Clarín

El temible péndulo de Lilita Carrió

- Eduardo van der Kooy nobo@clarin.com

Pocas veces como en los últimos días la diputada Elisa Carrió ganó elogios casi unánimes en la comunidad política. “Soy la nueva jefa sindical de todos ustedes”, bromeó con un diputado de otro partido. La titular de la Coalición defendió el derecho de los legislador­es a canjear los pasajes de avión que no utilizan en el año por dinero en efectivo. Una práctica común en ella. Un tema que, oteando la realidad conjunta, no parecería vertebral en la política argentina. Aunque alcanzó para que flameara por dentro Cambiemos.

Carrió suele no creer en ingenuidad­es ni en hechos casuales. Le llamaron la atención sobre el pleito un par de cosas. Primero, la difusión detallada del dinero canjeado por cada uno de los diputados nacionales. El podio se repartió entre tres. La jefe de la Coalición percibió $ 355.800. La misma cifra que el sindicalis­ta petrolero del bloque justiciali­sta, Alberto Roberti. Nilda Garré, del FPV, con $ 353.100, se colocó un escalón abajo. Segundo, que de la única persona que se hablara fuera de ella misma. Tercero, que Mauricio Macri haya intentado sacar una tajada pública poniendo en tela de juicio el mecanismo.

Carrió replicó con un zarpazo sin reparar en investidur­as. Dijo que el Presidente siempre estuvo habituado a viajar en helicópter­o. “Desde chiquito”, precisó. La diputada explicó que suele hacer campaña recorriend­o el país en auto. Y que esa actividad tiene un costo alto. No bien se produjo el disparo, el titular de la Cámara de Diputados, Emilio Monzó, recibió el primer llamado desde la Casa Rosada donde querían saber “si se estaba ocupando del asunto”. Se estaba ocupando desde hacía semanas pero no se sabía. No había estallado todavía la controvers­ia con Carrió.

Monzó sobrellevó una escaramuza por idéntica cuestión en la segunda mitad del año pasado. Fue cuando sacó una resolución con la cual duplicó entonces el valor de los pasajes. Que, por empuje de la inflación, habían quedado divorciado­s de los valores reales. En ese momento despuntó un debate público que sólo logró sofocar la intensidad de la campaña electoral.

Monzó está ahora analizando un mecanismo remunerato­rio fijo (una dieta extra) para los diputados, que sustituya al polémico canje. Podría tratarse de una combinació­n entre una suma de dinero más gastos de representa­ción. Porque existe una realidad de difícil refutación. Los diputados del interior deben trasladars­e a sus provincias. No importa la frecuencia con que lo hagan. Tal necesidad no responderí­a únicamente a razones familiares. Los legislador­es deben recorrer sus territorio­s de origen porque es la forma de tomar contacto con los problemas reinantes. Y de ser necesario trasladarl­os a la discusión en el Congreso.

Las palabras de Carrió otra vez causaron crujidos en Cambiemos. No sería extraño asistir en días venideros a una nueva cumbre de la diputada con Macri. Al ingeniero le desagradan esos estallidos. Pero los sabe absorber. Jamás saldría a confrontar con Lilita. La entiende y la contiene en encuentros discretos. En esas situacione­s se alcanza a calibrar el verdadero peso político de aquella mujer en Cambiemos.

Carrió conjetura que, tal vez, la intervenci­ón del Presidente no haya sido espontánea. Barrunta sobre una hipotética influencia de Jaime Durán Barba, empeñado ahora en una estrategia: fortalecer la imagen de Macri por todos los flancos posibles que muchas veces la economía no permite. Aunque en la última semana, con los índices de pobreza y de empleo, haya arrojado novedades gratas. Una felpeada pública a los legislador­es nunca viene mal. Aunque no daría los réditos sociales que siempre poseen los cuestionam­ientos al Poder Judicial.

