Clarín

¿Por qué Boca no tiene rivales que le discutan la Superliga?

Entre razones y excusas. Talleres y San Lorenzo le dieron muchas ventajas al líder, pésimos arbitrajes al margen.

- Enrique Gastañaga egastanaga@clarin.com

Casi todos los fines de semana, hay una sensación reforzada e instalada por aquellos equipos que pretenden bajar y/o arrimarse a Boca, pero no pueden: los fallos arbitrales siempre juegan a favor de ese líder que es cada vez más líder. Ahí, bajo la manta de los árbitros, esconden sus limitacion­es quienes miran impotentes desde atrás. ¡Boca le sacó 9 puntos al segundo Talleres, que podrían ser 8 si San Lorenzo se transforma en nuevo escolta ganándole el miércoles el partido postergado a Independie­nte, todo cuando quedan sólo 18 unidades por disputarse! Semejante diferencia no se dibuja sólo con el amparo de los jueces. El indiscutid­o rey del fútbol local, sin dudas, es este Boca que marcha hacia el bicampeona­to.

Los argumentos de Talleres, con tono de reclamo a Federico Beligoy, se comprenden en especial por la falta del colombiano Barrios contra Araujo en la que se inicia el gol de Boca. Es que el pedido de expulsión de Fabra es para el debate: podía ser lo que fue, amarilla, o también roja. Y las otras acciones reprochada­s por momentos inclinaron la cancha, pero no incidieron en el resultado. Eso sí, regresando a la situación que dispara el primer grito de Boca, es real que si el árbitro aplicaba el reglamento era infracción y no había chance de que Pavón inventara esa corrida fenomenal con asistencia para Bou. Es cierto: en principio se trata sólo de una jugada. Es verdad: a un equipo como Talleres, que se construye con el descarte de los poderosos, como puede, se le hace demasiado complicado pelear también contra los jueces en la Bombonera, porque no es lo mismo seguir discutiénd­ole a Boca en el cero a cero que estando un gol abajo.

Ahora bien: todas las protestas de Talleres pasan a un segundo plano cuando se estaciona en su propuesta futbolera. Los cordobeses habían logrado lo más difícil: revirtiero­n esa postal desigual del 0-1 cerca del cierre del primer tiem- po. Tenían la segunda etapa para dejar una huella en la Bombonera. Para jugarse todas sus cartas. Sin embargo, Talleres no remató ni una vez al arco. Y desde el banco, no hubo ningún mensaje del DT Frank Kudelka para patear el tablero. Por las prestacion­es anteriores, de ese equipo y de ese técnico se aguardaban audacias mayores. Un punto más (el del empate) o menos (el de la derrota, al final sufrida igual) no alteraba el escenario, pero tres (la victoria) abría la ilusión de continuar soñando con lo máximo... Si ellos en la cancha no se animaron, no valen los reclamos a terceros...

Si no se contempla la queja del actual escolta de la Superliga, tampoco vale la del eventual segundo: San Lorenzo. Vaya curiosidad, también en el duelo mano a mano contra los de Boedo, en ese 1-1 caliente en el Nuevo Gasómetro, hubo un arbitraje que pareció inclinarse a favor de Boca. El grave error de Silvio Trucco fue la expulsión de Gabriel Rojas, en una escena en la que la roja debió ser para el colombiano Barrios. Estaban igualados y quedaba un ratito de partido: ese fallo equivocado le impidió a San Lorenzo buscar la victoria en igualdad numérica en el tramo final. Si no se acepta que los de Boedo se amparen en ese episodio es porque antes, cuando estaban once contra once y se insinuaban como para controlar el partido, uno de los suyos, Facundo Quignón, se hizo echar en el primer tiempo por un par de faltas infantiles contra Tevez cerca de la mitad de la cancha. Antes de apuntar a Trucco, debería San Lorenzo responsabi­lizar a Quignón...

Después, por supuesta, pesa el poder de la billetera. Talleres, el segundo, no pudo retener a Reynoso y, a mitad de torneo, se lo vendió a Boca, que utilizó a Bebelo como su 10 ante los cordobeses... Y bastante antes, además Boca le había comprado a Talleres a Pavón... También San Lorenzo, en cierto modo, se entregó en el verano: aunque estaba a tres puntos de Boca, vendió a Cerutti, a su hombre más desequilib­rante, al único que cambiaba el ritmo de tres cuartos hacia arriba, no se reforzó y, como se suponía, perdió terreno: hoy festeja si clasifica a la Libertador­es 2019.

Al cabo, Talleres y San Lorenzo no hicieron lo suficiente en cancha ni afuera para debatir con Boca de igual a igual, pésimos arbitrajes al margen. ■

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