Clarín

Rostro moderno y fiel a la tradición revolucion­aria

Perfil. Díaz-Canel nació después de la Revolución. Defiende una mayor apertura, pero dentro de la ortodoxia comunista.

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Sus vecinos lo recuerdan como aquel “buen muchacho” que andaba en bicicleta. Miguel Díaz-Canel condujo sobre ruedas su militancia en el Partido Comunista y se alista para suceder a los Castro en Cuba, dando un nuevo rostro y apellido al gobierno comunista por primera vez en medio siglo.

Nacido en 1960, un año después de la Revolución, y criado en Santa Clara, al este de La Habana, este ingeniero electrónic­o no porta los galones ni la fama de sus antecesore­s triunfador­es de 1959. Le gustan los pantalones de jean y Los Beatles. Y quienes lo conocen bien confían en su buen trabajo.

Pertenecie­nte a una generación que no participó en la lucha de Sierra Maestra, educada en la ortodoxia comunista y cuya juventud sí conoció el socialismo próspero auspiciado por la extinta Unión Soviética, Miguel Díaz-Canel Bermúdez es un hombre del Partido Comunista (PCC) que ha escalado paso a paso y sin estridenci­as los peldaños del poder hasta llegar a la cúpula dirigente.

“No es un advenedizo ni un improvisad­o”, aseguró Raúl Castro cuando en 2013 Díaz-Canel fue nombrado primer vicepresid­ente, el número dos del régimen, en lo que fue su plataforma de lanzamient­o hacia la presidenci­a.

Profesor universita­rio a inicios de su carrera, Díaz- Canel fue miembro del buró nacional de la Unión de Jóvenes Comunistas y primer secretario del gobernante PCC de la provincia de Villa Clara en 1994, golpeada como el resto del país por la crisis que generó el fin del subsidio soviético. Ante la falta de combustibl­e en la época, la bicicleta fue el medio común de transporte, y al austero Díaz-Canel se lo veía sobre dos ruedas por las calles de Villa Clara.

En 1992, el diario Juventud Rebelde destacó su “figura de Apolo y su brillantez cuando le tocaba hablar en público”, además de su “fuerza, ímpetu y ternura”.

Ahora, con el cabello cano, fue propuesto formalment­e como el candidato único para suceder a los hermanos Fidel y Raúl Castro. La propuesta ya está en manos de la Asamblea Nacional, que hoy votará si lo elige presidente del Consejo de Estado, el máximo órgano del gobierno cubano.

En 2003, mientras servía en la provincia de Holguín (noreste), hizo su entrada entre los 15 miembros del selecto Buró Político, centro del poder en la isla. En 2009, Raúl Castro, que había heredado hacía tres años el poder de su hermano enfermo Fidel, le confió el Ministerio de Educación Superior. En marzo de 2012 accedió a una de las ocho vicepresid­encias del Consejo de Ministros.

Entró al Consejo de Estado en 2013, directamen­te al puesto de primer vicepresid­ente, en reemplazo del histórico José Ramón Machado Ventura. Proyectó una imagen moderna, abogando por una mayor apertura a internet y una prensa más crítica.

Ya como “número dos”, Díaz-Canel se hizo visible para los cubanos y para el exterior: en la isla se hizo constante su aparición en los medios estatales y en los últimos cinco años realizó numerosas visitas y giras internacio­nales. En sus intervenci­ones públicas, Díaz-Canel ha exhibido un discurso fiel a la ortodoxia revolucion­aria, con continuas referencia­s de lealtad a Fidel y Raúl Castro y a la generación histórica que luchó en Sierra Maestra.

El nuevo presidente tendrá que consolidar las conquistas de la revolución y continuar la transición económica iniciada por Raúl, además de conducir la política de la isla frente a la agudizació­n del bloqueo de Estados Unidos y el retorno de Washington a un lenguaje de confrontac­ión.

Padre de dos hijos de un primer matrimonio, Díaz-Canel se casó después con Liz Cuesta, una académica en cultura cubana. La televisión lo mostró en un colegio de Santa Clara junto a su esposa haciendo fila para votar en la elección legislativ­a de marzo, una imagen conyugal poco frecuente en la dirigencia.

Como presidente, será jefe de los institutos armados y tendrá que lidiar con la vieja guardia de los “históricos”, muchos de los cuales también ocupan altos cargos partidario­s y gubernamen­tales. Una ardua tarea para un hombre cuya única experienci­a militar se reduce a un servicio de tres años en una unidad de misiles antiaéreos entre 1982 y 1985. ■

 ?? AFP ?? Juntos. Raúl Castro saluda, ayer, a la Asamblea Nacional en La Habana. A su lado, Miguel Díaz-Canel.
AFP Juntos. Raúl Castro saluda, ayer, a la Asamblea Nacional en La Habana. A su lado, Miguel Díaz-Canel.

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