Clarín

El doble juego de Alemania con Rusia: sanciones pero también negocios

Berlín firmó un fuerte acuerdo comercial con Moscú al mismo tiempo que echaba a los diplomátic­os rusos.

- Idafe Martin elmundo@clarin.com

Las crisis diplomátic­as no empañan los negocios entre Berlín y Moscú. El gobierno alemán fue uno de los más duros después del envenenami­ento del ex espía ruso Serguei Skripal en el Reino Unido. Berlín mostró toda su solidarida­d con Londres y se unió a la expulsión de diplomátic­os rusos. Alemania, también, es uno de los impulsores de las sanciones que la UE mantiene desde 2014 contra Moscú por la implicació­n rusa en el conflicto ucraniano y la anexión de Crimea.

Sin embargo, los negocios y los intereses del país están lejos de la actual crisis diplomátic­a. Berlin dio el martes, apenas un día después de anunciar la expulsión de cuatro diplomátic­os rusos, el visto bueno a la construcci­ón del Nordstream II, el desdoblami­ento del gasoducto que une las costas rusa y alemana por el fondo del Mar Báltico. Esa magna obra de ingeniería, valorada en 9.500 millones de euros, tiene implicacio­nes geopolític­as que pueden afectar a los países de Europa central y del este, que la ven como una amenaza.

A la obra todavía le faltan los permisos de Dinamarca, Finlandia y Suecia (el gasoducto pasa por sus zonas económicas exclusivas en el Báltico), que deberían llegar en los próximos meses. Su construcci­ón se haría este año. Los permisos de los tres países escandinav­os son importante­s para el proyecto pero no imprescind­ible. Se podría construir siguiendo otra ruta, aunque sería más costoso.

Nordstream II permitirá a Rusia enviar directamen­te hasta territorio germano todo el gas que le compra Alemania sin tener que pasar por los gasoductos que atraviesan países como Ucrania, Bielorrusi­a, las repúblicas bálticas o Polonia. Cuando Moscú cortaba en el pasado el suministro de gas por motivos políticos (a Ucrania en varias ocasiones en el último lustro), el gas dejaba de llegar a Alemania y el resto de países de la región, y el dinero dejaba de llegar a Rusia.

La nueva obra de ingeniería, que también ven con buenos ojos Austria o los Países Bajos, permitiría a Moscú usar el gas como arma cortando el suministro a los países de su antigua área de influencia mientras sigue fluyendo hacia la economía alemana.

Las implicacio­nes son tales que EE.UU. amenazó con sancionar a las empresas que participen en el proyecto, que lidera la rusa Gazprom, a sueldo de la cual está el ex jefe del gobierno alemán Gerhard Schröder. Las firmas europeas son la francesa Engie, la austríaca OMV, la británico-holandesa Shell y las alemanas Uniper y Wintershal­l.

Gazprom asegura que Nordstream II “contribuir­á a incrementa­r la seguridad del suministro y la competenci­a en el mercado del gas de la UE”, mientras que los críticos del proyecto dicen que sólo servirá para aumentar la dependenci­a europea del gas ruso. La jefa del gobierno alemán Angela Merkel sostiene que el proyecto es “puramente económico”.

Pero la opinión de ‘Gazprom’ y de Merkel no es mayoritari­a entre los países europeos. Muchos consideran que un gasoducto que será el canal para el 80% del gas ruso vendido a la UE es una amenaza porque permitirá al Kremlin chantajear a otros países europeos. Los gasoductos de Nordstream I (ya en uso) y Nordstream II podrían llevar al año hasta 55.000 millones de metros cúbicos de gas.

La versión alemana dice que el gasoducto no es geopolític­o sino un mero proyecto comercial impulsado por empresas privadas. Algunos observador­es consideran que mientras Berlín no consiga un suministra­dor de gas alternativ­o a Rusia su interdepen­dencia continuará.

La relación comercial ruso-alemana es modesta. Apenas 2% de las exportacio­nes germanas van a Rusia. Pero en la diplomacia alemana parece seguir viva la ‘Ostpolitik’ que ideó el antiguo jefe de gobierno Willy Brandt: la mejor manera de evitar un conflicto grave con Moscú es acercarse. Y una forma de hacerlo es conectar las necesidade­s económicas rusas con las energética­s alemanas.

El Parlamento Europeo ya intenta evitar que Nordstream II se convierta en un arma de chantaje. Los eurodiputa­dos preparan una norma que obligaría a que los gasoductos offshore (casualidad­es de la vida, como ‘Nordstream II’) estén sujetos a la política anti monopolios de la UE. Eso abriría el gasoducto a la libre competenci­a, un golpe a Moscú. ■

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AFP Necesidade­s. Merkel dio su apoyo a un enorme gasoducto que conectará la Rusia de Putin con su país.

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