Clarín

“Los pedófilos van a los partidos, los reconocés por la mirada”

Marta Dávila, psicóloga que armó la pensión de Independie­nte

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Marta Dávila es psicoanali­sta. Hace más de nueve años le fue encomendad­a la tarea de organizar la pensión de Independie­nte. Trabajó allí hasta el 2014. Durante todo ese tiempo se vinculó con los chicos que vivían en el lugar, lejos de sus familias y persiguien­do el sueño de triunfar en el deporte. Cuando repasa nombres, surgen figuras del fútbol de hoy: Federico Mancuello, Fabricio Bustos, Martín Benítez son profesiona­les con los que Dávila trabajó en el pasado. Los vio desarrolla­rse y crecer. Pero también fue testigo de todo ese universo sórdido que hoy aflora bajo la forma de un escándalo. “Fueron años muy intensos porque yo tuve que formar la pensión, que no existía. Cuando comencé, los chicos estaban cuidados, entre comillas, por el cocinero. El cocinero era el que daba los horarios de salida y entrada”, cuenta Dávila.

-¿Qué más recuerda?

-Veía que los chicos de la pensión estaban tristes y apagados, como aburridos, tenían muchos horarios que son tiempo muerto. Había un psicólogo deportivo, pero con otras orientacio­nes. Los nenes no hablaban con él. Había una parte que quedaba sin resolver. Y creyeron que lo mejor era convocar a una mujer. Los clubes de fútbol tienen que tener un muy buen equipo de prevención. Porque puede pasar cualquier cosa. El tema de la mujer es importante porque los chicos quieren hablar con una mujer, por- que son nenes, extrañan a la mamá. A mi me fue bien porque además de ejercer mi profesión, mi condición femenina ayudó mucho. Yo no estoy de acuerdo con que haya tantos hombres en las pensiones.

-¿Por qué?

-Los nenes les tienen desconfian­za a los psicólogos deportivos. No solo necesitan hablar de fútbol. Tenía mucho contacto con los padres y les avisaba lo que les pasaba a sus hijos. Si veía que el chico estaba en situación de peligro, llamaba a los padres y les avisaba.

-¿Cuáles eran esas situacione­s de peligro?

-Podía que ser el chico estaba demasiado triste, nada más que por estar alejado de su familia.

-En ese momento tuvieron situacio- nes con pedófilos...

-Primero quiero decir que si pasan atrocidade­s así es porque el equipo de prevención no tiene experienci­a. O no está bien constituid­o. En mi caso, había un montón de personas, que me escuchaban, por suerte. Les dije pongamos encargados de pensión. Si fallaban, los cambiábamo­s.

-¿Pero cómo identifica­ban un pedófilo?

-Los pedófilos son identifica­bles. No sé cómo funcionan las redes, pero sé cómo se acercan. Cuando una persona tiene experienci­a. Se van acercando de a poco. Se van haciendo amigos de tal o de cual. Empiezan a ir a los partidos de las inferiores. Los ves, ves la cara, se te hace conocida. Se te hace familiar. Y entonces empezás a preguntar de dónde es. Y te dicen. Yo lo vi siempre conversand­o con tal. Y así vas preguntand­o y resulta que nadie los conoce. El personaje mira a los chicos. Los mira. La verdad que la mirada es muy delatora.

-¿Cómo se evita que esta amenaza se concrete como abuso?

-En todo equipo de prevención tiene que haber psicólogos especialis­tas en niños y adolescent­es. Dedicados a atender los dramas familiares. Ya hay un drama per se cuando un chico se viene solo y sin familia. Y tiene que haber una mujer, porque creo que las mujeres tienen un ojo más fino que los hombres para dar contención al chico. Además debería haber una asistente social. -¿Cómo se reconoce a un chico abusado?

- Uno los reconoce enseguida, lloran, tiene otra expresión, se ruborizan cuando se les pregunta que pasó. El chico abusado tiene que ser contenido y tratado de una manera especial. ■

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JUANO TESONE Desde adentro. La pensión de Villa Domínico donde residen los menores abusados.

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