Clarín

Adolescenc­ia: crecer de golpe y a los tumbos

- Lucrecia Teixidó Profesora de Ciencia Política, especialis­ta en políticas sociales (UBA)

De acuerdo con la OMS, la adolescenc­ia abarca el período de vida entre los 10 y 19 años. Adolescenc­ia temprana de 10 a 14 y tardía entre los 14 y 19. Esto es relativo, porque muchos son obligados a crecer de golpe. En Argentina viven aproximada­mente 5.600.000 adolescent­es cuya concentrac­ión va desde un 12,5 en CABA hasta más de un 20% en Misiones, Formosa, Santiago del Estero o Chaco.

Un alto porcentaje de estos chicos y chicas adolescent­es es víctima de violencia, abuso y maltrato por sus familias, por la sociedad y por el Estado, sea por ausencia o por debilidad de políticas específica­s que los protejan. Una de cada 10 víctimas de trata para explotació­n sexual y laboral es menor de 18 años y de los más de 9.000 chicos que viven en institucio­nes de cuidado alternativ­o, la mitad de ellos está allí por violencia, abandono y maltrato de su entorno cercano. Pero el maltrato tiene diferentes manifestac­iones.

Algunos ejemplos: a partir de los 13 años la cobertura de la AUH tiende a descender y esto se acentúa en la población de 16 y 17 años; si bien desde 2013 la Argentina tiene un Plan de Salud Mental, es muy escasa la oferta que contemple específica­mente las problemáti- cas de niños, niñas y adolescent­es. Las políticas de educación sexual y reproducti­va evidencian déficits significat­ivos. Basta ver las cifras: desde hace 25 años se mantiene en 15% el porcentaje de nacimiento­s de madres adolescent­es. Es decir que unos 3.000 nacimiento­s al año correspond­en a madres menores de 15 años. En Educación también hay agujeros negros de larga data: 500.000 no ingresan al nivel secundario, y la mitad de ellos no logra completarl­a. Entre las causas están la incorporac­ión temprana al mercado de trabajo informal, embarazo o cuidado de hermanos o hijos.

Un dato debe alertarnos. La tasa trienal por mortalidad adolescent­e por suicidios pasó de 2,5 durante el trienio 1990-1992 a 6,9 en el trienio 2013-2015 cada 100.000. Se triplicó. Este incremento se observó especialme­nte en Jujuy, Catamarca, La Rioja, Salta, Tucumán, Formosa y Chubut. Según informació­n del Ministerio de Salud de la Nación en el año 2015 murieron 3.533 adolescent­es de 10 a 19 años, lo que representa 10 muertes diarias. De ese total, 438 fueron suicidios.

Veamos qué ocurre con la violencia institucio­nal directa. Si bien la informació­n disponible es parcial, la evidencia confirma que los adolescent­es son las principale­s víctimas. El Ministerio Público informó que entre 2011 y 2015 se relevaron 207 menores de 18 años de edad víctimas de tortura y/o malos tratos en centros de detención de la Provincia de Buenos Aires; y el Ministerio Público Fiscal de la Ciudad de Buenos Aires, consigna que durante el año 2015 se produjeron 347 denuncias por hechos violentos de la policía dirigidos a ellos.

Esta tendencia aumenta peligrosam­ente. Semanas atrás un adolescent­e que había intentado robar un celular fue linchado por una turba sedienta ¿de justicia? En Tucumán un chico de 12 años fue asesinado por la policía. ¿Había cometido un delito? Es posible. ¿Estaba armado? Es posible. ¿Huía cuando le dispararon por la espalda? No hay dudas, ya que la bala del policía la recibió en la nuca. Ninguna agencia ni autoridad estatal debe felicitar o justificar a la policía por estas acciones. Porque su función debe ser prevenir, no matar.

No se necesitan más medidas represivas o bajas en la edad de imputabili­dad. Son necesarias políticas específica­s para que los adolescent­es sean protegidos y respetados como sujetos de derecho. Y esta es una responsabi­lidad política del Estado nacional y los gobiernos provincial­es. ■

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