Clarín

El dueño de la corporació­n pide perdón

- Roberto Pettinato

Hemos llegado a un punto en la humanidad que ya ni siquiera nos molesta el hecho de ser controlado­s en nuestra vida privada por una corporació­n! Pero lo que sí nos irrita como locos es la cara de idiota que pone el dueño cuando le habla al mundo y le pide perdón.

Lo siento. Me pasó con el CEO de Facebook. ¿De dónde salen esos jóvenes espermas de laboratori­o que son vendidos al mundo como modelos a seguir? ¿Quién los sigue? ¿Quién quiere convertirs­e en uno de ellos a sabiendas que no pasaremos de ser simples asalariado­s que, ,como máximo, llegaremos a almorzar en la misma plaza que da al frente de sus penthouses?

¡Oh, cómo tiemblo! ¡Usaron los datos! ¡Oh, saben cosas nuestras! ¡Oh, Facebook , Twitter, Instagram, Pinterest, Linkedin... nos usan para que ganen políticos las elecciones que después nos arruinarán la vida! Jajaja. Desde que nací, sin necesidad de todas esas redes, viví los mismos gobiernos nefastos. ¡Y sin necesidad de presionar un like!

Estoy pensando seriamente que no hay que pedirle la opinión a todo el planeta y que 6 billones de personas se expresen. Con el cuento de esa palabra, inventada por estas redes con la falsa intención de sanear el mundo, no logran otra cosa que convertir el universo en un enjambre de cacatúas haciendo popó en un gran panel de un programa seudo político en donde jamas encuentran la salida, ni el dato, ni las certezas, ni las soluciones... ¡Convirtién­dolo todo en la ultimísima edición post moderna del opio: el debate!

Me decía una amiga: “Es tan irreal todo, que antes por lo menos ibas a un boliche y en una noche sabias si una persona te gustaba, si tenia chances, y hasta te volvías con un beso. Y ahora me bajé Tinder y tengo que esperar ponerle un like a alguien, que ese alguien le responda al like; y recién ahí esperar a que el sistema me habilite la conversaci­ón con el

Facebook sabe cosas nuestras, usa nuestros datos... ¡Ah, cómo tiemblo!

otro...”.

“Es más -siguió-, encima me habla y me pide fotos de mi piernas. Y yo, de la cara y del tórax... ¡Es como si viviésemos en una carnicería eligiendo distintas mutilacion­es!”.

Hace unos días, mi hijo de 9 me decía que no entendía como nadie le ponía un like a su video . ¡Dios, no sabe de lo que se está salvando! ¡Apenas de lo libre que está viviendo!

¿No les pasa que conocen a alguien que dice que no tiene ni siquiera Internet y nos genera envidia y admiración? ¡Y encima creemos que es un ignorante que no sabrá cómo votar! Jajajajaja. ¡No sé si muero de la risa o de la pena, que de hecho se me triplicó a la que ya sentía cuando veía los Gran Hermano uno tras otro!

Gente encerrada en una casa siendo vistos por los demás. ¿Qué tal? ¿No suena a que somos nosotros?

¿Cómo es que pasamos de la libertad de hablar, dibujar, inventar, a este encierro de terror, al azote de los demás? Y como si fuera poco, siempre aparece aquel que te irrita peor que ese CEO de Facebook diciéndote que no todo es así, sino que también pasan cosas buenas. ¿Como qué? ¿Encontrar a tu perro?

Pasan los renglones y sigo pensando que tendría que existir una cúpula de sabios, como en Star Wars. Monjes zen que al censurarno­s nos devuelvan la inteligenc­ia y la intuición, hoy por hoy, perdidas en una olla de puteadas,enojos y memes sin el menor norte ni sentido alguno.

¿Quieren controlarn­os? ¡Genial! ¿Quieren usar mis datos para iniciar una Tercera Guerra Mundial? ¡Genial! No es tanto lo que queda por destruir después de todo, ja.

Hace unos días, le canté a mi hijo “Pican, pican los mosquitos...” y le pregunté: “¿Ustedes en el colegio, de qué se ríen?”. “De nada”, respondió. “¿No tienen canciones graciosas?”. “No”, me dijo. Y ahí me di cuenta que es probable que antes que se termine el agua potable, el petróleo, la energía y los venenos en la tierra, hay algunas cosas que se van a evaporar aún más rápido: la carcajada y el humor. Pero seré positivo. Nunca morirá la risa mientras aparezcan CEOs de corporacio­nes como el de Facebook. Jajajajaja­ja. Mientras, a seguir respirando rodeados de miles de mutantes en camisa celeste prometiend­o un futuro de cristal y piedras preciosas, que seguro te están por llegar. jajajaja. ■

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