Clarín

El último fantasma del PJ: que Macri y Vidal perforen su techo en la clase baja

Pobreza. La baja que registró el Indec en ese índice entusiasmó al oficialism­o. La apuesta en el Conurbano.

- Santiago Fioriti sfioriti@clarin.com

Fernando Navarro, el Chino Navarro, nació en San Antonio Oeste, una localidad de 20 mil habitantes en Río Negro, donde había agua potable sólo si llegaba el tren. Aunque no lo parezca, hubo un tiempo en que no fue peronista: militó nueve años en el Partido Intransige­nte y se afilió al PJ en 1991, cuando lo expulsaron del PI. Dice Navarro: “Me echaron por peronista. ¿Y qué querían? Yo vivía en Lo- mas de Zamora y en Lomas todo era peronista. Hasta las piedras”. Se define como militante social, con base en los barrios pobres del Conurbano, y se jacta de haber sido uno de los primeros en trabajar para Néstor Kirchner en tierra bonaerense. Junto a Emilio Pérsico lidera el Movimiento Evita, una agrupación que la propia ministra de Desarrollo Social, Carolina Stanley, pone como ejemplo por su despliegue en comedores, cooperativ­as, merenderos y grupos que luchan contra la droga en rincones del país donde al Estado le cuesta o directamen­te no puede entrar. Ni Na- varro ni Pérsico -como tampoco La Cámpora o sectores filokirchn­eristas- creen que puedan ser reales las cifras de reducción de la pobreza que el miércoles anunció Mauricio Macri. No lo creen, pero tal vez estén obligados a creerlas.

Apenas el Indec informó que entre julio y diciembre de 2017, la Argentina pasó de tener 12.300.000 de pobres a 10.400.000, Navarro llamó por teléfono al director del Observator­io de Deuda Social de la Universida­d Católica Argentina (UCA), Agustín Salvia, que monitorea hace muchos años un índice en el que sí cree el Movimien- to Evita y que en los últimos años ha servido como contrapeso del registro ficticio que sostuvo que en Argentina había menos pobres que en Alemania. La respuesta de Salvia desconcert­ó a Navarro: “Los números del Indec son creíbles. Falta muchísimo, pero es indudable que la pobreza viene bajando”.

Al margen de la cantidad de personas que no logra satisfacer las necesidade­s básicas, que en cualquier caso no deja de ser escandalos­a y que incluso podría volver a pegar un salto en la próxima medición -si es que los sueldos pierden terreno frente a la inflación-, hay una incipiente preocupaci­ón en las distintas vertientes del peronismo: ¿Podrá Macri empezar a revertir el latiguillo opositor de que este es un gobierno para ricos? ¿Logrará romper el techo que siempre tuvo en la clase baja?

“Eso sería un golpe tremendo para nosotros. Todavía no pasa, pero...”, admite un intendente de la camada más joven del PJ. La mira, por supuesto, está concentrad­a en la elección del año que viene. El Presidente ya sabe que no llegará a la votación con las variables económicas que imaginaba cuando asumió y que tampoco será posible seguir anunciando una lluvia de inversione­s, pero se contenta con poder exhibir una tendencia que permita sostener el mensaje de que el futuro será mejor. Ese es parte del secreto para que el truco funcione, piensa Jaime Durán Barba.

Por ahora, los números no ayudarían a cambiar la percepción social de que se transita un camino duro en términos económicos, en el que hoy aparece en primer plano el nuevo aumento de tarifas. Se da, sin embargo, una situación curiosa, según se desprende de los trabajos de focus group del macrismo. Hay quienes explican que los más enojados son ciertos sectores medios que llegaban holgados a fin de mes hace un año y medio. Los sectores bajos ni siquiera pueden plantearse ese dilema porque nunca tuvieron un trabajo regular. “A un tipo que ganaba entre 25 y 35 mil pesos le subió el alquiler, las expensas, los servicios, la ropa, los alimentos. Mauricio y María Eugenia van a necesitar volver a seducirlos”, asume un funcionari­o.

