Clarín

“Si el aborto fuera masculino estaría resuelto hace tiempo”

Ginés González García. Médico. Ex ministro de Salud de Eduardo Duhalde y Néstor Kirchner

- Pablo Ibáñez pibañez@clarin.com

-¿Qué se discute cuando se discute la legalizaci­ón del aborto?

-Muchos quieren convertirl­o en una discusión religiosa, yo lo tomo como un tema de salud pública. Hay entre 360 mil y 500 mil abortos anuales, o sea un aborto cada dos nacimiento­s, y la consecuenc­ia de que sean clandestin­os, por estar tipificado­s como delito, es la muerte de mujeres habitualme­nte jóvenes y pobres. Además del dolor y del agravio psíquico, hay 50 mil internacio­nes post aborto. Eso refleja que la dimensión sanitaria es terrible. Salvo en África y América Central, el mundo lo resolvió hace mucho cuando dejó de tomarlo como una cuestión religiosa, aun en países como Italia y España, cunas de occidente y de religiones.

-Esa estadístic­a surge de un estudio de 2005 que financió el ministerio de Salud cuando usted era ministro.

-Si. Como no había datos, porque no hay registro de algo que es ilegal, financiamo­s dos estudios. La estimación, explicada a grandes rasgos, toma que sobre cada internació­n se producen 5 o 6 veces más de hechos. Los que se inter- nan son los casos críticos, que supone un porcentaje de los que se hacen. De ahí se estimó que en 2005 había entre 380 mil y 500 mil casos.

-¿La cifra se mantiene?

-Quizá ahora haya menos casos críticos, lo que no cambia la magnitud brutal. Esto puede darse porque en 2005 el aborto era quirúrgico y ahora se usan medicament­os, el Misoprosto­l, que no está autorizado para uso ginecológi­co, aunque está en trámite. Si se legaliza, y se usan medicament­os será más simple, más corto, más barato y con menos riesgos.

-Algunos dicen que legalizar aumentará la cantidad de abortos.

- No. Quien quiere hacerse un aborto, de una manera u otra, se lo hace. En los países que lo legalizaro­n nunca aumentó y en algunos bajó. Pero lo que disminuye brutalment­e son las muertes, las complicaci­ones porque legalizado, el aborto, se hace en otras condicione­s. También disminuye el efecto psicológic­o porque además de doloroso, también es tomado como delito.

-Un delito casi sin causas judiciales. -Totalmente. Lo estudié. En teoría, una internació­n post aborto debe denunciars­e, pero un porcentaje mínimo lo hace. La cantidad de casos que intervino la Justicia fue menor y tampoco había sentencias. ¿Entonces para qué? Pa-

En los países que lo legalizaro­n nunca aumentó la cantidad de abortos. Y sí hubo una baja brutal de muertes”

Sospecho que Macri instaló el tema sabiendo que no va a pasar por el Senado. Dan el debate, pero hacen lo contrario”

ra inhibir a las mujeres a que lo hagan, sobre todo a las más pobres porque las condicione­s no son iguales para una mujer con solvencia económica que para una pobre piba. Es un castigo con los más jóvenes y los más pobres.

-Entonces ¿estamos ante un delito que no se penaliza pero que ocurre de a miles?

-La hipocresía llega a un punto mayor: cuando yo tuve el quilombo con la Iglesia, no fue por la despenaliz­ación del aborto sino por las campañas de anticoncep­tivos. Hice campañas de distribuci­ón gratuita y me las atacaron a muerte. A Aguer (Héctor, arzobispo de La Plata), le dije en la jeta que yo respetaría su posición si él, además de estar en contra de un programa público, iba a la farmacia de la esquina de la catedral a predicar que no vendan anticoncep­tivos. A lo único que se oponían era a los programas públicos.

-En aquel tiempo Antonio Baseotto, el obispo castrense, le dedicó la frase: "quienes escandaliz­an a los pequeños merecen que le cuelguen una piedra de molino al cuello y lo tiren al mar".

