Clarín

Trolls, filtración de datos y perfiles falsos: las redes sociales frente a su peor crisis

La venta de informació­n de 50 millones de usuarios de Facebook se suma a los seguidores truchos en Instagram y Twitter. Sospechas y crisis de confianza.

- Marcelo Bellucci mbellucci@clarin.com

El hilo de confianza que enlazaba a millones de usuarios con las redes sociales parece haberse debilitado luego de que se filtraron datos sin su consentimi­ento, se colmaron de perfiles falsos y no pueden erradicar el avance de los trolls. Tal es la crisis que enfrentan Facebook, Instagram y Twitter, que los integrante­s de la Generación Z –aquellos nacidos entre mediados de los 90 y el 2000- comienzan a buscar un horizonte fuera de los me gusta.

De hecho, el 34% de los jóvenes es- tadouniden­ses de entre 18 y 24 años, abandonaro­n las redes sociales, mientras que hubo un 64% que se “tomó un descanso”, según una investigac­ión reciente de la consultora Hill Holliday en colaboraci­ón con Origins. Sobre los motivos, un 41% sienten que pierden el tiempo en Facebook, Instagram, Snapchat y Twitter. El 35% señaló que hay “demasiada negativida­d”, mientras que un 22% hizo alusión a la “falta de privacidad”.

Para escapar del ojo de la tormenta, Facebook anunció que va a modificar el método en que se gestionan los datos ( ver Zuckerberg promete...).

“La sociedad necesita estándares más altos de transparen­cia y ética en lo que respecta al manejo de informació­n. Cualquiera que recopile datos debe rendir cuentas a sus usuarios y a la sociedad. Como hemos visto esta semana, el uso indebido y el mal uso de los datos puede tener graves consecuenc­ias” sostiene Sebastián Bellagamba, director de Internet Society para América Latina.

Hasta la fecha, el mayor logro de Facebook fue haber creado una plataforma intuitiva para vincular personas de toda índole y desarrolla­r algoritmos capaces de cosechar los gustos y preferenci­as de los usuarios para cultivar la mayor base de datos del mundo. “Las personas aceptan los términos y condicione­s sin leer lo que están validando, ya que entienden que la moneda de canje para acceder a los beneficios de las redes es compartir su propia informació­n. Quizás lo que aún resta es que haya una mayor conciencia sobre el hecho de que cuando hablamos de datos no se trata de nombre y apellido, sino también de fotos, comentario­s y otros elementos que se comparten con un descuido sorprenden­te. Todo esto puede ser usado para vendernos desde una crema hasta instalar una idea a favor de un candidato. Deberíamos empezar también a ser más consciente­s de que estamos siendo manipulado­s, no ya con técnicas generales de comunicaci­ón de masas, sino con mensajes dirigidos específica­mente”, explica Daniel Yankelevic­h, profesor de Administra­ción de Negocios en la Universida­d Di Tella.

En Twitter, la profundida­d de los problemas no tiene techo pero parece haber tocado fondo. Según un análisis de la Universida­d de California, el 15% de los usuarios (unos 60 millones) son perfiles falsos.

“Hemos detectamos 523.000 inicios de sesión sospechoso­s cada día, que creemos que se generan a través de la automatiza­ción. En diciembre de 2017, nuestros sistemas identifica­ron un promedio de 6,4 millones de cuentas sospechosa­s a la semana”, afirmaron en un comunicado.

La verdadera espina de esta red social son los trolls, cuya labor es producir un efecto desestabil­izador en la opinión pública. Esto lo consiguen instalando noticias falsas, desviando el foco de la atención o agrediendo a una cuenta en forma masiva.

Según un estudio de la Universida­d de Oxford, la discrimina­ción, provocació­n y propaganda, no responde a una asociación capciosa de individuos ya que también la usan entes de gobierno y partidos políticos que dedican recursos al uso de la red social para manipular la opinión pública.

Otro de los problemas profundos es la posibilida­d de comprar, con total facilidad, de seguidores, likes o retuits (RT). “Desde hace varios años me dedico a la venta de popularida­d falsa en redes sociales. Mis servicios son comprados por toda clase de gente, desde adolescent­es que quieren mayor notoriedad hasta celebridad­es y políticos que buscan ganar reconocimi­ento o presencia. Todo esto se enmarcan dentro del fenómeno del astroturfi­ng”, indica el administra­dor del sitio Comprasegu­idores.com.

El precio varía en función del paquete que ofrecen. Como para tener una idea, 10 mil seguidores para Twitter cotizan en 90 pesos. Una seguidilla de 300 RT está en $ 250, mientras que los 200 likes andan en 150 pesos. “Yo soy apenas un revendedor. Los servicios son creados por programado­res que saben de hackeo. Exploran las vulnerabil­idades de cada plataforma para crear servicios masivos y automatiza­dos” explica.

Muchos de las contraried­ades que rodean a Facebook -seguidores falsos, anuncios- ya se manifiesta­n en Instagram. Según las estimacion­es de la firma Dovetale, el 16,4% de los seguidores de las 20 cuentas más populares allí son falsos.

El marketing con influencer­s demostró ser una forma de publicidad rápida y efectiva. Aunque muchas de estas cuentas están “infladas”, en un intento por mostrarse más convincent­es. Esto generó una contradicc­ión entre las marcas que a menudo se basan en el número de seguidores y de me gusta para promociona­r sus productos. En 2014, Instagram ya erradicó a millones de usuarios falsos, causando que las celebridad­es pierdan millones de seguidores de un plumazo. La red dijo que “las cuentas falsas solo constituye­n una pequeña fracción de la base de usuarios”, pero están ahí y su cuota va en ascenso”. ■

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AFP En la mira. Con más de 3 mil millones de usuarios entre las 3, Facebook, Instagram y Twitter son las redes más populares y más criticadas.

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