Chacarita descendió por décima vez en su historia
El empate 2-2 de Vélez frente a San Lorenzo lo condenó a la B.
Tuvo el dulce ahí adelante, pero no llegó a morderlo. Se le fue el último tren a San Lorenzo, que anoche le había dado vuelta el resultado a Vélez en Liniers y en el final se le escaparon dos puntos que lo hubieran dejado a cinco del líder Boca. El 2 a 2, vibrante y entretenido, se justificó con un tiempo para cada uno. Eso sí, el local se fue un poco más contento: se aseguró la permanencia en Primera (descendió Chacarita).
Nada de estudiarse en el comienzo del partido: tanto San Lorenzo como Vélez salieron a jugar como si no hubiera mañana. Así, el mediocam- po, por algunos minutos, se transformó en zona liberada. El ida y vuelta, frenético, tenía una explicación: los dos tenían muchas cosas por qué jugar. Los de Boedo sabían que una victoria los dejaba cerca del líder Boca, además de consolidar su lugar entre los que están clasificando a la Copa Libertadores del año que viene. Y los de Liniers tenían en claro que con apenas un punto se olvidaban definitivamente del fantasma del descenso, condenando así a Chacarita.
El que primero lo tuvo fue Botta, tras un buen desborde de Barrios. Respondió Vélez, con un mal cabezazo de Abram. No había pausa; sólo vértigo. Sin embargo, con el paso de los minutos, Vélez fue el que pudo mantener la intensidad y poco a poco comenzó a acorralar a San Lorenzo.
En esto mucho tuvieron que ver Zárate y Vargas. El primero aportó la pausa y la claridad, mientras que el segundo, desequilibrio. Entre los dos gestaron el 1-0, que fue un verdadero golazo: el Monito le ganó fácilmente la posición a Paulo Díaz, hizo la pausa justa y le cedió la pelota a Zárate, que de zurda venció a Navarro al ubicarla en el palo más lejano.
El gol desnudó las falencias defen-
sivas de San Lorenzo, que ahí sólo sostenía el cero en su arco gracias a la firmeza de Coloccini. Es que al mal partido de Díaz, condicionado por una temprana amonestación, se sumaron las imprecisiones de Senesi y de Rojas, quienes también tuvieron problemas para controlar a Salinas y a Bouzat, respectivamente.
San Lorenzo acusó el golpe, pero volvió a mostrar su cara más predecible, como si todavía no supiera cómo resolver la ausencia de -sí- Cerutti, campeón hace poco en el fútbol árabe. Entonces, los intentos de Barrios (el mejor del ataque azulgrana) se desinflaban al no tener un compañero en la misma sintonía. Además, Botta nunca encontró su lugar en la cancha y ubicado cerca de Blandi no pudo ser ni nexo entre volantes y delanteros ni segunda punta.
¿Qué hubiera pasado si San Lorenzo jugaba el primer tiempo con la misma actitud con la que disputó el segundo? El visitante fue otro en el complemento: dejó la piel en cada pelota y jugó con los dientes apretados. Las chances de gol comenzaron a apilarse: una media vuelta débil de Blandi, un cabezazo de Gudiño que terminó en el travesaño y un derechazo de Barrios que pegó en el palo. Pero cuando parecía que el mejor momento de los de Biaggio había pasado, Rigamonti calculó mal al cortar un centro de Botta y le sirvió el empate a Barrios, el mejor azulgrana.
¿Y Vélez? Apurado en cada pelota, se desinfló, y Zárate (salió por Robertone) y Vargas no eran tan influyentes. La noche para los de Liniers parecía ponerse más negra. Barrios, clave, le cedió la pelota a Reniero, que nuevamente en complicidad con Rigamonti puso el 2-1. Y cuando la ilusión del Ciclón por meterse en la pelea del título en la recta final crecía, Vargas se encargó de bajarlo de nuevo a la realidad con el tanto del empate definitivo, que fue lo más justo. ■