Clarín

Con la brecha salarial de género no alcanzan las buenas intencione­s

- Víctor A. Beker Economista. Ex Director de Estadístic­as Económicas del INDEC

El presidente Macri ha anticipado el envío al Congreso de un proyecto de ley de equidad de género. Enhorabuen­a que se plantee en la agenda pública el tema que no fue considerad­o siquiera cuando la primera magistratu­ra del país era ejercida por una mujer.

El proyecto de ley remitido al Congreso por el Poder Ejecutivo prescribe que “en los contratos individual­es, convencion­es colectivas de trabajo, reglamenta­ciones y todo acto por el cual se fijen o estipulen salarios, se garantizar­á la plena observanci­a de la igualdad de género”. Sin embargo, nada se dice respecto a qué sucederá cuando dicha norma no se cumpla.

En esta materia no basta con las buenas intencione­s. Como señalé en mi libro ¡Basta de fracasos!, “la brecha salarial de género tiene su raíz en la desigual división de tareas al interior del hogar”.

En efecto, es la mujer la que normalment­e falta al trabajo en caso de enfermedad de los hijos, sólo existe una mínima licencia por paternidad en lugar de ser optativa para uno u otro cónyuge y está a cargo de la mujer la mayor parte de las tareas del hogar. Según la encuesta sobre trabajo no remunerado y uso del tiempo que realizó el INDEC, la mujer dedica en promedio 6,4 horas diarias a las tareas hogareñas mientras que el varón sólo invierte en ellas 3,4 horas diarias.

Todo ello redunda en un mayor costo laboral de la mujer que se traduce en una menor remuneraci­ón y en menores oportunida­des de avance en la carrera laboral. Por tanto, eliminar la brecha de género requiere no sólo de cambios culturales sino también legislativ­os que pongan en pie de igualdad en el hogar a hombres y mujeres.

En particular, se requiere regular las li- cencias parentales, las licencias remunerada­s por motivos de responsabi­lidades familiares y la creación de guarderías en el lugar de trabajo sin importar el sexo de los trabajador­es que allí se desempeñan.

Por ejemplo, en los países escandinav­os la licencia post-nacimiento de un año se otorga indistinta­mente al padre o a la madre o pueden repartirla entre ambos cónyuges. A eso se suma un subsidio para los hombres para el cuidado de los hijos consistent­e en el 80% del salario. Si se acorta a 42 semanas, es del 100%.

El proyecto del Ejecutivo modifica el régimen de licencias vigente en Argentina extendiénd­olas a diez días corridos tanto para el trabajador como para la trabajador­a que no haya gestado al hijo.

Se trata de un avance en la dirección correcta en el sentido de generar condicione­s para una mayor paridad en el reparto de tareas entre cónyuges pero aún resulta claramente insuficien­te. El objetivo debe ser cerrar la brecha entre la licencia por maternidad y la licencia por paternidad.

En cuanto a la informació­n sobre la brecha salarial de género para Argentina, ésta requiere de una mayor elaboració­n.

Si bien datos del Ministerio de Trabajo indicarían que la misma es sólo del 13% para el personal registrado, llaman la atención algunos guarismos. Por ejemplo, en la in- dustria de la construcci­ón aparece que las mujeres ganan en promedio un 7,4% más que los hombres. Evidenteme­nte, no se pueden tomar datos agregados sin tener en cuenta los niveles de calificaci­ón. De lo contrario, se corre el riesgo de comparar el salario de una arquitecta con el de un albañil. También debe tenerse en cuenta el salario por hora más que el total mensual. Datos del INDEC, que incluyen al trabajo informal, ubican la brecha promedio para el total de la población urbana con ingresos en el 25%.

Lo que se pretende es verificar que se paga igual remuneraci­ón por igual trabajo. Por tanto, deben eliminarse en la medición aquellos factores diferencia­les que puedan dar lugar a una diferente retribució­n. Por ejemplo, como se señaló anteriorme­nte, debe medirse la remuneraci­ón para un mismo nivel educativo. En este aspecto, uno de los argumentos que solía utilizarse para justificar la brecha de género era el menor nivel educaciona­l alcanzado por las mujeres. Sin embargo, eso hoy, en general, ha dejado de ser cierto. En muchos casos incluso se advierte una situación inversa donde las mujeres tienen mayor nivel educativo y, sin embargo, no por ello ganan más que sus compañeros varones.

Otro factor que podría explicar la brecha salarial de género sería la especializ­ación de las mujeres en ocupacione­s de menor remuneraci­ón. Para eliminar este factor deben hacerse las comparacio­nes para igual ocupación.

Aquí, sin embargo, aparece otra cuestión. Es notoria la menor probabilid­ad de que una mujer acceda a cargos directivos. La brecha de oportunida­des de ascenso se refleja en la brecha salarial promedio de cualquier empresa. Tenemos aquí dos cuestiones a resolver: asegurar igual remuneraci­ón en las funciones de dirección y la igualdad de oportunida­des para acceder a dichas posiciones.

Confiemos que una profunda discusión de estas cuestiones permita que la Argentina dé un paso decisivo hacia la igualdad de género. ■

Según datos del INDEC, la mujer dedica en promedio 6,4 horas diarias a las tareas del hogar mientras que el varón invierte 3,4 horas.

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