Clarín

LO NUEVO DE PÉREZ- REVERTE

En junio llega su nueva novela, contra el maltrato animal. Dice que hay gente brillante asustada por las redes.

- Fernando García

El gran autor español publica su novela “Los perros duros no bailan”, narrada en primera persona por... ¡un perro!

Una vida de perros es lo que nos cuenta Arturo Pérez-Reverte en su último libro. Literalmen­te. El creador de Falcó y Alatriste publica un thriller entre animales de esta especie que es una parodia de nuestro mundo. Una alegoría en la cual la “dignidad y lealtad” innatas de los animales contrasta con las peores perversion­es de algunos de sus amos, entre ellas los “impunes malos tratos” a seres de cuatro patas. Aunque “sin intención de hacer crítica social”, el autor utiliza esa fórmula literaria de humanizaci­ón de los no humanos como coartada para escribir con una libertad que de otro modo –sostiene– no habría tenido: “Los perros no son políticame­nte correctos; por eso son machistas”, dijo sobre su canina novela policíaca, Los perros duros no bailan (Alfaguara).

A Negro, el protagonis­ta y narrador perruno de esta historia de 160 páginas que Pérez-Reverte escribió en un mes de verano, “no le preocupa lo que al día siguiente salga en Twitter”, dijo el autor. Por eso disfrutó a tope –confesó– de la posibilida­d de poder contar cosas que, de haber sido humanos sus personajes, habrían incitado a no pocos colectivos a “echarse encima” suyo. Y es que la presión que todo tipo de individuos y organizaci­ones vienen ejerciendo en la defensa de las esencias de lo políticame­nte correcto ha hecho crecer la autocensur­a –opina el novelista– hasta extremos alarmantes.

“Estamos cortando la lengua a gente muy necesaria a través de las redes. Vivimos un momento terrible en que nos están tapando la boca y poniendo en peligro la única garantía de libertad que tenemos: la prensa libre”, advirtió.

Pérez-Reverte admitió que el efecto del fenómeno es muy diferente según quién escribe. “Yo o Javier Marías, que ya somos mayores, tenemos lectores y hemos pasado cierta línea, un tuit no nos va a perjudicar, pero hay gente joven y muy brillante que ya no se atreve a decir lo que quiere porque a los 20 o 30 años te pueden hundir o anular como periodista y es- critor”, dijo.

En el nuevo relato del también periodista y ex correspons­al de guerra, Negro es un can retirado de las peleas clandestin­as y reconverti­do en perro guardián que un día, como amigo fiel y valiente que es, retorna al sórdido mundo de los combates para salir al rescate de dos colegas de “tertulia” recién secuestrad­os por mafiosos de ese tipo de apuestas.

Al hilo de esta trama, Pérez-Reverte defendió, en la presentaci­ón española del libro, el valor y la “necesidad” de la lucha. Pues “no hay libertad que se gane sin ella”. De modo que, aunque obviamente “es bueno vivir en paz”, lo cierto es que “hay que estar en guerra permanente” porque “vivimos en un sitio peligroso y hostil” por mucho que los jóvenes piensen que todo está a su alcance y es gratis. “No es verdad: el territorio ganado costó sudor, sangre. Olvidamos que el ser humano está constantem­ente sometido a reválida”, proclamó con vehemencia.

“Espartaco siempre tiene que estar ahí”, añadió a modo de metáfora. Y a la pregunta de si, a su juicio, en este momento contamos con personajes dignos de compararse al esclavo rebelde, respondió: “Cualquier imbécil puede llamarse a sí mismo Espartaco, pero el nombre no se gana escribiend­o tuits”.

El novelista confesó por otra parte que, si bien su libro empezaba en principio en tono divertido, a medida que profundizó en las realidades más crudas para los perros, la historia adquirió colores más tristes. Y en este punto denunció la “vergonzosa actitud de los legislador­es ante al maltrato animal”: un delito que sale tan barato a quienes lo perpetran – un año de cárcel que no se cumple y unas multas que a veces ni se pagan, explicó– que su penalizaci­ón frena a policías y jueces a la hora de disponer recursos para perseguir a los dueños crueles con sus mascotas y a los mafiosos que se benefician con las peleas. En suma: hay que luchar, pero nunca machacar al indefenso. ■

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AFP AFP Punto de vista. La ficción que imaginó está protagoniz­ada y narrada en primera persona por un perro.

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