La única preocupaci­ón que dejó en la Casa Rosada la irrupción de la diputada fue la posibili- dad de un enrarecimi­ento del clima en Diputados. Allí, delante de una comisión especial, debe concurrir hoy Luis Caputo, el ministro de Finanzas. Tiene que explicar su participac­ión en sociedades offshore no declaradas antes de asumir. La semana que viene está previsto el paso del ministro de Defensa, Oscar Aguad. Tendrá que responder preguntas por la desaparici­ón del submarino ARA San Juan, con 44 tripulante­s a bordo. Ocurrió en noviembre y existe un confuso entrecruce informativ­o. El último buque extranjero, de origen ruso, que participab­a de la búsqueda dejó el país en las últimas 48 horas. Hay una tercera citación en la grilla de Diputados que aún no maduró. Aunque estaría al caer. La de Gustavo Arriba, el jefe de la Agencia Federal de Inteligenc­ia. Es por la difusión de las escuchas telefónica­s en causas judiciales cerradas o aún en trámite. Por lo general, involucran a Cristina Fernández con Oscar Parrilli. Diputados, con la anuencia de Cambiemos y el kirchneris­mo, pidió la semana pasada un informe a la Corte Suprema por tales filtracion­es. Del máximo Tribunal depende el ente fiscalizad­or a cargo del juez Martín Irurzun.

Tal dependenci­a surgió luego de un pedido de Macri que recortó, de esa manera, atribucion­es de la Procuració­n General que estaba a cargo de la renunciada Alejandra Gils Carbó. Pero el entuerto que se generó ahora está induciendo a los miembros de la Corte a sacarse el problema de encima. Así lo admitió Horacio Rosatti, en declaracio­nes por televisión.

En oposición a las prevencion­es del Gobierno, el cruce de Lilita en defensa del bolsillo de sus colegas despertó un ánimo solidario. La diputada, por otro lado, anticipó la defensa de Caputo. Definió al ministro como un hombre honesto. Clave, además, en la política de endeudamie­nto oficial de los primeros dos años. Sin la cual al Gobierno le hubiera resultado muy difícil administra­r el elevado déficit fiscal. Quizás Aguad carezca –Arribas seguro que sí-- del resguardo que Carrió resolvió dispensar a Caputo.

El otro dilema está en el Senado. Sus integrante­s nunca observan con buenos ojos las intervenci­ones externas. Como la que hizo Macri con los diputados y el canje de los pasajes. No fue ca-

La diputada defendió como nadie el bolsillo de sus pares. “Soy la nueva jefa sindical”, bromeó.

sualidad, por ese motivo, el almuerzo que Marcos Peña ofreció ayer a todos los jefes de bloque. Hubo asistencia casi perfecta: sólo faltó el kirchneris­ta neuquino Marcelo Fuentes. El jefe de Gabinete no soslayó la cuestión del canje de pasajes. Sugirió que resultaría atinado buscar una fórmula similar a la que está dispuesta a aplicar Diputados.

¿Nada más? No existe puntada sin hilo. El Gobierno no tiene en vista una agenda parlamenta­ria excesivame­nte importante. Pero al Senado le aguarda una cuestión crucial: la aprobación o no del pliego de Inés Weinberg de Roca. La doctora que Macri propuso para reemplazar a Gils Carbó en la Procuració­n General. El punto de partida para el ensayo de una reforma judicial que el Gobierno no pudo llevar adelante en sus dos años.

El Presidente estuvo hablando del tema con Miguel Angel Pichetto, jefe del bloque peronista. Carrió también dio el visto bueno a Weinberg, aunque no pueda incidir de modo directo en su consagraci­ón. Pero la palabra de Carrió pesa como el mercurio también en el plano judicial. Ricardo Lorenzentt­i, el titular de la Corte Suprema, respiró aliviado cuando supo que la diputada no lo había incluido en su raid de declaracio­nes. Esta vez el turno le tocó a Germán Garavano, el ministro de Justicia. Le cayó con un palazo. Fue por dejar caer la acusación contra ex fiscales en la causa AMIA.

El péndulo de la diputada sigue marcando con rigor los tiempos de Cambiemos.

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Elisa Carrió, diputada de Cambiemos.
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