Vargas Llosa y el feminismo extremo en la literatura
El Nobel abrió el debate y los argentinos se suman.
Las aguas están divididas. Los más críticos juzgan que fue un exabrupto inadmisible, y prueba de la terquedad masculina, ante un presente cambiante. Otros interpretan que es el punto de vista legítimo de un premio Nobel que cuestiona la injerencia del movimiento feminista en el campo de la literatura y las artes y sale en defensa de la libertad irrestricta de los escritores de todos los tiempos. La polémica se disparó la semana pasada, cuando el peruano Mario Vargas Llosa sentenció, en su columna habitual del diario El País, que “hoy el feminismo es el más resuelto enemigo de la literatura”. Sus declaraciones impactaron en el ambiente de la cultura y provocaron todo tipo de reacciones.
El escritor llegaba a esa conclusión haciendo un repaso por antiguos enemigos del arte literario, como la religión y los regímenes totalitarios, entre los que menciona al comunismo y al fascismo.
La columna, que se titula “Nuevas inquisiciones”, llega después de la publicación de un “Decálogo de ideas para una escuela feminista” -redactado por las investigadoras Yera Moreno y Melani Penna y aparecido en la web educativa española TE CCOO, en el que las autoras sugerían sacar de la currícula escolar a “machistas”, entre los que mencionaban a Pablo Neruda, Javier Marías y Arturo Pérez Reverte. Y de otra columna, publicada también en el diario El País y firmada por la escritora española Laura Freixas –catalana y directora de clasicasymodernas.org, una asociación para la igualdad de género en la cul- tura-, en la que la autora hacía una lectura crítica de la obra cumbre de Nabokov, Lolita, bajo un enfoque de género.
“Está escrita de tal modo que consigue hacernos olvidar que está mal violar niñas”, señala Freixas en “¿Qué hacemos con Lolita?”. En ese marco, y reconociendo que se trata de una gran obra, la escritora advierte que es necesario señalar los mecanismos mediante los cuales el patriarcado manipula en su beneficio la cultura. Se arroga el derecho de hacer una interpretación crítica.
Tomando estos dos textos como punto de partida del análisis, Vargas Llosa rememora cómo en el pasado la religión estableció distintos tipos de censura contra los escritores que “desafiaban la moral y la ortodoxia”, mecánica que replicaron, en su óptica, el fascismo y el comunismo.
Y alega que el feminismo radical se vuelve peligrosos en la medida que “pretenden descontaminar (la literatura) de machismo, prejuicios múltiples e inmoralidades”. Además, el escritor acusa a las feministas de “apoyar abiertamente una ofensiva antiliteraria y anticultural”. La nueva hoguera, en su visión, sería aquella que atisba en los clásicos una visión machista.
“Quienes quieren juzgar la literatura desde un punto de vista ideológico, religioso o moral se verán siempre en aprietos”, las increpa.
El escritor ya había manifestado en reiteradas oportunidades su defensa irrestricta de la libertad de los creadores en su representación de la condición humana y de las sociedades, incluso en sus aspectos más condenables.
Freixas le respondió vía twitter: “Empiezo a estar harta de tener que explicar que ‘leer críticamente’ no significa ‘prohibir’”. Ya había dicho: “Estoy de acuerdo en que el mal existe y el arte debe reflejarlo. La cuestión es cómo. (...) ¿ Lolita representa el mal, pero en nombre de la libertad y de la calidad artística debemos abstenernos de criticarla? ■