Clarín

Esto se llama ‘inercia’ acá y en la China

- Ezequiel Burgo eburgo@clarin.com

La memoria importa en una economía con inflación crónica. Como por ejemplo la de este país. Qué bueno sería entonces para los argentinos una máquina de esas como aparecen en la película Eterno Resplandor de una Mente sin Recuerdos, donde una pareja de jóvenes tristones trata de eliminar sus memorias vía un software para enfrentar sus futuros sin los vicios del pasado.

La política económica no tiene a su alcance ningún software de ese tipo. Y no estaría nada mal ya que algunas veces los planes basados en bajar la inflación con la política fiscal o monetaria solamente no alcanzan. ¿Por qué? Porque las personas ajustan precios basadas en sus experienci­as.

En la jerga esto se llama ‘memoria’ y es clave para entender por qué al Gobierno, según el mismo Mauricio Macri admitió, le resulta arduo desinflar la economía o hacerlo más rápido de lo que imaginó. Sube el dólar, sube la nafta. Aumentan los combustibl­es, vuelven a incrementa­rse los pre- cios. Y así todo el tiempo.

Más allá del ‘mes a mes’, no hay que perder de vista que la Argentina se haya en un proceso o transición. O si se prefiere de un intento de política de bajar la inflación sin fijar el dólar y al mismo tiempo corregir tarifas de los servicios públicos. En abril, por ejemplo, aumentaron el gas, el transporte y, como dicen los economista­s, todo esto repercutir­á en la inflación. Esto proceso continuará en los próximos meses porque el peso de las facturas de luz y gas en un salario promedio privado formal hoy es casi 6%, aún levemente por abajo del que había en la Convertibi­lidad.

Para colmo la economía argentina adolece de otras indexacion­es. El 70% del gasto público son salarios, jubilacion­es y planes sociales indexados.

Pasando en limpio. Las correccion­es de las tarifas, las indexacion­es de las jubilacion­es, del gasto público, la flotación del dólar, impactan en la formación de los precios en la Argentina. Aún cuando los salarios suban menos que la inflación. De ahí que el Gobierno se juegue a convencer a los trabajador­es que sus haberes se ajusten por la inflación esperada y no por la pasada. Salvo que inventen la máquina de Eterno Resplandor, metan a Roberto Baradel allí dentro y los gremios se queden sin ‘memoria’. ■

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