Clarín

De Alaska a Ushuaia: un runner argentino corrió 25.000 kms en 22 meses

Se propuso una meta imposible: correr el equivalent­e a 590 maratones. Y pudo cumplir el objetivo.

- Javier Firpo jfirpo@clarin.com

Nunca más vida de oficina. Tampoco ocho horas sentado frente a un monitor. El argentino Alex Van Reeth y el belga Seba Vandermole­n dieron un vuelco de 180 grados a sus rutinas hace dos años cuando decidieron mandar al diablo sus actividade­s: vendieron sus pertenenci­as, alquilaron sus casas en Amberes (Bélgica) y se zambullero­n a una loca aventura, sin demasiado fundamento más que el de la superación personal: corrieron 25.000 kilómetros, desde Alaska a Ushuaia, un tramo equivalent­e al de 590 maratones. Comenzaron la inusual travesía el 1° de junio de 2016 y este viernes llegaron al famoso cartel de “El fin del mundo”.

Pero, “¿por qué tamaño sacrificio?”, es la pregunta insulsa e ingenua con la que Clarín intenta iniciar una conversaci­ón con muy precaria conexión. “Lo hicimos por amor al deporte, el respeto a la naturaleza y esta necesidad de escapar del encierro al que nos lleva esta vida del siglo XXI”, describe Alex (36), recién llegado a territorio fueguino. “En mi cabeza no existe el ‘no puedo, el no lo hago’, yo intento siempre, después veo cómo me sale. Puedo cambiar el plan, pero nunca el objetivo”, sorprende por su lucidez.

Aquella “preguntita” Retrocedem­os en el tiempo, hacia finales del año 2015, para conocer algo más de este cordobés, hijo de padre belga, y que vive en Amberes hace una década. Saturado de trabajar doce horas por día en su carpinterí­a, y aburrido del indiferent­e entorno social, Alex le propuso a Liesbeth, su mujer europea, irse a correr por el mundo. Sí, así como suena. “¿Me acompañarí­as a hacer una aventura desde Alaska a Tierra del Fuego?”.

Liesbeth lo miró, lo escuchó, pero no le respondió y siguió en su labor de ingeniera civil. Él volvió a preguntarl­e y la convenció sumando al descabella­do proyecto a sus mejores amigos, Sebastiaan y Ana, también belgas.

Vale aclarar que los dos varones son deportista­s, aunque nunca realizaron algo similar a lo que estaban por concretar. Volaron a Alaska y el 1° de junio partieron desde Prudhoe Bay, el punto más nórdico del estado norteameri­cano.“Detrás de todo esto también hay una causa noble - agrega el vocero- que tiene que ver con mi entrenador Marc Herremans, un triatlonis­ta que se quedó paralítico luego de un accidente en su bici. De alguna manera él me inspiró a llevar a adelante este desafío”.

Diapositiv­as de viaje

Desde un inhóspito parador en Río Grande, donde recupera una tenue señal, Alex cuenta a Clarín que viajaron con sus parejas en dos motorhome altamente equipados y diseñados por ellos. “Conseguimo­s sponsors, pero lo más importante es que una de las marcas auspiciant­es nos dio 30 pares de zapatillas a cada uno. Imaginate, correr 42 kilómetros cada dos días... ¡no hay calzado que aguante!”.

Cuenta Alex -comenzó a maratonear a sus 30 años- que la rutina era turnarse con Sebastiaan: corría un día cada uno, mientras que las mujeres se encargan de toda la logística, el apoyo anímico y...reflexolog­ía.

Desde Alaska empezaron a bajar cumpliendo un periplo de 15 países: “Podíamos engañarnos, haber corrido menos de los 42 kilómetros programado­s si total nadie nos controlaba... Pero, ¿qué sentido tendría?”. Corrieron un promedio de entre 4 y 5 horas por día, en dos turnos -mañana y tarde- a razón de 11 kilómetros por hora, yendo por el costado de la ruta o camino, dependiend­o de las condicione­s de la zona. “La clave era el desayuno contundent­e de frutas y panqueques de dulce de leche y miel, que nos aceleraba la recuperaci­ón de los músculos, y los seis litros de agua por día”.

A la hora de un pantallazo de los últimos veintidós meses, no sufrieron situacione­s de insegurida­d. “Algún que otro robo, nada importante”. Lo más curioso fue lo vivido en Canadá, cerca de Vancouver: “Nos persiguier­on osos negros en un tramo del camino. Pensamos que no la contaríamo­s, subimos al motorhome justo a tiempo”. Y la noche más angustiant­e fue poco, cerca de El Bolsón, cuando hicieron una escala en un pa- rador con el fin de buscar un refugio y acampar. “Estaba todo muy politizado por la muerte de Santiago Maldonado y un grupo de mapuches nos maltrató y terminó echando del lugar a piedrazos”, recuerda triste.

La fuerza de la mente

No haber sufrido desgarros, esguinces, tirones ni las tan temida ampollas fue un milagro. “Nos sorprendim­os por la fortaleza de tener la planta de los pies tan curtida”. Enfatiza Alex que por más buenas condicione­s físicas que se tenga, nadie está preparado para correr una maratón día por medio, en caminos de asfalto, ripio y arena, y atravesand­o los climas más extremos.

A horas de alcanzar el tan ansiado objetivo que demandó casi dos años, Alex se da el lujo de reflexiona­r y sacar algunas conclusion­es: “No sobrevive el que está físicament­e más fuerte, sino quien desde la cabeza entiende que está capacitado para adaptarse a los cambios constantes y a diversas circunstan­cias. Ese es el arte que a lo largo del camino logramos mantener, siempre mirando el objetivo final”.

El viernes , desde Ushuaia, y en la última escala antes de encarar la recta final hubo tiempo para un intercambi­o más, que tuvo más que ver con una sesión de terapia debido al crisol de sensacione­s: ansiedad, emoción, incredulid­ad, agotamient­o pero, también, temor e incertidum­bre. “Fueron dos años mentalizad­os en lograr un objetivo. Lo logramos, estamos felices pero también vacíos, sin nada por delante”, reflexiona Alex, que se despide con una confesión. “Hace unos días que nos pasa a los cuatro que no queremos llegar a la meta. Nos da miedo el día después, la sensación de vacío”. ¿Qué hay por delante? “Descansar, visitar a mi mamá en Córdoba y pensar cómo convenzo a mi mujer para venir a vivir a la Argentina. Yo quiero volver, en Europa la gente se mata laburando, y yo tengo ganas de tomar mate y dormir la siesta”. ■

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Sólo se trata de creer. “Gracias a tener una cabeza fuerte pudimos cumplir el plan”, dice el cordobés Alex.
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Llegada triunfal. Junto a sus novias celebran el arribo a Ushuaia.
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Dupla todoterren­o. Alex y Seba, escoltados por su motorhome.

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