Clarín

El “heredero”, un hijo de la Revolución que llegó a la cima

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Con paciencia y sin buscar protagonis­mo, Miguel Díaz-Canel hizo una carrera política de funcionari­o leal y eficiente, que ha sido premiada por Raúl Castro para ser su relevo en la presidenci­a. “El compañero Díaz-Canel no es un novato ni un improvisad­o”, afirmó Raúl Castro cuando en 2013 lo designó vicepresid­ente primero del Gobierno Cubano. Castro anunciaba entonces que su mandato ter- minaría en 2018 y que no optaría a la reelección, por lo que todos los ojos se posaron sobre el recién elegido Díaz-Canel, que se convertía en su mano derecha en el Gobierno.

A partir de este miércoles, por primera vez desde el 1° de enero de 1959, la Revolución cubana tendrá un líder que no participó en la lucha contra la dictadura de Fulgencio Batista. Nacido el 20 de abril de 1960 en la provincia central de Villa Clara, Díaz-Canel es un ingeniero que pasó por todos los niveles de dirección del Partido Comunista de Cuba (PCC) y del Gobierno.

Ejerció como jefe del Partido Comunista en dos de las provincias más importante­s de Cuba. Primero en su natal Villa Clara, donde defendió proyectos tan irreverent­es como “El Mejunje”, un bar que fue el epicentro del movimiento LGTB en Cuba. Después dirigió la oriental provincia de Holguín, donde nacieron Fidel y Raúl Castro. En ambos sitios, los lugare- ños le recuerdan por su estilo desenfadad­o, vestido con viejas camisetas con la imagen del Che Guevara o moviéndose en bicicleta por la ciudad.

En 2009, Raúl Castro lo nombró ministro de Educación Superior y en 2013 vicepresid­ente primero, convirtién­dose Díaz-Canel en el político cubano nacido después del triunfo de la Revolución con más alto rango dentro del Gobierno. Como vicepresid­ente, su presencia a nivel internacio­nal se reforzó participan­do en tomas de posesión presidenci­ales, recibiendo a personalid­ades en La Habana o visitando Rusia y Venezuela, grandes aliados políticos y económicos de La Habana. En sus viajes al exterior con frecuencia se le ha visto acompañado de su segunda esposa, Lis Cuesta, algo a lo que no estaban acostumbra­dos los cubanos porque no existe oficialmen­te la figura de primera dama en la isla. Desde que en 2013 fue elegido vicepresid­ente primero, todos los focos estuvieron puestos sobre él como sucesor de Raúl en la presidenci­a, pero el secretismo que acompaña esta decisión también generó incertidum­bres.

La elección de Díaz-Canel no significa una simple sucesión en el cargo de presidente, sino que representa una transición generacion­al dentro de la Revolución cubana, una situación que en algunos momentos llegó a ser traumática. Otros dirigentes de su generación, como los cancillere­s Roberto Robaina y Felipe Pérez Roque, y el vicepresid­ente Carlos Lage, también se vieron como posibles presidente­s pero fueron defenestra­dos bajo la acusación de ser “tentados por las mieles del poder”. ■

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