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Rigoni: “Mi sueño era llegar a Europa y ahora que me asenté en Rusia, sería una pena no jugar el Mundial”

Radicado con su familia en San Petersburg­o, donde juega en el Zenit junto a cuatro compatriot­as, ansía integrar la lista final de Jorge Sampaoli. “Messi es el mejor del mundo y hay que hacerlo sentir bien”, asegura el mediocampi­sta.

- Daniel Avellaneda davellaned­a@clarin.com

Vivir en Rusia es un shock para cualquier latino. Lo intuía Emiliano Rigoni cuando aceptó la oferta del Zenit de San Petersburg­o. Y lo comprobó apenas aterrizó en el aeropuerto de Pulkovo en agosto del año pasado. Agonizaba el verano y este cordobés de 25 años tuvo que adaptarse a un nuevo mundo. De pronto, se encontró de frente a la soledad, a miles de kilómetros de su familia y con un hijo en camino, que conoció a través del Whatsapp.

“Al principio fue muy duro porque mi señora estaba embarazada y decidimos que se quedara allá. Tenía la ilusión de poder viajar para el parto, pero acá estábamos en plena competenci­a: jugábamos miércoles y domingo, porque participáb­amos de la Liga de Europa. Son situacione­s que te pone el fútbol y hay que aceptarlas. Me fortalecí desde lo mental y afronté el momento. Y a mi hijo Giovanni lo conocí un mes después”, le cuenta el mediocampi­sta a Clarín. Y no hace falta estar a su lado para advertir la necesidad de un babero, mientras se escucha a Francina, su niña, jugando muy cerca del teléfono móvil de papá.

Rigoni es ese zurdo que explotó en Belgrano, pero que tuvo su pico en Independie­nte. El que cumplió el sueño de Sergio, su padre hincha del Rojo, pero quería ir detrás de su propia meta: jugar en el fútbol europeo.

” Dejar el club en mi mejor momento fue difícil. Uno siempre quiere irse bien. Entendía perfectame­nte que (Ariel) Holan me necesitaba, pero cuando tomo una decisión es porque estoy seguro de lo que quiero hacer -afirma-. Mi sueño era poder llegar a Europa. Y qué mejor manera de hacerlo después del gran torneo que tuve con Independie­nte. Tenía que pensar en el futuro de mi familia. El técnico creía que iba a ser complicado reemplazar­me, pero al fin y al cabo el equipo funcionó muy bien”. -Osmar Ferreyra, el "Malevo", jugó una temporada en el CSKA de Moscú y siempre dijo que fue muy difícil para él adaptarse al país. ¿Cómo llevás tu vida en Rusia?

-Ahora te puedo decir que estoy muy bien. Los primeros seis meses fueron terribles porque estaba solo, sin mi mujer (Luciana) y sin mis hijos. Me aburría mucho. En invierno está siempre nublado, amanece a las nueve y oscurece a las cuatro de la tarde. Cuando me levantaba de dormir la siesta, era de noche y me quedaba todo el día por delante. Nunca pasé tanto frío. La temperatur­a llegó a 29 grados bajo cero. No podía salir a la calle. Y como mi cuerpo todavía estaba adaptado al horario de Argentina, me costaba dormir. Apagaba todas las luces y no me bajaba el sueño. Me quería dar un golpe en la cabeza, ja, ja.

-¿El idioma es una barrera infranquea­ble?

-La verdad, no tengo mucha interacció­n con la gente. Los rusos son pocos sociables, fríos... Nos juntamos mucho con los chicos argentinos y nos vamos a los centros comerciale­s. Ahí, en los shoppings, hablan inglés. No estudié, pero me hago entender. Es básico, pero aprendí a comunicarm­e. Me puedo defender. Pero cuando te hablan ruso es imposible para mí.

-A vos se te hizo más fácil con la banda argentina que armaron con Matías Kranevitte­r, Leandro Paredes, Emanuel Mammana y Sebastián Driussi. ¿Formaron una pequeña comunidad? -Sí, y también sumamos al italiano Domenico Criscito. Lea habla el idioma porque jugó en Roma y el tano entiende el español. Así que lo adoptamos y forma parte de nuestro grupo. -¿Pudieron comer asado?

-Pocas veces. Sólo cuando vienen nuestros familiares y nos traen la carne desde Argentina. La única manera de asegurarno­s un asado decente es esa. Acá no sabemos dónde conseguirl­a ni cuáles son los mejores cortes. Es un riesgo muy grande que no queremos asumir, ja, ja... Y de vez en cuando hay un poco de fernet. -¿Juegan a las cartas?

-Sí, pero te cuento algo: a mí no me gusta el truco ni sé cómo se juega. Entonces, cuando los chicos se prenden con las barajas, yo me ocupo de cebar mates o poner cuarteto. Cuando se apiadan de mí, jugamos al póker o al black jack. -¿Qué nivel tiene la Liga rusa?

-El fútbol es menos friccionad­o que en Argentina. No hay tanta presión del rival, no se pegan patadas, no hay roces... Allá es mucho más agresivo. Acá es más táctico, ordenado y técnico. Los grandes sacan diferencia­s, pero la liga es más competitiv­a de lo que pensaba.

-Holan te potenció. ¿Qué te dio Roberto Mancini, un técnico de prestigio internacio­nal? -Ariel fue muy influyente en un momento clave de mi carrera. Me dio libertades y confianza para soltarme. Supo leer eso de mí y le estoy agradecido a su proceso. Valoro su enseñanza porque me sirve ahora. Me dio un plus como ninguno de los técnicos que había tenido antes y lo supe aprovechar. Por eso no me costó adaptarme a lo que me pide Mancini. Más allá de su idea de juego, no es muy distinto a la intensidad de los entrenamie­ntos que tuve en Independie­nte.

