“Me gusta la amargura”
El particular director chileno habla de “Dry Martina”, filme en Competencia Internacional.
Las películas de Che Sandoval ya son un clásico del Bafici: las dos anteriores, Te creís la más linda (pero erís la más puta) (2009) y Soy mucho mejor que voh (2013) pasaron por el festival porteño, y ahora la tercera, Dry Martina, coproducción argentino-chilena, se presenta en la Competencia Internacional. Además de los originalísimos títulos, las tres tienen en común un humor ácido y protagonistas básicamente antipáticos: soberbios, narcisistas, resentidos. La diferencia es que antes fueron dos hombres y ahora es Martina, una cantante venida a menos, a cargo de una estupenda Antonella Costa.
“No fue porque el feminismo esté de moda: lo pensé hace mucho. En mi primera película, el protagonista tenía mi edad de entonces, 21 años, y era parecido a mí. Para la segunda el reto fue hacer a un tipo muy distinto a mí, y de 40 años, y ahora el desafío era fue crear un personaje femenino”. Sandoval se define como “chilenísimo”, y explica que su apodo es una deformación infantil de su primer nombre, José: “De chico decía Joché y mi mamá me empezó a decir Che desde muy pequeño, y después la vida después me trajo hasta acá”.
Es que vive en Buenos Aires desde 2011, cuando se instaló porque estaba en pareja con Costa. Pese a la separación, se quedó acá y de ahí la coproducción y la historia: que Martina sea una argentina que viaja a Santiago de Chile tras los pasos de un chileno que le devolvió el placer sexual. “En mis tres películas los protagonistas creen que con sexo pueden solucionar sus problemas, y en realidad lo que necesitan es afecto. Las tres nacieron de lo genital: en la primera, era un eyaculador precoz; en la segunda, un hombre con el pene enorme que igual es infeliz; y ahora empecé a escribir pensando en Martina como una frígida ninfómana”.
Las tres películas se sobreponen a las características negativas de sus personajes principales. “Ellos nacen así de mi humor. Y de que me gusta la amargura, la soledad… No sé si soy tan desagradable como ellos, tengo amigos, pero me cuesta el afecto. En las clases de guión te dicen que el protagonista tiene que generar empatía, pero no, no es así: tiene que ser interesante y provocar ganas de seguirlo. Son personajes en conflicto consigo mismos, autoconscientes, pero que sacan conclusiones erradas”.
Martina dice cosas como confío en las reacciones naturales de mi concha: siempre le fui fiel a ella. Goza de una notable libertad sexual: “Unas amigas -cuenta Che- me agradecían que por fin se mostrara que a las mujeres también les encanta el sexo. La mujer argentina es poderosa, va al frente y no le teme al rechazo, en cambio la chilena es más manipuladora, da más vueltas. Quería poner este personaje así en Chile, a ver cómo reaccionaría el hombre chileno ante un personaje tan potente en lo sexual”. La cuestión se dirime en un par de escenas que no hay que anticipar.
Sandoval bromea con que sus películas son walk movies: mucho ocurre en los largos paseos nocturnos que los personajes dan por las calles de Santiago. “Mi colegio quedaba lejos de mi casa, entonces me la pasé en la calle toda la vida. Ya más grande, recuerdo volviéndome a dedo desde el centro a mi casa. Acá también: en la calle encontré mi espacio”. ■