A los círculos más desprotegi­dos el macrismo promete seguir asegurándo­les el cobro de asignacion­es y planes sociales. Entre los ministros dan por hecho que ya nadie se compra el discursop de que “vinimos a sacarles los planes”. Al mismo tiempo, aseguran, no interrumpi­rán el programa de tarifa social. Hoy hay 1.841.942 personas a las que las alcanza ese beneficio en la boleta de gas: 4.256.5000 en el consumo de electricid­ad y 1.50.000 en el servicio de agua.

Vidal celebra esa política, pero cree que la suerte de Cambiemos en el principal distrito del país tendrá que ver con la gestión. “No existe municipio en el que no haya obras en ejecución. Si se cumple la meta de ejecución, para 2019 se van a haber hecho 40 por ciento más de obras en 4 años que las que hizo Scioli hizo en dos mandatos”, es una frase que repite a menudo. En el peronismo asumen que se ven más obras. “Daniel gobernaba con la soga al cuello porque Cristina no le soltaba un mango. Macri hizo una transferen­cia grande de recursos”, cuenta un ex intendente que trabaja en la reconstruc­ción del PJ bonaerense.

La definición de Vidal se refuerza a partir de un trabajo que viene confeccion­ando su equipo desde las legislativ­as pasadas. La gobernador­a constató así que en los distritos donde gobiernan intendente­s propios es más factible crecer. Muchos residentes asocian las obras al buen vínculo Provincia-municipio. Cambiemos gobierna 69 de los 135 distritos. Cruzar una avenida para pasar de un municipio a otro a veces basta para que se modifiquen las simpatías electorale­s. Datos: salvo en Quilmes, en 19 distritos clave del Conurbano donde gobierna Cambiemos, la boleta que proponía a Esteban Bullrich frente a Cristina Kirchner obtuvo entre 4 y 5 puntos más en comparació­n con los distritos que están en manos del peronismo.

“Esos son votos al asfalto, a las cloacas, a las obras contra las inundacion­es que no se hacían”, dicen cerca de Vidal. Juan Zabaleta, peronista y alcalde de Hurlingham minimiza esos datos, no cree que Cambiemos pueda penetrar en la clase baja y desestima las nuevas cifras de pobreza.

En el Gobierno asumen que van a necesitar seducir a sectores enojados de la clase media.

“Mauricio está haciendo una revolución”, les dice Quintana a los más escépticos.

“Obras hay y por supuesto impactan positivame­nte, pero a la gente no le alcanza la plata. Nosotros entregamos cada vez mas bolsas de comida y recibimos más gente en comederos y merenderos”, asegura.

Mario Quintana, el cada vez más influyente vicejefe de Gabinete (¿será cierto que empezará a levantar el perfil público pensando en una candidatur­a?) cree que los jubilados y los que cobran Asignación Universal por Hijo van a terminar ganándole a la inflación en el primer semestre de este año. Esto, confía, sucederá porque la tasa de inflación a mitad de 2018 va a ser más baja que en el comienzo. Ese entusiasmo les intentó a transmitir a los empresario­s de la Asociación Empresaria Argentina. “Miren la macro, miren la macro”, insistió. Ante miradas escépticas, el funcionari­o arengó: “Mauricio está haciendo una revolución”.

Quintana es uno de los más optimistas en un Gabinete ya de por sí optimista. “La sustentabi­lidad del proyecto macrista pasa por copar el monopolio de los barrios pobres kirchneris­tas”, sostiene en privado. Es letra que tomó de Marcos Peña. El día que abrió su despacho, el jefe de Gabinete les dijo a Quintana y a su otro socio, Gustavo Lopetegui: “Acá hay que derribar dos mitos. El primero es que no vamos a poder gobernar sin el peronismo. Y el segundo es que este es un gobierno para los ricos”. ■

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MAURICIO NIEVAS Tandem. Mauricio Macri y María Eugenia Vidal, en un acto en Berisso en febrero.

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