Exabrupto y pedido de perdón
PABLO PÉREZ
El capitán de Boca se disculpó con el hincha al que había insultado después del gol ante Talleres.
Aunque el hincha cree que la entrada es un pasaporte al insulto y se descarga cada fin de semana, la reacción de Pablo Pérez es injustificable. De cualquier modo, Boca no está pensando en ninguna sanción. Por el contrario, celebraron en la intimidad que el capitán haya reaccionado rápidamente en los vestuarios. No faltó, claro, el que le remarcara que su caterva de malas palabras dirigidas a la platea había estado fuera de lugar.
Con sólo observar el malestar que generó en las redes sociales, advertido apenas terminó el partido por algunos compañeros y dirigentes, ofreció sus disculpas públicas el mismo domingo. Y ayer, se sometió a un raid mediático en el que intentó aquietar el tsunami de reproches que recibió de parte de la mayoría de los fieles xeneizes y la opinión pública.
“Estoy totalmente arrepentido. Di la imagen de que soy un tipo que está enfermo o está loco, pero bueno, también tengo familia. Mis nenas, mis viejos, mi señora me estaban mirando y es una vergüenza en todos los aspectos”, manifestó Pérez. Y aclaró que canalizó la bronca en una sola persona: “Fui culpable del foul que terminó en el gol de Talleres. Entonces, cuando bajaba al vestuario en el entretiempo, vi al tipo que me estaba diciendo algo y cuando hice el gol me acordé de él. Me malinterpretó toda la cancha. Si el hincha de Boca se sintió ofendido, le pido mil disculpas”.
A Pérez le facilitaron el teléfono del socio con el que tuvo el conflicto y hablaron en la madrugada de ayer. “Demostró que es un líder”, dijo el hombre, de unos cincuenta años, que tuvo sus quince minutos de fama y lejos estuvo de tomar el mismo camino que el volante. ¿Cuánto habrá tenido que ver la apretada de la barra con la furia contenida del rosarino?
“No nos juntamos con la barra. En la concentración me querían hacer el estudio y yo me fui. Cerré la puerta, apagué el teléfono y me fui a dormir, no quería saber nada”, dijo Pérez respecto a la presencia de 15 integrantes de la Doce, con Rafa Di Zeo a la cabeza. A pesar de la desmentida, la “visita” del sábado existió. Los capos de la hinchada estaban inquietos por los conflictos que habían protagonizado los jugadores colombianos y la lesión de Carlos Tevez, que se produjo lejos de la órbita de Casa Amarilla y generó resquemores internos. Como portador del brazalete, fue difícil afrontar esta situación.
Así y todo, en Boca consideran que la explosión de Pérez tiene que ver con su carácter indomable. “Ya tiene diez amarillas y más de la mitad las recibió por protestar. Es una locura. Vive pasado de rosca. Si pudiera corregir ese aspecto, sería un jugador bárbaro. Pero se le sale la cadena”, le confió a Clarín una persona que transita los pasillos de la Bombonera.
¿Cómo reaccionará la gente el sábado, cuando Boca reciba a Defensa? Para curar las heridas, Pérez necesitará mucho más que un gol. ■