-¿Qué les recomendar­ías a los hinchas argentinos que viajen a Rusia para disfrutar el Mundial? En San Petersburg­o, la Selección va a jugar contra Nigeria el último partido del grupo. -San Petersburg­o es una ciudad muy linda. Hay muchos lugares para recorrer, guías turísticos por los canales de la ciudad y el viejo hotel Hermitage ahora es un museo muy grande. Se requiere de mucho tiempo para terminar de conocer esta gran atracción.

-Vos vas a estar ahí durante el Mundial. ¿Creés que tenés posibilida­des de ser convocado? -Ahora que me asenté en Rusia, sería una pena no jugar el Mundial. Creo que todavía no está definido y eso me da la posibilida­d de seguir esforzándo­me para lograr un lugarcito. Tengo mucho optimismo y la ilusión de estar en la lista no la voy a perder. Me puse como objetivo tratar de tener otra oportunida­d y la voy a pelear.

-Estuviste natorias e incluso en la etapa integraste más crítica el banco de las el Elimi- día de la mo -Con angustiant­e viviste mucha ese presión momento? clasificac­ión de la gente en Ecuador. y de la prensa, ¿Cóque para hace la Selección. su juego. Necesitába­mos Era una situación una muy victoria difícil para tra Venezuela poder depender y contra de Perú nosotros y no se mismos nos dio. con- Lamentable­mente, tima instancia. Cuando llegamos Ecuador complicado­s hizo el a gol la úl- al minuto banco. Pero de juego, tenemos me quería al mejor largar de todos. a llorar No en me el voy -¿Qué a olvidar significó nunca jugar más en la cómo Selección? festejamos.

-Fue saciones algo inesperado. muy fuertes. Me Hacía despertó cinco miles días que de sen- había el hotel llegado porque a Rusia, no conseguía todavía estaba departamen­to viviendo en y, en ria el para medio las Eliminator­ias. de todo eso, me Lo llegó primero la convocato- que hice fue llamar a mi viejo. No lo podíamos creer. Después puse los pies sobre la tierra. Pero entrenarme al lado de Messi no tiene precio. En muy poco tiempo se me dieron muchas cosas. -¿Y en qué momento estás? ¿Sentís que estás al nivel de una convocator­ia?

-En lo personal, me siento muy bien. Jugar en Zenit con mis compañeros argentinos hace todo mucho más fácil. A mí me sirvió para mejorar en todos los aspectos. En el uno a uno, en la técnica, en la manera de ocupar los espacios dentro de la cancha, a la hora de manejar los tiempos... Acá se juega más rápido. -¿El grupo de la Selección es tan cerrado como parece desde afuera?

-Hay muy buena gente. Siempre hubo una gran predisposi­ción conmigo y no sentí que hicieran diferencia­s con nadie. Eso habla bien de los más grandes. A mí, que era nuevo, me trataron muy bien. Tuve contacto con todos. -La prensa rusa te preguntó qué jugador elegirías para tu equipo y nombraste a Dybala. Cualquiera hubiera pensado que, en un pan y queso, primero había que optar por Messi. -Con Paulo nos conocemos de chicos. El jugaba en Inferiores en Instituto y yo en Belgrano. Somos de la misma provincia, tenemos muchas cosas en común y se forjó una linda amistad cuando nos tocó compartir la Selección. Paulo es un crack, un jugador top a nivel mundial. Me gusta mirarlo, aprender de él. Somos amigos y sería lindo jugar en el mismo equipo. -¿Sería una locura que no juegue el Mundial?

-No me quiero meter en las decisiones del técnico, pero siempre hizo méritos para poder estar en la Selección. Tiene caracterís­ticas muy notorias. Es un distinto. Pero tiene que decidir Sampaoli. Ni Paulo ni nadie puede incidir. -Dybala dijo que le resultaba difícil jugar con Messi. ¿Vos creés lo mismo?

-Lo que dijo se malinterpr­etó. Yo creo que juntos pueden marcar diferencia. Se podría probar con los dos o armar un sistema diferente. Messi es el mejor del mundo y hay que hacerlo sentir bien. Todos podemos acoplarnos a su juego y tenemos que lograr que las responsabi­lidades no recaigan solamente en él. -Hay un video que se viralizó en Córdoba en el que un pequeño Emiliano Rigoni decía que era hincha de River y que su ídolo era Eduardo “Chacho” Coudet... -Eso lo tengo que aclarar. De chico, mi ídolo era David Beckham. Por su técnica, por cómo le pegaba a la pelota... Después apareció Messi y lo borró del mapa. Y cuando empecé a mirar fútbol, justo en River estaba el Chacho, que tiraba rabonas, caños... Me gustaba su juego. Lo de River tiene que ver con mi vieja, Silvia. Cuando cumplí 4 años, mi papá la mandó al Centro a comprar el conjunto de Independie­nte. Dijo que había ropa de todos los clubes, menos la del Ro

O eso le dijo a mi papá, ja, ja...

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Paseo. Con Luciana y Francina, esposa e hija, en el imponente museo del hotel Hermitage.
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Hay equipo. Kranevitte­r, Mammana, Paredes, Driussi y Rigoni, compañeros en Zenit.
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Postal de San Petersburg­o. La Iglesia del Salvador, a orillas del canal Griboyédov­a, una de las visitas que disfrutaro­n Rigoni y su familia.

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