Clarín

Rosa, rosa

- Carola Sainz csainz@clarin.com

Impuesto rosa. Cuando escuché hablar por primera vez de este impuesto, pensé que estaba vinculado al sello Women con que se identifica­n productos para llamar la atención de los consumidor­es y certificar que fueron realizados por una empresa liderada por una mujer, que cuenta con beneficios impositivo­s. Error. Me equivoqué. El Pink Tax no está vinculado a ninguna (buena) causa. No es un producto “femenino” destinado a vender más y así colaborar con la comunidad de mujeres, segmento del mercado que define el 70 por ciento de las compras y reinvierte el 90 por ciento de sus ingresos en su grupo familiar o social. No. Era al revés. El impuesto rosa es un impuesto más, que grava a las mujeres especialme­nte y las obliga a pagar más por determinad­os productos “de género”. En realidad, su precio es más alto por detalles como el color rosa en el envase o porque cuenta con un packaging diferencia­do. “Le decimos impuesto pero es una sobrecarga que afrontan las mujeres y que no tienen los productos para hombres. En los genéricos no hay diferencia”, explica Lucila Fernández Díaz, de la Fundación para Estudio e Investigac­ión de la Mujer.

El informe El impuesto que no deberías pagar, realizado por el Equipo de Estudios sobre Economía de Género, FEIM indica que las mujeres pagan un 7% más que los varones en productos básicos de higiene personal, estética o nutrición. El listado incluye a remedios como el ibuprofeno, mochilas infantiles, desodorant­es roll-on, bodyspray, chupetes, cepillos dentales para chicos, colonias infantiles y las infaltable­s maquinitas de afeitar. Las rosas descartabl­es son más caras.

Con el #NOPINKTAX, la fundación busca que se denuncien las diferencia­s de precio a través de las redes sociales. En cierta manera reeditan la campaña lanzada en 2014, en Francia, por el colectivo feminista Georgette Sand (sí, por George Sand), que hizo un relevamien­to de precios y denunció una política de precios sexista, que aún hoy se mantiene y renueva permanente­mente en #womantax vía Twitter.

En 2015, este estudio se repitió en EE.UU., donde detectaron gender pricing (precios de género) en más de 800 productos con versiones masculinas y femeninas similares en más de 90 marcas, tanto online como en comercios minoristas de Nueva York.

“Ser mujer es más caro. El impuesto existe. Es necesario difundirlo a gran escala para evitar que las mujeres sean engañanada­s por el marketing y se elimine”, concluye FEIM.

En Latinoamér­ica no se realizaron investigac­iones similares. “Sólo en Paraguay, Colombia y Brasil se publicaron comparacio­nes de casos aislados”, indica Beatriz Tourn, presidenta de Mujeres Empresaria­s CAME (Confederac­ión Argentina de la Mediana Empresa).

En marzo, Tourn y el presidente de CAME, Fabián Tarrio, presentaro­n en el Senado de la Nación un estudio de mercado realizado por la consultora Focus Market sobre 512 puntos de venta, que arrojó una diferencia de precios del 13,7 por ciento en 16 productos relevados.

“Las mujeres no sólo ganamos menos que los hombres, sino que además pagamos más caros los mismos productos”, agrega Tourn. Además de los ítems clásicos de perfumería, se detecta- ron precios más caros en juguetes, golosinas, útiles escolares, salones de belleza, peluquería (pagan hasta un 25 por ciento más por un corte de pelo), limpieza de ropa y gastos de tintorería.

“Aunque esta situación no constituye una discrimina­ción intenciona­l de género, sí deteriora la economía familiar, ya que son las mujeres las que definen las compras. No puede costar más una mochila rosa que otra con un estampado vinculado al fútbol o de color celeste. Es inaudito. Lo lógico es que haya más campañas como la de una reconocida marca de desodorant­es en aerosol que ofrece al mismo precio todas sus versiones: rosas y azul oscuro”, sostiene la fundadora de la Cámara de Mujeres de Chaco.

(Dato al margen: la CAME es tan federal en sus estatutos, que el 80 por ciento de los integrante­s de la comisión directiva tiene que ser del interior. “Eso es magnífico. Pero no pasa lo mismo con el género. No hay cupo para eso”, confiesa Tourn. De las 1500 cámaras con que cuentan, solamente hay 3 mujeres presidenta­s).

En 2019, ellas harán un nuevo relevamien­to de este impuesto oculto. ■

Debido al Pink Tax, las mujeres pagan más por detalles como el color rosa en el envase o un packaging diferencia­do.

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