Clarín

La dolorosa historia de la foto del jugador con la mirada perdida

- Waldemar Iglesias wiglesias@clarin.com

Israel Damonte tiene su celular negro y no muy grande repleto de fotos. Nunca como en estos últimos días le llegaron tantas. Amigos, ex compañeros de los diversos clubes que recorrió, familiares, vecinos de Salto. Todos le mandaron alguna imagen de él o de su hermano mayor David jugando a ser los despistado­s en la formación de algún equipo, de algún colegio o hasta del viaje de egresados. Parece un casting tardío para la portada del libro de Hernán Casciari, El pibe que arruinaba las fotos. El mediocampi­sta de Huracán está sentado junto a Clarín en la Sala de Usos Múltiples de La Quemita. “Fue una semana muy especial. No la voy a olvidar nunca. Me tocó hacerle el gol a Argentinos, ganamos, me ovacionaro­n por segunda vez en mi carrera, a los 36 años, y salió todo esto de la foto del equipo...”, cuenta.

“Todo esto” es un homenaje. En las fotos Damonte se hace el distraído para homenajear a su hermano David, fallecido en 2009, en un accidente de autos. Viajaba en un VW Gol por la Ruta 6 camino a Moreno. Lo chocó una Mercedes Benz Sprinter y falleció en el acto junto a su mujer, Silvina Peladalli. Valentino, hijo del matrimonio y sobrino de Israel, también murió.

Para él fue un dolor de esos que duran para siempre. O se transforma­n. “Era como un padre, también. Hacíamos todo juntos. Lo admirábamo­s”. Los tres hermanos más grandes de los cinco Damonte, David, Iván e Israel iban a jugar a Defensores, uno de los clubes de Salto, una ciudad de poco menos de 30.000 habitantes a 50 kilómetros de Pergamino. Compartían el fútbol, el día, la casa, todo. Los dirigía El Mosca Marchese, “un personaje de esos que merece ser mencionado”.

David estuvo siempre cerca. Cuando Israel se mudó a Buenos Aires para jugar primero en las inferiores de Racing y luego en Estudiante­s, era ese hermano mayor -generoso, despistado, incondicio­nal, amigo- el que lo bancaba. “Mientras él estudiaba abogacía en el UBA, laburaba vendiendo hamburgues­as en el Centro para mantenerno­s”, recuerda.

David también intentó en el fútbol. Jugaba como delantero. Llegó hasta la Quinta de San Lorenzo. Después anduvo por el fútbol regional, en Brown de Arrecifes y en el Defensores de Salto de su corazón. “De él, como de mi viejo David, aprendí algo muy importante: a ser profesiona­l, a cuidarme. David podía jugar en el equipo que fuera pero se preparaba como si fuera la Champions. Ese fue el legado, más allá de las fotos”, dice Damonte.

No hay casualidad en el detalle: Israel lloró mucho cuando fue a ver la película Coco, un hermoso tributo a los que ya no están, en el contexto de la celebració­n mexicana del Día de Muertos.” Remember me”, canta Miguel y emociona. Recuérdame, parece escuchar Israel cada vez que posa junto a sus compañeros frente a las cámaras.

Para Israel ser profesiona­l resultó también una lucha: desde y hasta Salto viajaba a dedo.

-¿Para ahorrar unos pesos?

-No, porque no tenía plata... A veces nos llevaban los de Transporte­s Mitre, buena gente, amigos de mis viejos... Me salvaban seguido.

Cuando quedó en las inferiores de Estudiante­s, los primeros seis meses no le dieron lugar en la pensión del club. Lo cobijaron en Ezeiza, en la casa del abuelo José. Viajaba cuatro horas en tren para llegar a La Plata o a City Bell. Se conoce las estaciones del Roca de memoria. -¿De esos esfuerzos se forjó el jugador luchador?

-Sin dudas. Siempre fue así. Me hice así. Crecí así. Y sigo así. Podré equivocarm­e en un pase, pero todos tienen asegurado que la entrega será total todo el tiempo...

En Huracán, encajó pronto. “Me encontré con un plantel de grandes tipos. Muy lindo grupo. No es fácil llegar, jugar de titular y que nadie te mire raro. Me abrieron las puertas. Y la gente también: ya en el primer partido contra River, en enero, sentí empatía. Yo me preguntaba: ‘ ¿Me aplauden a mí?’ Y sí, pasó eso de entrada. Y el otro día, contra Argentinos, después del gol, me ovacionaro­n por segunda vez en mi carrera. Sólo me había pasado un día en Estudiante­s...”

-Es que hiciste un gol a lo Steve McManaman, aquel jugador del Liverpool...

-Sí, eso me dijo Rolfi (Montenegro)... No me lo acordaba. La verdad es que intenté definir lo más rápido posible y lo hice así porque era le mejor manera de pegarle fuerte. Salió....

Hay otra curiosidad sobre Damonte: el color del pelo. Se lo viene tiñendo desde hace años. No es coquetería. También tiene una historia familiar detrás: cuando jugaba en San Martín de Mendoza, en la temporada 2004/05, su padre David lo seguía por televisión. “No te muestran nunca, no te nombran nunca. Siempre a Blanco, siempre a Blanco”. Con la ayuda de la señora, Laura, se lo pintó de blanco. Milagro: los relatores lo empezaron a nombrar frecuentem­ente. Desde entonces, no varió el detalle, más allá de los colores...

Con ese peinado con el que escuchó su segunda ovación afrontará los cuatro partidos que le quedan a Huracán en la Superliga. El equipo que dirige Gustavo Alfaro (quien lo convenció de sumarse al plantel) está a dos puntos de la zona de acceso a la Libertador­es.

-¿Cómo lo ves a Huracán de cara a ese objetivo?

-Bien. Tenemos que pensar en cada partido. Ahora viene Tigre y estamos enfocados en ese. Creo que se va a definir en la última fecha. ■

 ?? DIEGO DIAZ ?? Damonte. En La Quemita. Llegó este año a Huracán y es clave en el equipo. Habla del homenaje a su hermano y cuenta por qué se tiñe.
DIEGO DIAZ Damonte. En La Quemita. Llegó este año a Huracán y es clave en el equipo. Habla del homenaje a su hermano y cuenta por qué se tiñe.

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