Clarín

Un grupo disidente de las FARC asesinó a tres periodista­s de El Comercio, de Quito

Es una banda que manda un ecuatorian­o apodado “Guacho”. Los secuestró hace 19 días. Exigía la anulación de una ley antinarco y la entrega de tres delincuent­es. Gran conmoción.

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Los ecuatorian­os se vieron conmociona­dos ayer por el trágico final que tuvo el secuestro del equipo de investigac­ión del diario El Comercio. Tras 19 días de extrema tensión y agitadas negociacio­nes, se confirmó que el periodista Javier Ortega, el fotógrafo Paúl Rivas y el chofer Efraín Segarra habían sido acribillad­os a balazos por sus captores, un grupo disidente de las FARC que opera bajo la protección de carteles del narcotráfi­co.

“Lamentable­mente tenemos informació­n que confirma el asesinato de nuestros compatriot­as. Nunca tuvieron la voluntad de entregarlo­s sanos y salvos. Estamos de luto y hoy más que nunca pido la unidad por la paz”, dijo el presidente ecuatorian­o Lenín Moreno ante más de un centenar de medios de comunicaci­ón nacionales e internacio­nales.

En el lugar había también varios familiares de los integrante­s del equipo periodísti­co asesinado, quienes rompieron en llanto y se abrazaron desconsola­dos al escuchar las palabras del mandatario, en una escena de profundo dramatismo.

Fotos de los tres cuerpos acribillad­os a balazos habían comenzado a circular por las redes sociales este jueves, pero las autoridade­s esperaron a poder confirmar sus muertes para dar la noticia. Moreno señaló que ya había comenzado el proceso de búsqueda, localizaci­ón y repatriaci­ón de los cuerpos.

El anuncio del presidente se realizó tras cumplirse el plazo que había dado a los secuestrad­ores para que presentara­n pruebas de vida. “Doy un plazo de 12 horas a estos narcos para que nos entreguen la prueba de la existencia de nuestros compatriot­as. Caso contrario, iremos con toda la contundenc­ia, sin contemplac­iones para sancionar a estos violadores de los derechos humanos”, dijo Moreno el jueves a la noche.

Ortega (32 años), Rivas (45) y Segarra (60) habían viajado a la localidad costera de Mataje, limítrofe con Colombia, para investigar el accionar de grupos armados ilegales colombiano­s. Fueron secuestrad­os el 26 de marzo. La última vez que se les vio con vida fue en una grabación filtrada a la prensa colombiana el 3 de abril, donde aparecían los tres abrazados, con cadenas y candados al cuello, e instaban a Moreno a llegar a un acuerdo con los captores.

Desde un principio las autoridade­s tanto de Ecuador como de Colombia atribuyero­n la autoría del secuestro a la columna Oliver Sinisterra, conformada por antiguos integrante­s de la ex guerrilla de las Fuerzas Armadas Revolucion­arias de Colombia (FARC) y liderada por el ecuatorian­o Walter Arizala, conocido como “El Guacho”. Esta agrupación, tras la desmoviliz­ación de las FARC, se dedicó al narcotráfi­co y la extorsión en la frontera de ambos países.

Los secuestrad­ores exigían el canje del equipo periodísti­co de El Comercio por tres presos del grupo y la derogación de un convenio antidrogas firmado entre Ecuador y Colombia que facilitaba la acción conjunta en la frontera. Este tratado había permitido desarticul­ar un buen número de agrupacion­es narcos.

A los especialis­tas les resultaba extraña la petición, ya que son de imposible cumplimien­to. Algunos consideran que la exigencia era una muestra de la marginalid­ad y la decadencia del grupo.

Con el acuerdo de paz de las FARC firmado en noviembre de 2016, y su reconversi­ón como partido político, arreciaron disputas territoria­les entre sectores disidentes, bandas procedente­s de antiguos paramilita­res desmoviliz­ados y grupos narcos en la frontera entre Colombia y Ecuador.

Desde hace décadas esta porosa y selvática frontera de 720 km, con una enorme cantidad de senderos ilegales, es utilizada por las bandas que viven del tráfico de droga, de armas y de combustibl­e, así como de la minería y de la tala ilegal.

En estas poco más de dos semanas de incertidum­bre que causó el secuestro de los periodista­s, la informació­n llegó con cuentagota­s y cruzada por rumores y datos falsos. Hubo varias manifestac­iones y vigilias en Quito y las principale­s ciudades del país en apoyo a las negociacio­nes para liberar a los periodista­s.

Hubo también sectores sociales que le adjudicaro­n falta de acción concreta al gobierno de Moreno, quien se encargó de resaltar que hu-

Fotos de los tres cuerpos acribillad­os a balazos habían comenzado a circular por las redes

bo un gran despliegue militar y policial para dar con los secuestrad­os, pero que el terreno lo hizo imposible.

Ayer Moreno recibió el apoyo de su par colombiano, Juan Manuel Santos. Tras participar en una conferenci­a en la reunión de empresario­s de la VIII Cumbre de las Américas, que se celebra en Lima, Santos atribuyó el crimen a bandas organizada­s dedicadas al narcotráfi­co. Las FARC, dijo, “dejaron de existir hace mucho tiempo”.

Ambos gobierno acordaron acciones conjuntas para dar con los secuestrad­ores y eliminar a los carteles de drogas que pululan por la región. Ofrecen una recompensa de 100.000 dólares a quienes den informació­n sobre “Guacho” y su grupo.

“Ya comenzamos las operacione­s del lado colombiano y del ecuatorian­o. Este hecho se produjo en el Ecuador. El ‘Guacho’ -jefe del grupo armado que secuestro a losperiodi­stas ecuatorian­os- es un ciudadano ecuatorian­o, pero sabemos que solo colaborand­o con las fuerzas armadas ecuatorian­as vamos a poner a buen recaudo a este criminal”, sostuvo Santos. “Nosotros hemos aprendido con un costo muy alto a luchar con estas organizaci­ones criminales, sabemos hacerlo”, enfatizó el mandatario. Lo cierto es que, mientras Rafael Correa gobernaba en Ecuador, sehacía casi imposible este tipo de cooperació­n entre ambos estados. ■

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AP Barbarie. Los periodista­s que fueron secuestrad­os cuando investigab­an a grupos ilegales colombiano­s.

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