Clarín

Una tumba donde llorar por fin a los chicos de la guerra

Recordaron a los combatient­es identifica­dos el año pasado por la Cruz Roja. Fueron a las islas, en un viaje de ida y vuelta en el día, 214 parientes. Dejaron en las tumbas flores de tela. Se rezó, hubo mucha emoción y honores militares británicos.

- Natasha Niebieskik­wiat natashan@clarin.com Sigue en página 4

“Ay Dios, ay hijo mío, dónde estás”. Con ese grito, entre lágrimas, una de los 214 familiares de los 90 caídos en la guerra de Malvinas identifica­dos recienteme­nte ingresaba al cementerio de Darwin. Dejaron flores de tela y con piedras del lugar, mensajes sobre las lápidas. Se rezó, hubo honores militares británicos y mucha emoción.

Soleado, frío, sin viento por la mañana. Fue un lunes que se ofreció más que generoso en las Malvinas para un acontecimi­ento histórico, y que además salió como se esperaba, de principio a fin. Cerca de las 8 de la mañana de ayer los primeros familiares de los 90 caídos en la guerra, identifica­dos el año pasado, entraban a un remodelado cementerio de Darwin para homenajear a sus seres queridos.

La llegada empezó con llantos desgarrado­res: “Ay Dios, ay hijo mío, dónde estás”, gritaba entre lágrimas y casi arrastránd­ose Julia, la mamá de Angel Benítez, uno de los soldados identifica­dos por el Comité Internacio­nal de la Cruz Roja y el

Equipo Argentino de Antropolog­ía Forense (EAAF). Las hermanas María Alejandra y Patricia González se abrazaban a la tumba de su hermano, el joven conscripto Néstor Miguel González, a cuya cruz le dejaron envuelto el poncho que dejó el joven en la casa paterna. Mirta Monzón, docente en el Impenetrab­le chaqueño, empezaba a armar con piedritas un “Te Amo” para Eleodoro Monzón, su hermano mayor, concripto muerto en la última batalla de Sapper Hill y al que esperó en vano para festejar sus 15 años. Cada familia hacía su propio ritual. Unos se quedaban largo tiempo acostados en el piso con “el suyo”. Y a los familiares que lo requerían les daban sillas para quedarse a contemplar las cruces. Pero no hubo una sola de las 230 tumbas que no fuera recorrida por el grupo.

Clarín fue testigo de este acontecimi­ento, que se cerró con un acuerdo argentino británico a fines de 2016 para darle mandato al Comité Internacio­nal de la Cruz Roja y poder identifica­r los cuerpos, bajo el rótulo de “Plan Proyecto Humanitari­o”. También el viaje de los 214 familiares que estuvieron ayer en Darwin fue considerad­o absolutame­nte bajo esos términos y regido por estrictas reglas.

Hubo que ir y volver en el día. No se podía desplegar ni una sola bandera o simbología nacional, hacer referencia­s a política o al conflicto de soberanía entre Argentina y el Reino Unido. Sólo al final de la ceremonia religiosa y política los familiares se sacaron una “foto grupal” frente a la gran cruz del cenotafio y se escuchó dos veces y con fuerza “¡ Viva la Patria”! Nadie pareció molestarse.

El grupo fue encabezado por el secretario de Derechos Humanos Claudio Avruj, que viajó con pasaporte común y bajo el amparo del acuerdo humanitari­o establecid­o entre ambos países. Igual se lo sellaron, como a todos, de entrada y salida con la leyenda “Immigratio­n Falkland Islands”.

Los familiares tuvieron los más altos honores militares de los británicos, por empezar, de la guardia escocesa que interpretó las melodías que escuchan en los funerales militares en los territorio­s del Commonweal­th y ex colonias del Gran Bretaña. El comandante de las fuerzas británicas del Atlántico Sur, brigadier Baz Benett, fue la más alta autoridad militar presente. Además, el isleño Tim Miller se ocupó por encargo de la empresa Aeropuerto­s Argentina 2000 -que financió todo este viaje y la restauraci­ón completa del cementerio en 2004- de tener todo el lugar a punto, limpio, con flores de tela de colores y rosarios.

El acto tuvo fuerte carácter religioso, tanto que hubo tiempo para rezar un Padre Nuestro y que los más creyentes comulgasen. Habló monseñor Enrique Seguí, arzobispo auxiliar de Buenos Aires y cercano al Papa Francisco. En su discurso, destacó la importanci­a de la “unidad y la paz” y parafraseó a Jorge Bergoglio cuando abogó “por la cultura del encuentro”. También habló el un religioso británico.

Entre los familiares, tuvo la palabra Fernanda Araujo. Rescató haber tenido “unas pocas horas muy necesarias”, que, concluyó, esperaba que fueran “el comienzo para que los familiares sigan volviendo a Malvinas”. Y recordó el “momento difícil” vivido el día anterior, con peleas políticas y algunos empujones -un sector critica a la dirigencia actual de familiares por haber estado tanto tiempo sin querer aceptar los ADN-, lo que muestra la grieta en todas partes de la sociedad argentina. Fernanda pidió “paz y unidad”, las que por ahora son un deseo.

Quien más abrazos recibió de todas las familias fue a lo largo de estos días el ex capitán del Ejército británico Geoffrey Cardozo, quien lideró los enterramie­ntos en Darwin al final de la guerra, y cuya precisión, meticulosi­dad y respeto fue de gran ayuda para la Cruz Roja y el EAFF. Invitado ayer a Darwin, Cardozo dijo sentir un “gran alivio” por lo que estaba ocurriendo.

Dentro de los 248 pasajeros que aterrizaro­n ayer en las Malvinas en dos MD 83, más un avión privado, venían el presidente de Aeropuerto­s, Martín Eurnekian, sobrino del empresario Eduardo Eurnekian.

También el agregado militar de la embajada británica en Buenos Aires, Christophe­r Robin, y Diego Coronel, de la Cruz Roja Argentina. El enlace de Aeropuerto­s, Roberto Curilovic, piloto de Super Etendar durante la guerra de 1982. También veteranos de guerra: el piloto y el copiloto de uno de los MD 83 (Hugo Pascual y Rafael Cornejo Sola).

Además, viajó quien estuvo a cargo de la obra de instalació­n del monumento en 2004, Hermenegil­do Ocampo Chamorro, que se encargó del traslado a las islas de 400 toneladas de hormigón armado con revestimie­nto de pórfido y lápidas de granito. Los organizado­res del viaje invitaron al empresario periodísti­co Daniel Haddad y al titular del Congreso Judío Mundial Adrian Werthein, quienes se mezclaron con los familiares.

Al regresar ayer por la tarde a Ezeiza, a los familiares los esperaba el ministro de Defensa, Oscar Aguad, y parte del Regimiento Patricios, que les entonó el himno y la marcha de Malvinas. ■

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FERNANDO DE LA ORDEN Amor. La tumba del conscripto Eleodoro Monzón, con su nueva lápida en el cementerio de Darwin. Con piedras, su hermana Mirta le escribió todo lo que lo quiere.
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FERNANDO DE LA ORDEN Cementerio. Fue remodelado. Muchos familiares se quebraron frente a las tumbas.
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FOTOS: SECRETARÍA DE DERECHOS HUMANOS DE NACIÓN/VÍCTOR BUGGE Honrar. Las familias llevaron flores de tela de colores.

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