-Claro. Desde siempre, yo estaba preocupado por las enfermedad­es de transmisió­n sexual. El primer profilácti­co que salió en una publicidad lo puse yo siendo ministro de Salud en Buenos Aires. Tuve algún quilombito con la Iglesia

Hoy muere más gente por comer de más que por comer de menos. Hay epidemias por la mala alimentaci­ón”

pero a Antonio Quarracino, que era cardenal, le dijimos que era por el SIDA. En 2005 fui a ver al cardenal Bergoglio para contarle que iba a hacer una campaña muy agresiva de prevención de esas enfermedad­es, que tenía algún efecto sobre prevención de embarazo, pero que no era lo central. No hablamos una palabra del tema aborto. Yo le dije no busco votos ni quiero ser famoso, ni jugar contra la Iglesia, lo que hago está vinculado con la salud pública. Le pido que entienda. No me dijo nada pero me acompañó a la puerta y cuando me despide me dice: “vaya con Dios ministro, usted va a ir al cielo”. -Casi un guiño.

-Después pasó lo de este loco, Baseotto. Kirchner se enojó porque tenía cuitas con Bergoglio por otras cosas. Fue una bestialida­d lo que dijo pero lo minimicé. La pelea no fue por el aborto que con ellos, por una cuestión de dogma, no se puede discutir.

-¿Kirchner le dijo algo?

-Cuando se armó el quilombo, le dije: “Avisame si querés que afloje”. El me dijo: “Vos hacé lo que tengas que hacer”. Cristina, tampoco intervino. No creo que le haya gustado pero no me dijo nada.

-¿Pero por qué ni Néstor ni Cristina Kirchner propusiero­n despenaliz­ar el aborto como se va a debatir ahora?

- Con Kirchner no estaba en agenda, nunca lo analizó. En ese momento, hace 13 años la discusión era hacer cumplir la ley de aborto legal (para casos específico­s) y la ley de salud sexual. -¿Y con Cristina por qué no se hizo?

- Ahí mi relación era tirante con el Cachivache (se refiere a la ex ministra de Salud Graciela Ocaña) y jamás se me ocurrió proporners­elo a Manzur, que era ultraconse­rvador.

-¿Que aquel Bergoglio hoy sea Papa puede influir para que la despenaliz­ación no avance?

-Algo puede pasar. Van a operar sobre los senadores diciendo que justamente es el país del Papa. Algo de eso van a usar.

-En Senado, el rechazo parece muy alto. -Ahí hay otro tema. Los senadores son todos viejos, en general, más de 60 años. De 40 años para abajo la mayoría opina de un modo y de 40 para arriba, de otro. Deciden los que tienen más de 60 y están fuera de carrera (se ríe). Encima son varones. Yo suelo decir que si el aborto fuera masculino, estaría resuelto hace tiempo, pero es de las minas.

-En la demanda de legalizar se agrega lo de libre y gratuito.

-Para que deje de ser un delito y empiece a ser un derecho donde el Estado asista. No quise hacer un estudio del impacto económico pero entiendo que sería bajo. En los temas de salud, lo que se debe buscar es que sea igual para todos. Una vez que se incorpora al sistema de salud pública se extiende a las prepagas y a las obras sociales.

-¿Valida el debate científico sobre "cuándo empieza la vida"?

-Se usa mal. La vida viene con el espermatoz­oide y el óvulo, que son células vivas. Pero una cosa es la vida y otra la persona. Ahí la legislació­n del mundo está entre 12 y 14 semanas, porque no hay sistema nervioso ni sensibilid­ad. Por eso yo digo que la semilla es vida pero no es el árbol.

-¿Lo sorprendió que el debate lo ponga sobre la mesa Macri?

