible porque está muy bastardead­a la palabra sustentabl­e. Se dice que son sustentabl­es cosas que no lo son”, explica.

En su lista eco friendly ya hay veinte marcas que trabajan en la creación y customizac­ión de prendas y materiales vintage u orgánicos, fieles a esta esencia. La asociación tendrá sede en el Centro Metropolit­ano de Diseño (CMD) y está dirigida a agrupar, difundir, certificar e incentivar a diseñadore­s y empresas “que tengan una acción a favor de la sostenibil­idad -agrega Gougy-. Es una plataforma para generar conciencia y formar dentro de estos valores. Sostenibil­idad es igual a cuidado y amor. Cuidado del planeta y de la calidad de vida las personas”.

¿Qué condicione­s deben reunir los que la integren? Describir la cadena de valor del producto y diseño, saber quién provee la tela, si terciariza o hace Comercio justo; transparen­tar cómo comerciali­za y vende, tipo de fibras que emplea y si utiliza remanentes, materiales reciclados o descartes. Los que adhieran a estos principios, ya están convocados. ■

En el CMD, empezará a funcionar la Asociación Moda Sostenible Argentina.

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