Clarín

Martin Luther King, el valor de un hombre inmenso

Hace 50 años. Un día como hoy era asesinado, en Memphis, el líder por los derechos de los negros en EE.UU.

- Luis Vinker lvinker@clarin.com

Aquel 4 de abril a las 18.01 -hoy, hace exactament­e medio siglo- Martin Luther King salió al balcón de la habitación 306 del motel Lorraine en Memphis, Tennessee. Allí, un disparo acabó con su vida (una hora después) y causó una conmoción mundial. Cinco años antes, otro magnicidio había sacudido a Estados Unidos -John F. Kennedy- y la secuela se prolongarí­a con el hermano de éste, Bob. Pero si aquel disparo segó la vida de Luther King, que apenas tenía 39 años, no ocurrió lo mismo con sus ideales y su movimiento. A esa altura, la lucha de la población de raza negra por sus derechos civiles era imparable. Y si el crimen del pastor provocó una ola de disturbios y saqueos en cien ciudades, en poco tiempo su imagen siguió creciendo. Inclusive, se prolongarí­a en la rebelión de los jóvenes y en las constantes manifestac­iones contra la Guerra de Vietnam. Todos los símbolos de una época que, por momentos, nos parece tan lejana... Y en otros -cuando renace cierta tensión racial- los discursos, las movilizaci­ones y la gesta de Luther King nos suenan como si fuera ayer.

Nacido en Atlanta el 15 de enero de 1929, siempre recordó dos hechos de la infancia que marcaron su vida: la muerte de su abuela y la discrimina­ción. También habría que citar a su padre, Martin Luther King Sr, predicador religioso y uno de los primeros líderes en la lucha de los negros por sus derechos. Con apenas 17 años, su hijo hizo publicar una carta en el Atlanta Constituti­on donde afirmaba: “Las personas negras también son titulares de los derechos básicos y las oportunida­des de los ciudadanos americanos”. Estudió teología en Boston y, ya casado con Coretta, se trasladó a Montgomery, Alabama: el sur profundo y uno de los estados más racistas. Después del famoso episodio de Rosa Parks (1955) que impulsó el fin de la segregació­n racial en los autobuses, King quedó como un líder natural en la lucha de los negros por la igualdad. Sus biógrafos calculan que sus recorridos fueron “infinitos” y que habló en más de 2.500 actos públicos. Fue arrestado 20 veces y sufrió cuatro ataques directos, uno de ellos a cuchillada­s en Nueva York. El día que mataron a JFK, sintió que él también estaba sentenciad­o.

Su momento memorable fue el 28 de agosto de 1963, cuando movilizó a 250 mil personas en Washington por los derechos civiles. Y allí, frente al Memorial Lincoln, pronunció su discurso inmortal: “Yo tengo un sueño”. La prefigurac­ión de lo que sucedería de allí en más en su país. Desde que Lyndon Johnson tuviera que firmar la ley de los Derechos Civiles para terminar con la segregació­n hasta que, décadas después, por primera vez una persona de raza negra alcanzara la presidenci­a. Y entonces Barack Obama supo rendirle tributo.

King también había liderado la marcha de Selma hacia Montgomery (1965), enfrentand­o el racismo en Alabama, en lo que se conoció como el Domingo Sangriento. Allí expresó que “el arco del universo moral es largo, pero se inclinará para el lado de la Justicia”. Y Johnson tuvo que admitir que “la discrimina­ción no es un problema de los negros, del Sur o del Norte. Es un problema americano”.

Martin Luther King ya había sido distinguid­o con el Premio Nobel de la Paz en 1964 y su autoridad crecía. Hasta que aquel disparo terminó con su vida en la tarde de Memphis. Su autor, un delincuent­e de poca monta llamado James Earl Ray, consiguió escapar. Dos meses más tarde fue capturado por Scotland Yard, en Londres, y lo extraditar­on. Su destino era la silla eléctrica, pero se declaró culpable y lo sentenciar­on a 99 años de prisión (murió en 1998, a los 70 años). Nunca faltaron las versiones de conspiraci­ón y la viuda de King consiguió que se reabriera la investigac­ión a fines de los 90. Pero el Departamen­to de Estado determinó que “no hubo ninguna conspiraci­ón”. Quedaron las dudas. Y, sobre ellas y sobre el crimen, el valor de un hombre inmenso. ■

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El hombre. Martin Luther King.

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