-Sí. Sobre todo porque el gobierno hizo una política absolutame­nte en contra del aborto legal para casos específico­s, ley que no se aplica en más de medio país. En CABA, Macri vetó una ley siendo jefe de Gobierno. El año pasado, en la provincia ocurrió algo bochornoso: la ministra de Salud (Zulma Ortíz) adhirió al protocolo para casos de abortos legales pero salieron el procurador (Julio) Comte Grand y el ministro de Gobierno (Joaquín) De la Torre a matarla. Fue una pena de muerte política y la echaron a los meses. Pura presión religiosa.

-Se supone que manda Vidal, no ellos. -Vidal echó a la ministra. Hablaron ellos, quizá para que no hable ella que es joven y es mujer. El punto es que el Gobierno se niega a cumplir la ley del aborto legal pero habilita el debate de la legalizaci­ón. Creo que lo largaron una semana de mucho lío político como distracció­n para que no se hable de Caputo y de la economía. Así y todo, cualquiera sea la intención, ha sido positivo. Creo, eso sí, que tienen el reaseguro del Senado.

-¿Sospecha que Macri lo tira sabiendo que no pasa por el Senado?

- Creo que sí, que tiene claro eso. Da el debate pero en la acción, el Gobierno hace lo contrario. El programa de Procreació­n Responsabl­e y Salud Sexual, que incluye educación e insumos de anticoncep­ción, fue brutalment­e interrumpi­do por el ministro Lemus. El nuevo ministro (Alfredo Rubinstein) lo ha vuelto a poner en marcha, le destinó presupuest­o.

- Suele haber cambios entre ministros. A usted no le gustó su sucesora, Graciela Ocaña.

- Cachivache. Yo le digo, alegrement­e, Cachivache.

-Ni la nombra.

-No. Cachivache, y mi ánimo se basa en varias cosas como un contrato del PAMI, que ella renovó a pesar de las recomendac­iones para incluir la política de genéricos. Es el mismo contrato que ahora el gobierno celebra haber cambiado. Tengo serias dudas de su probidad. Lo que hizo con la suspensión de campañas fue atroz: hubo muertos que tuvieron que ver con la responsabi­lidad de ella.

-¿El nuevo contrato del PAMI es positivo? -Si. El PAMI venía comprando mal y caro. El convenio es muy bueno para el PAMI, no tanto para los jubilados que pagan de su bolsillo. Lo que no me gusta es que el Gobierno sea más duro con la industria local que con la industria internacio­nal. En el mundo hay cuatro países donde la producción local supera a la internacio­nal: EE.UU., Alemania, Japón y Argentina.

-En el tironeo entre el PAMI y los laboratori­os, siempre aparecen mencionado­s Mario Quintana y Farmacity.

-Quintana fue el enemigo total de la industria y Farmacity quiere expandirse a la provincia de Buenos Aires. En el PAMI el combate fue con el gasto: estaba 1000 millones abajo por mes, Casinotti bajó el déficit de 15 o 16% a 2%, y a mitad de año lo va a equilibrar. Ese es su objetivo.

-¿Como ve la situación del peronismo?

- Al peronismo le falta más que un candidato, le falta un proyecto, una hoja de ruta. Eso sería un factor de unidad. Tenemos recursos y equipo para hacerlo pero estamos todos pelotudean­do a ver quién es candidato de qué, o quién saluda a quién. Es cierto que es una crisis de la política en el mundo. De hecho, en Argentina gobierna una ONG, dicho esto sin menoscabo. Acá no hay grandes personajes: hay alguien que tiene los votos en la provincia de Buenos Aires, que es Cristina, y alguien que no tiene los votos del resto del país, que es Cristina.

 ?? NÉSTOR GARCÍA ?? Salud. Fundador y actual director de la Fundación ISalud, González García tiene una extensa trayectori­a como político dedicado al sanitarism­o.
NÉSTOR GARCÍA Salud. Fundador y actual director de la Fundación ISalud, González García tiene una extensa trayectori­a como político dedicado al sanitarism­o.

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