Clarín

Malala, el emotivo regreso de la heroína paquistaní a su valle natal

Es la Nobel de la Paz que recibió un disparo en la cabeza por reclamar educación para las mujeres.

- PAKISTÁN. AFP Y CLARÍN

“Me fui de Swat con los ojos cerrados y ahora vuelvo con ellos abiertos”, declaró ayer sábado la premio Nobel de la Paz paquistaní Malala Yousafzai en una visita cargada de emoción a su valle natal, “un sueño cumplido”. Es a cinco años del atentado talibán que estuvo a punto de costarle la vida acusada bárbaramen­te de pedir edu- cación para las mujeres. Ese ataque brutal la convirtió en un icono mundial.

“Me siento muy feliz. Mi sueño se ha cumplido”, afirmó durante la visita al colegio para niños Guli Bagh, a unos 15 km de Mingora, principal ciudad del valle. “La paz volvió al Swat gracias a los inmensos sacrificio­s de mis hermanos y hermanas”, añadió.

La joven de 20 años, que ahora vive en Londres, llegó acompañada de sus padres y de sus dos hermanos en un helicópter­o militar procedente de Islamabad. El jueves había arribado a la capital paquistaní para una visita de cuatro días bajo fuertes medidas de seguridad y fue recibida por el primer ministro Shahid Khaqan Abasi. No había pisado suelo paquistaní desde 2012.

Mingora es la ciudad donde Malala vivía hasta que el 9 de octubre 2012 unos yihadistas del TTP (taliban paquistaní­es) irrumpiero­n en el autobús escolar que la llevaba de vuelta a casa después de clases. Uno de ellos preguntó: “¿Quién es Malala?” antes de dispararle una bala en la cabeza.

Las autoridade­s paquistaní­es, acusadas de no combatir con ahínco las raíces del extremismo, suelen poner al Swat como ejemplo de éxito en su lucha contra los taliban y los grupos afines a la red Al Qaeda. Recienteme­nte la región fue declarada suficiente­mente segura para reabrirla al turismo.

Los taliban paquistaní­es, al igual que los de Afganistán, son una tribu que profesa una forma extremista del islam que prohibe la música, el teatro, el cine, la literatura y los deportes para todos, pero especialme­nte el derecho a la educación para las mujeres. En 2007 tomaron control del valle del Swat, otrora una apacible región turística en las estribacio­nes del Himalaya, y multiplica­ron la violencia, las decapitaci­ones y los ataques a los colegios para niñas.

Con sólo 11 años, Malala tenía un blog en la web de la BBC en urdú, la lengua de Pakistán, en el que escribía con el seudónimo de Gul Makai y describía el pánico reinante en este valle bajo el yugo de los extremista­s.

Los talibanes, expulsados del valle por el ejército en 2009, la acusaron de vehicular “la propaganda occidental” y decidieron matarla. La adolescent­e resultó gravemente herida y fue atendida en un hospital militar local antes de ser evacuada a Birmingham, en el Reino Unido. Actualment­e estudia economía, filosofía y ciencias políticas en la universida­d de Oxford.

Con el tiempo se ha convertido en un símbolo mundial de la lucha contra el extremismo y el derecho de las mujeres a la educación, lo que le valió el Premio Nobel de la Paz en 2014, junto con el indio Kailash Satyarthi.

Occidente la alaba pero en su país es un personaje polémico y hay quien la considera “un agente del extranjero” manipulado o pagado para perjudicar a Pakistán. Además de los círculos islamistas radicales opuestos a la emancipaci­ón de la mujer, Malala es blanco de las críticas de una parte de la clase media paquistaní que la acusa de empañar la imagen del país.

“Pakistán no trata bien a sus héroes”, lamenta en un editorial el diario en inglés Dawn. Cita el ejemplo de otro nobel, el físico paquistaní Abdus Salaam, ignorado por ser miembro de la comunidad Ahmadi, un movimiento reformador dentro del islam, considerad­o hereje por los fundamenta­listas. ■

 ?? AP ?? Vuelta a casa. Malala frente al valle donde vivía hasta que un talibán le disparó y fue enviada al Reino Unido donde ahora vive y es universita­ria.
AP Vuelta a casa. Malala frente al valle donde vivía hasta que un talibán le disparó y fue enviada al Reino Unido donde ahora vive y es universita­ria.

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