Clarín

La historia secreta de la estrategia oficial para “proteger” a Caputo

- Marcelo Bonelli mbonelli@clarin.com

Mauricio Macri fue directo y felicitó de inmediato a Luis Caputo: “Por fin se acabó el invento de la oposición”. Ocurrió durante una charla, después de que el ministro concluyera su presentaci­ón en el Congreso.

Macri sostiene que, con la exposición de Caputo, el Gobierno terminaba por desmontar una operación política que iba contra el propio corazón de la Casa Rosada: cuestionar e intentar la renuncia del hombre que tiene la llave de los mercados internacio­nales para financiar los fuertes desequilib­rios macroeconó­micos.

Caputo garantiza los fondos del exterior para moderar el ajuste y viabilizar la reelección del Presidente. Christine Lagarde esbozó la misma tesis en la reunión privada con Macri. Por eso, el Gobierno cree que la oposición busca enlodar a Caputo y complicar el acceso al crédito externo.

Esa es la historia secreta que reconstruy­ó Clarín. Macri se lo dijo a Caputo: “Se cayó el invento de la oposición”. Y Caputo precisó: “Mostré toda la documentac­ión que acredita que tengo razón”. Macri apeló entonces a un término futbolero: “Ganamos por goleada”. Caputo respondió: “Presidente, se terminó la infamia”. El ministro dijo que vivió las denuncias como un calvario personal y familiar.

Por eso no está arrepentid­o del traspié del “papelito” ni de la increíble oportunida­d que les dio a los kirchneris­tas de terminar -para su propia tropa- la sesión en un bochorno.

El Presidente pasó por alto el desliz. Pero el ministro dejó en evidencia que conoce de finanzas y flaquea en política.

Para algunos, Caputo le dio al kirchneris­mo una salida de lujo, cuando los argumen- tos del grupo de Axel Kicillof tambaleaba­n.

Kicillof hizo una larga exposición, pero nunca fue al centro de la cuestión. El ex ministro tenía informació­n secreta y temía que Caputo la hiciera pública: el detalle de la negociació­n en la que Kicillof benefició a Repsol y las abultadas comisiones que Cristina le pagó a un solo banco -Deutsche Bank- en la colocación del Bonar 2024. Fueron del 1 por ciento, cuando ahora se paga a un consorcio el 0,12 por ciento. El griterío final -en definitiva- benefició a ambos. Hubo varios temas centrales que nunca se abordaron y que evitó la Casa Rosada.

El Frente Renovador -vía el diputado Ignacio De Mendiguren- no pudo introducir un tema clave: la bomba económica que puede generar el endeudamie­nto si no tiene suficiente sustentabi­lidad de repago.

Tampoco se profundizó sobre cómo hará la Argentina para abonar la deuda, si se ensancha el rojo comercial. El “circo” final evitó que se tratara otra cuestión: aún es secreto el lesivo contrato que Cristina firmó con el Club de París. Nadie entiende por qué Macri mantiene ocultas las cláusulas del acuerdo.

Caputo preparó la presentaci­ón con su equipo íntimo. No hizo entrenamie­nto previo, ni contrató ningún “coach” , como surgió del propio Gobierno. Esa versión la dejaron trascender funcionari­os que tienen enconadas internas con el ministro.

Pero igual Caputo recibió toda una “red de contención” de la Casa Rosada. El propio Ma- cri habló del tema con Miguel Pichetto y la cuestión la siguió el jefe de Gabinete.

El operador fue Federico Pinedo: el martes a la tarde Caputo estuvo en secreto en el Senado. El compromiso fue armar un esquema que le permitiera salir -por lo menos- ileso del Congreso. Pichetto se habría comprometi­do a facilitar las cosas a Caputo. Fue evidente y claro que el -antes furioso kirchneris­ta y ahora dócil- senador del peronismo federal José Mayans manejó la sesión a favor del ministro.

Mayans fue el mejor “operador” de la Casa Rosada en la sesión: mantuvo a senadores y diputados a raya y decidió terminar todo cuando comenzó el desborde y el ministro se lo exigió: “Vamos porque ya estoy muerto”.

Caputo le agradeció -el miércoles a la tardesu tarea en un efusivo mensaje de texto.

El “acuerdo” para ayudar al ministro se constató en el propio recinto. Mayans bufaba junto a Caputo, cuando las preguntas se repetían. El senador -en un momento- le dijo, por lo bajo: “Yo no puedo creer que te pregunte cuatro veces lo mismo”. Caputo exclamó: “Ya están haciendo circo”. Marcos Peña cree que ya se ganó la pulseada. Pero es un error.

El “affaire Caputo” todavía no concluyó: está abierta una seria investigac­ión judicial. La Oficina Anticorrup­ción envió un exhorto a la Securities and Exchange Commision para constatar si las afirmacion­es del ministro se corroboran en la documentac­ión.

En la Casa Rosada sostienen que la OA va a cerrar el expediente. Laura Alonso rechaza esas presiones: “Acá no cerramos nada”. Pero la Oficina Anticorrup­ción recibió, antes de Semana Santa, un requerimie­nto de Carlos Rívolo: el fiscal exigió toda la documentac­ión del “caso Caputo”.

Rívolo pidió -y ya obtuvo de Julián Ercoliniel levantamie­nto del secreto fiscal del ministro. Caputo dijo en la Casa Rosada estar tranquilo. Según sus palabras, los datos de la AFIP comprobará­n que la sociedad off-shore es de un pariente cercano y no de él.

La Casa Rosada, de todos modos, dio una orden: varios operadores judiciales pretenden conocer detalles de la hermética investigac­ión de Rívolo. ■

El ministro recibió toda una red de contención de la Casa Rosada. El propio Macri habló del tema con el senador Miguel Pichetto.

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