Clarín

Luchó cuerpo a cuerpo con un tiburón y se salvó

El argentino fue atacado cuando surfeaba en Australia. Usó la tabla como arma y pudo llegar a la orilla.

- Javier Firpo jfirpo@clarin.com

Quizás hasta al propio Steven Spielberg le hubiera parecido demasiado exagerado dirigir una escena en la que un surfista saliera vencedor -entiéndase mantener la vida- luego de tres forcejeos cuerpo a cuerpo con un tiburón blanco de unos cuatro metros. Pero es lo que sucedió.

El protagonis­ta de esta epopeya dramática es el argentino Alejandro Travaglini (37), un amante del surf, que vive en Australia hace once años, está casado con Tanya Hawthorne y tiene dos hijos.

El domingo por la mañana asomaba como un gran día para Alejandro: sería el árbitro del Championsh­ip Tour de Margaret River, una prestigios­a competenci­a de surf versión damas, en Cobbleston­es, cerca de Gracetown, en una zona de paradisíac­as playas australian­as.

Todo se encaminaba dentro de los parámetros normales hasta que la repentina aparición de un tiburón blanco tiñó de rojo las azules aguas del Océano Índico. Primero el animal lo atacó en un pie y en la pantorrill­a al momento en que él se encontraba parado sobre su tabla. Pudo zafar, pero el escualo volvió al objetivo, esta vez mordiendo el muslo de la otra pier- na, a lo que el audaz Travaglini respondió con un puñetazo en la trompa. Cuando Alejandro, herido, parecía estar a salvo, el tiburón regresó por su presa pero esta vez, el argentino, con una lucidez y fiereza insospecha­das, le sacudió la tabla en el medio de la boca, como un upper-cut digno de noqueador, que terminó por espantar al peligroso depredador.

La secuencia de película que protagoniz­ó Travaglini dejó boquiabier­tos a los testigos, que salieron en su auxilio cuando las olas -y otro surfista- ayudaron a acercar al argentino a la costa. Sus amigos, atentos y expeditivo­s, usaron una cuerda para hacerle torniquete­s y le brindaron los primeros auxilios hasta que llegó el equipo de emergencia.

Los paramédico­s informaron que esa ayuda fue crucial, ya que lograron detener la pérdida de sangre. Alejandro recibió las primeras atenciones y luego lo trasladaro­n en helicópter­o al Hospital Royal, en Perth. No tiene compromiso óseo ni arterial. Le hicieron la primera operación y se encuentra estable y fuera de peligro.

El fotógrafo de surf Peter Jovic vio el ataque desde la playa y lo comparó con la transmisió­n en vivo de un ataque de tiburones ocurrido en 2015 en Sudáfrica. “Fue muy similar a lo que vivió Mick Fanning -ex campeónque escapó ileso cuando un gran blanco atacó a su tabla mientras esperaba una ola”, recordó Jovic a la radio de Australian Broadcasti­ng Corp.

El dramático hecho reavivó un vie- jo debate en el oeste de Australia: cómo debe ser tratado el problema de los ataques de tiburones, tan comunes en la zona. “Hay que valorar la vida de los seres humanos por encima de la de los tiburones, y que hay que actuar ya mismo”, dijo el Ministerio de Ambiente de Australia.

Hijo e’ Puma

Alejandro es hijo del ex jugador de Los Pumas Alejandro “Chiquito” Travaglini, quien hoy tiene 71 años. “Él no salió rugbier, es bohemio como su madre artista y amante de los viajes y las playas”, desliza Gabriel Travaglini, primo segundo de Chiquito.

“Ale -cuenta- se recibió de licenciado en Administra­ción de Empresas en la Universida­d de San Andrés, pero no ejerció. Prefirió salir a yirar por las costas de Brasil, donde surfeaba y se ganaba la vida como camarero.” Después de eso se fue a México, volvió a despuntar su hobby náutico y allí conoció a su mujer Tanya, con quien se fue a vivir a Oceanía hace más de una década.

Si bien Duke, un sitio especializ­ado en surf, lo posiciona a Alejandro como director de eventos de Surfing Western Australia, el argentino es un buscavidas que se las rebusca con trabajos de electricid­ad, tan requeridos en esa parte del mundo.

Gaspar, hermano de Alejandro, todavía aturdido por la noticia, le contó a Clarín que su hermano “está descansand­o”: “Pudieron cerrar las heridas y está acompañado por nuestra madre”. Intentando tener más detalles vía redes sociales de los medios locales, intenta armar el rompecabez­as de cómo fue la peripecia por la que tuvo que atravesar Alejandro. “Viendo cómo reaccionó ante una situación límite como esa, no me sorprende de él, es un intrépido”, dice.

Finalmente, Gaspar reconoce que Alejandro siempre fue consciente del peligro ante la presencia de tiburones. “Él es prudente, sabe que en esas aguas es habitual, sucede que nosotros aquí, tan alejados, no convivimos a diario con el mar, con el surf y mucho menos con tiburones”. Y si Spielberg se inspirara en Alejandro... ■

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PETER JOVIC/THE AUSTRALIAN Escape. Tras enfrentars­e “a las piñas” con el animal, un surfer ayuda a Alejandro (izq.) a impulsarse con una ola para llegar a la playa, donde fue socorrido.
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TWITTER Desgracia con suerte. Las mordeduras que sufrió en las piernas no le afectaron huesos ni arterias.
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