Clarín

Reserva abandonada La Costanera Norte

La Ciudad y la UBA no se ponen de acuerdo para cuidar la ecología de esa franja junto al río.

- Silvia Gómez sgomez@clarin.com para dar

A los vecinos de la Ciudad de Buenos Aires, si hay algo que no les sobra, son los metros cuadrados de espacios verdes. De hecho, el promedio por habitante en el territorio porteño es inferior a los 6 m2/h. Es decir, está lejos del valor óptimo fijado por la Organizaci­ón Mundial de la Salud (OMS), de 15 m2/h. A tal punto, que el Gobierno local cuenta como “verdes” hasta los canteros. Así de crítica es la situación.

Entonces: ¿cómo se explica que junto al Parque de la Memoria, detrás de la Ciudad Universita­ria, y a menos de 800 metros de la cancha de River Plate, haya un humedal de 18 hectáreas -con más de 200 especies de aves-, que se encuentra abandonado, sin un plan preciso de manejo que lo proteja y lo visibilice?

Se trata de la Reserva Ecológica Costanera Norte, cuyos terrenos pertenecen a la Universida­d de Buenos Aires (UBA), y que fue creada por una ley porteña en 2012.

Aquella norma establecía la implementa­ción de un plan de manejo y ordenaba al Ejecutivo porteño que convocara, en un plazo de 90 días, a la UBA para firmar un convenio de administra­ción de la Reserva y otro específico para relevar el área; además de implementa­r los sistemas de seguridad, gestionar un presupuest­o, resguardar el sitio y fijar normas de protección y cuidado, entre otras acciones.

En todos estos años, nada de eso se puso en marcha y es llamativa la falta de empatía de los funcionari­os con este tema. Sin embargo, para ONG, conservaci­onistas y vecinos sí es una preocupaci­ón.

“En la Reserva, hay al menos dos focos de conflicto: uno es el de la seguridad: no hay personal de la Universida­d, ni Prefectura y tampoco policías. Sin embargo, se ven personas que capturan aves, pescan en el humedal y hacen fogatas en los pastizales”, detalló a Clarín Juan José Bonanno, de la organizaci­ón Aves Argentinas. Y agregó: “El otro conflicto es a escala natural, porque el humedal -que es lo que le confiere importanci­a a la Reserva- se está llenando de sedimentos: necesita ser dragado para no convertirs­e en pastizal; también, en relación con lo natural, es urgente controlar las plantas de especies exóticas, dado que usurpan el suelo y desplazan a la flora nativa”.

Además, Bonanno explicó en detalle a este diario por qué es necesaria una intervenci­ón en ese espacio: “Se trata de un ambiente antrópico, no natural. La Reserva se formó sobre tierras ganadas al río por acción

humana. Entonces, el balance no funciona solo a la perfección, como puede suceder en sitios 100% naturales: es necesario ayudar a que se pueda generar”.

Lo que indica la ley de 2012 respecto de cómo trabajar en la Reserva es que el primer paso debe darlo la Ciudad de Buenos Aires, más precisamen­te, el Ministerio de Ambiente y Espacio Público porteño. Sin embargo, desde esa cartera dijeron a Clarín que no tienen informació­n sobre esta cuestión.

En tanto, desde la UBA explicaron a este diario: “Existe la voluntad de avanzar porque contamos con gente que tiene amplio conocimien­to sobre estos tema; de hecho, el plan de manejo se basa en un estudio realizado por la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA en 2007. Por eso, hacemos hincapié en que la gestión debe ser compartida. Pero hay además un tema que nos preocupa: nos hemos reunido varias veces, con diferentes funcionari­os porteños y prevalece en ellos una actitud de desconocim­iento en relación a la titularida­d de las tierras. Estrictame­nte, debo decir que existe una ley pero no está en vigencia porque no se ha firmado el convenio correspond­iente”, dijo Miguel Angel Mouriño, jefe de legales.

“La Ciudad no avanza porque en realidad quiere disputarle esas tierras a la UBA. De hecho, acaban de incluirlas en el proyecto de ley que se conoce como Distrito Joven. Por un lado, está claro que es un área que no se puede tocar para otra cosa que no sea ser una reserva natural. Pero quieren aprovechar­la para sumar metros y así disponer de mayor cantidad de espacio para entregar concesione­s”, indicó Adrian Camps, ex legislador por el Partido Socialista Auténtico, quien trabajó junto a los vecinos para lograr la ley.

Respecto del Distrito Joven, la normativa especifica que el 35% de la superficie total destinada a su formación se puede entregar en concesión para explotació­n privada, bares, restaurant­es, boliches y otros usos comerciale­s. Sin embargo, trascendió que el Ejecutivo porteño quitará estos terrenos para evitar un conflicto. ■

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MARIO QUINTEROS Vista aérea. Cuenta con un humedal, un bosque y un pajonal. Como se formó con tierras que fueron ganadas al río, necesita un mantenimie­nto especial.

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