Más allá de su ranking, Argentina está lejos del juego de las potencias
Nuestro seleccionado es 4° en la clasificación de FIFA, donde España aparece 6°. Alemania y Brasil son los líderes.
Todavía se escuchan por el mundo los ecos de la derrota del seleccionado argentino frente a España. El 6-1 es motivo de comentario, de burla, de queja, de análisis, de preocupación según el rincón donde se mire. En cualquier caso, ese resultado y, sobre todo, la diferencia establecida en el juego retrata otra verdad añadida: el equipo de Jorge Sampaoli está demasiado lejos de los grandes candidatos a ganar la Copa del Mundo en Rusia. Y hay un detalle que no invita al optimismo: el tiempo escaso que resta para llegar a la gran cita no alcanza para modificar el escenario.
El ranking de la FIFA señala que la Argentina está entre los cuatro primeros. España, el que lo empujó al papelón, se ubica dos puestos más atrás. El campo de juego lo desmiente. Sin embargo, no hay dudas del acierto del mecanismo matemático en los ocupantes de los dos primeros puestos: Alemania, defensor del título y campeón de la Copa de las Confederaciones 2017, y Brasil, impecable desde el arribo de Tite como DT.
Los casos de los dos europeos, con matices, representan una misma lógica: procesos de muchos años, de una idea sostenida en el tiempo y desde las divisiones juveniles.
España cambió furia por juego hace poco más de una década y ganó dos Copas de Europa (2008 y 2012) y el Mundial (2010). Pasaron distintos entrenadores (Luis Aragonés, Vicente del Bosque y ahora Julen Lopetegui) pero el fútbol de posesión se hizo mandato y escuela.
Alemania generó un cambio a partir de un proyecto integral de formación. LA DFB contrató a la consultora belga Double Pass (la misma que participó de modo decisivo en la formación de la actual Generación de Oro del fútbol belga, quinta en el ranking FIFA) para que evaluara el trabajo de los clubes en sus inferiores. Desde el comienzo de Das Reboot -”El Reinicio”, como se titula el libro del periodista Raphael Honigstein, que cuenta los detalles de este proceso- hasta estos días se invirtieron unos 1.200 millones de euros en poco menos de dos décadas. Los jugadores de élite comenzaron a aparecer, a competir y a ganar. Otra realidad.
En Francia -según le contó Hugo Tocalli a Clarín el año pasado- vienen trabajando en un proyecto de captación y formación similar al alemán. Con un agregado: se buscó con esmero en el fútbol callejero de las periferias de las grandes ciudades como muestra el documental Fútbol en el asfalto. Francia, con un plantel de jerarquía, también asoma desde atrás en la lista de favoritos. Fue subcampeón en la Eurocopa 2016. Cayó en la final ante el Portugal de Cristiano Ronaldo, un equipo razonable alrededor de su crack.
José Pekerman ya abrazaba esas ideas para el fomento de la formación de juveniles en 1994, cuando se presentó en la sede de Viamonte con su proyecto y su apellido poco conocido. La AFA lo desaprovechó luego.
El caso de Brasil tiene algunas particularidades afines en cuanto a su búsqueda en juveniles. Pero sobre todo hay otro personaje clave. Tras el golpe que significó el 1-7 ante Alemania en su Mundial de 2014, apareció una suerte de refundador que instaló a Brasil -de nuevo- en la mesa de los gigantes. Se llama Tite.
Desde su llegada le agregó capacidad colectiva a un estupendo grupo de individualidades. Asumió en junio de 2016. Se hizo cargo de un plantel que parecía roto. Ahora, los números cuentan otra cosa: 15 victorias, 3 empates, una derrota, 41 goles a favor, 5 en contra. En el campo de juego, el equipo resplandece cuando ataca y luce granítico cuando defiende. Tolera, sin traumas, la ausencia de su principal figura, Neymar. En Berlín, el martes, Alemania lo comprobó. ■
Alemanes, franceses y belgas tienen figuras y llevan tiempo de trabajo con un mismo concepto.