Donde el sol brille siempre

El abrazo que cruza la baranda de la cama. Frente con frente. Piel con piel. Un centímetro de amor y de contacto en terapia. Es ser mamá de mamá. Arrullarla como bebé. Es Gema, enfermera voz de diamante. Es Omar, enfermero con sonrisa de corazón. Es Julián, ámbar y miel, que ordena sueros, drogas y trae paz. Es Analía, terapista alerta que abraza y mira a los ojos. Es la Guille doc que conduce y maquilla un alma que duele. Es Antonio, amigo leal, clínico de familia y de lujo. Es Pato que perturba el drama con sus mejores chistes. Son los amigos de hoy y de la infancia. Sus sorpresas de bombones y café.

Son los pasillos de la clínica por donde desfilan la ternura y el infierno. Es una bella de delantal que trae helado de madrugada a la cama 24. Es el chico pálido que precinta bolsas rojas de material patológico. Es Emilio, antigua cara conocida y querida.

Es la sangre que nos hierve y nos recorre. Es papá en el recuerdo de los mismos pasillos. Es Valeria que diseña cada menú para la mejor celebración. Es el aceite que humecta los labios secos por la quimio. Es la palma abierta que calma el pecho cableado. Es una estampita y un rosario que volaron desde Roma justo a tiempo. Es el amigo inmenso que intercedió y los trajo. Es el Señor de blanco con abotinados gastados, el Uno de Dios, que sabe y que reza. Somos nosotros que rezamos por El.

Somos todos. Somos el puente que construimos. Para un día, despertar, en un campo de caléndulas. Donde corra la brisa. Donde no haya dolor ni enfermedad. Donde brille el sol siempre. Donde nazca cada segundo el amor que recibimos y que festejamos dar.